El desfibrilador de todos

A.C. / Villarcayo
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Alumnos, profesores y padres del instituto de Villarcayo han hecho posible la compra del dispositivo vendiendo pulseras y comida

El director del centro, con el desfibrilador, junto a representantes de los grupos de ESO, Bachillerato y Formación Profesional y profesores que han realizado el curso de manejo del dispositivo. - Foto: A.C.

En septiembre de 2019, el desfibrilador de uso público instalado en el Ayuntamiento y una profesional de Enfermería que casualmente vio el suceso, salvaron la vida a un vecino de Villarcayo que sufrió un infarto en la plaza Mayor. Aquel hecho removió conciencias en el instituto Merindades de Castilla y llevó al equipo directivo a ponerse en marcha para contar en el centro con dispositivo  que detecta cualquier latido cardíaco rápido y potencialmente mortal y lanza descargas eléctricas al corazón que cambian su ritmo anómalo.

Podían haberlo comprado directamente con el presupuesto del instituto y haberlo puesto en la pared, «pero ningún alumno se hubiera percatado o sabido para qué servía», como explica el director José Manuel López Bañuelos. Por ello, tanto él como la especialista en Pedagogía Terapéutica, Mónica González Suárez, una de las principales impulsoras de la iniciativa, decidieron buscar una fórmula que implicara a toda la comunidad educativa para conseguir el aparato. «Ahora todos los alumnos saben lo que es y ven el desfibrilador como algo suyo», aseguran.

Decidieron apostar por el Proyecto Salvavidas, una de las principales iniciativas de cadioprotección de España con más de 19.000 desfibriladores externos instalados. Así, recibirían pulseras que habían de ser vendidas por 3 euros para alcanzar el objetivo. Han alcanzado el más alto, vender 670 para costear el desfibrilador, la formación de siete profesores y un trabajador no docente, que ya están preparados para poder utilizar el dispositivo, la vitrina donde irá el desfibrilador y la cartelería para señalizarlo.

Un docente durante el curso de formación para utilizar el desfibrilador.Un docente durante el curso de formación para utilizar el desfibrilador. - Foto: DB

Las pulseras comenzaron a venderse en noviembre de 2019 en el centro y también en la biblioteca municipal y en la Oficina de Turismo, gracias a la colaboración del Ayuntamiento. La Asociación de Madres y Padres de Alumnos también se llevó muchas para su venta. Por la consejería del centro pasaron casi todos los alumnos a por su pulsera, pero también padres y vecinos que querían poner su grano de arena en «un desfibrilador que es de todos», como insiste el equipo directivo.

El confinamiento frenó la venta de pulseras y el ritmo del proyecto que también ha contado con la especial colaboración de los alumnos de FP Básica de Cocina, que en el curso de 19/20 prepararon una chocolatada y la pasada Semana Santa, unas fajitas, que se vendieron para comprar más pulseras que se les entregaron como obsequio por su trabajo. La recaudación total alcanzó poco más de 2.000 euros y con este dinero el instituto de Villarcayo se ha convertido en uno de los pocos centros educativos con un desfibrilador.

Solo allí protege los corazones de sus 363 alumnos, sus 63 profesores y siete integrantes del equipo no docente. Pero va a poder ser utilizado para ayudar a cualquier persona que lo precise en la calle, siempre que el centro esté abierto. En breve, entrará en la APP Ariadna, que localiza todos los desfibriladores. En Villarcayo, con el del instituto ya son cinco, que se reparten por el Ayuntamiento, el polideportivo, la residencia de mayores Santa Marina y el Centro de Salud. Además, en el instituto, ocho profesores de ESO, Bachillerato y FP se acaban de formar para su uso.