'Solo hay que echarle ganas y bailar'

ALMUDENA SANZ
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Sin moverse de la silla, con la chaqueta puesta y sin dejar que el cachi se enfríe más de la cuenta, el público burgalés disfruta con las canciones de El Kanka en los jardines de La Isla, convertidos en escenario festivalero. Hoy, M-Clan

El Kanka salió al escenario solo con sus guitarras. Vestido con bermudas vaqueras y sudadera, observó el fresquito de Burgos. - Foto: Jesús J. Matí­as

El baile en palacio no reunió a señoras de la alta alcurnia burgalesa ni a solterones en busca de una mocita de buena familia, un runrún festivalero se apoderó del paseo de la Isla ayer. Camisetas hawaianas, sandalias y vestiditos de verano (tapados luego con chaquetas, pañuelos y hasta abrigos de entretiempo) colorearon la antigua residencia de los Muguiro. Y aunque los invitados apenas se rozaron, sí hubo chinchines (de cachis de cerveza), se bailaron vals (sentados) y, sobre todo, se cantaron las canciones de El Kanka. El artista malagueño sacó el cava para brindar por esta vida tan bien fabricada y también el confeti y todos le dieron la razón cuando entonó eso de ¡Qué bello es vivir, qué lindo es amar! De eso trata el Festival Viva la Vida, que arrancó anoche en los jardines del Palacio de la Isla para animar este estío raro. Esta semana quedan tres citas más: hoy, M-Clan; mañana, Diego El Cigala (entradas agotadas); y el jueves, Loquillo y Gabriel Sopeña. 

Solo seis minutos más tarde de la hora prevista salió El Kanka al escenario. Él y sus guitarras. Vestía unas bermudas vaqueras y una sudadera. Pronto aludió al «bonito fresquito» burgalés en julio, tan extraño para un andaluz residente en Madrid, y a la rasquita que hacía. Nada nuevo bajo el sol en estos pagos. 

Mientras cantaba las ganas que tenía ya de veros, que el amor se ha puesto de moda otra vez o que él se toma la vida a broma porque es muy corta, El Kanka confesó lo feliz que estaba de volver a los escenarios, rompió una lanza por los cómicos y los humoristas, «la gente que es capaz de hacer reír en este mundo de mierda son héroes», y hasta ruborizó a los presentes cuando los espetó: «Sois los rollitos de primavera del flow». Quién dijo frío. 

Separación reglamentaria entre las sillas.
Separación reglamentaria entre las sillas. - Foto: Jesús J. Matí­as

Aplausos, piropos... Hubo de todo, aunque el primer murmullo de la noche, sin embargo, lo levantó una voz en off. Cuando anunció que una vez sentados, se podían quitar las mascarillas, faltó poco para que todos las tiraran al cielo como en la mejor graduación yanqui. Y es que no hubo nadie sin su careta. Amén de las medidas de seguridad ya asumidas como normalidad: distancia entre las sillas, gel hidroalcohólico a gogó y nada de arrejuntarse a cuerpos ajenos. A los propios, sí. Que ya lo dice El Kanka: es bello vivir y lindo amar.