«Los fondos europeos van a mejorar la construcción»

G. ARCE
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ENTREVISTA | Ha sido el referente de la profesión las últimas tres décadas y en breve pondrá fin a su trayectoria al frente del Colegio, que reúne a 515 aparejadores de Burgos, esenciales para la mejora y cualificación del sector de la construcción

Tras ser referente en la profesión las tres últimas décadas, Jesús Manuel González pondrá fin en breve a su trayectoria al frente del Colegio de Aparejadores. - Foto: Valdivielso

El próximo 21 de junio pondrá fin a 32 años al frente del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Burgos. Ocho legislaturas -«media vida», como él dice- que le han permitido conocer en profundidad una profesión «que amo» y el mundo de la construcción, en sus mejores y también en sus momentos más difíciles. Jesús Manuel González, que el pasado lunes presidió el último acto de entrega de distinciones a los colegiados, entre ellas una especial a la Fundación VIII Centenario de la Catedral, asegura que desde que entró al Colegio, en 1989, hasta 2021 «han sucedido muchas cosas... Empezamos en la sede de la avenida del Cid, luego estuvimos en la calle Delicias y ahora estamos en la plaza de los Aparejadores...». 

Y no solo han cambiado de sede sino que también ha cambiado el propio colegio y la profesión.
Han cambiado muchas cosas, la verdad. Cuando yo entré eran obligatorios todos los visados y había unas tarifas mínimas obligatorias. Eso se ha liberalizado y no todos los visados son obligatorios hoy. A partir del año 2008 se produjo un enorme bajón en el sector que afectó de lleno a la Arquitectura Técnica. Muchos compañeros tuvieron que cambiar de actividad y el alumnado en las escuelas de Arquitectura Técnica bajó mucho. El censo de hoy alcanza los 515 colegiados, pero recuerdo que a principios del año 2000 nos acercábamos a los 700.

¿Se construye mejor en Burgos y se trabaja mejor en la construcción que hace 32 años?
La construcción en Burgos es de muy buena calidad. En todos estos años, las normativas que han ido apareciendo han obligado a los técnicos, a los promotores y a los constructores a ser mucho más rígidos en la calidad y en la eficiencia energética. Empecé con la Ley de Atribuciones, en vigor desde 1989, que reguló la actividad del sector y otorgó a los aparejadores la capacidad de proyectar. En los principios de los años 2000 apareció la Ley de la Ordenación de la Edificación, que reguló el sector desde punto de vista jurídico y que delimitaba muy bien todas las competencias de cada profesión. Acentúa la capacidad de proyectar de los arquitectos técnicos y fue un hito. El Código Técnico de la Edificación ha sido una revolución para el sector. A partir del mismo, nos hemos visto envueltos en la lucha por la eficiencia energética que ahora mismo está tan en boca de los políticos y de los técnicos.  

Campo en el que se centrarán las ayudas europeas que recibirá el sector en los próximos años.
No querría olvidar la aparición de las ITES, de las Inspecciones Técnicas de Edificios, donde el Colegio tuvo una pelea importante hasta conseguir que el Ayuntamiento de Burgos y otros de la provincia las pusieran en marcha. Las ITES buscan mayor confort y mayor comodidad para los ciudadanos y lo estamos viendo en muchas fachadas de edificios de la ciudad y en la eliminación de muchas barreras arquitectónicas. Esto ha llevado a que el campo de la rehabilitación sea uno de los focos que ha mantenido al sector durante los años de crisis. Esta rehabilitación va a estar muy apoyada por los fondos europeos: se calculan en unos 6.000 millones de euros. La última crisis hizo una criba muy fuerte dentro de las empresas constructoras y las pocas que ahora quedan -de tamaño pequeño o mediano- se han tecnificado y la mayor parte de ellas cuentan con un técnico de cabecera y, afortunadamente, casi todos ellos son arquitectos técnicos. Los fondos europeos van a ser un motor importante en esta década para que la construcción vaya a más. 

¿Están preparados para este reto?
Nos falta un detalle, que la Formación Profesional forme a los jóvenes en los oficios de la construcción, la mayor carencia que tiene el sector. La Formación Profesional tiene que dar un paso en este sentido.

¿Siguen padeciendo el lastre de los retrasos en la concesión de las licencias municipales?
Es una de los mayores debates que tenemos con las sucesivas corporaciones y alcaldes. Creo que se ha mejorado mucho desde la aparición de las declaraciones responsables. Nos gustarían que la tramitación fuera más rápida pero, bien es cierto, que cada vez hay menos quejas. 

También hay mucho retraso en las ITES de los edificios.
Lo bueno de las ITES es ponerlas en marcha porque van creando una educación en el ciudadano, que se va dando cuenta de que es bueno cuidar la inversión más importante de su vida, su vivienda. Si mantenemos el coche con las ITV, con más motivo la vivienda, donde nos hemos gastado mucho más dinero. Poco a poco las comunidades y particulares se van concienciando de esto y no se ve como un gasto sino como una inversión. El porcentaje de edificios que les toca pasar la inspección va en aumento y en buena línea.

¿La Escuela de Aparejadores de Burgos sigue respondiendo a sus necesidades?
Otro de los grandes hitos de estos últimos años ha sido la adaptación de los estudios al Plan Bolonia, una gran revolución en la Universidad  que también tocó a nuestra profesión. Se peleó, en mi caso desde el Consejo General de los Colegios de Aparejadores, para pasar de la carrera de primer ciclo al grado, que en Burgos está centrado en la Ingeniería de la Edificación. Ha pasado a ser una carrera de 4 años con competencias para poder acceder a los doctorados dentro de la rama docente. En 2008, con la crisis, muchos se pensaron el acceder a una carrera dura, con una duración media de 7,2 años y centrada en un sector en declive. Hubo un descenso estrepitoso en el alumnado que en estos últimos cuatro años ha ido repuntando ligeramente. Hoy creo que los planes de estudios de la UBU están muy en línea con las necesidades del sector. La eficiencia energética y la rehabilitación son patas muy fuertes en la carrera universitaria del arquitecto técnico. Tenemos una Escuela preparada para el aluvión de nuevos alumnos que estoy seguro que vendrá.  

Y el colegio profesional que preside, ¿tiene futuro?
Yo he participado en la Comisión Ejecutiva del Consejo General de los Colegios, he sido presidente del Consejo Autonómico de Arquitectos Técnicos de Castilla y León y llevo 32 años al frente del colegio burgalés. Soy un convencido de que los profesionales nos tenemos que agrupar para ayudarnos, para defender nuestros intereses y para adaptarnos a la normativa que va surgiendo. Es imprescindible formar ese grupo y en nuestro caso son los colegios profesionales, que existen desde hace casi 80 años. Aunque durante la pandemia ha decrecido la afluencia de los colegiados a la sede, las encuestas que hemos ido haciendo nos muestran que el profesional quiere un colegio que le defienda. Veo futuro y estoy convencido de que es necesario.

¿Burgos se construye bien como ciudad?
Todo es mejorable. Pero si paseamos por la ciudad con una amigo que no ha venido a Burgos en los últimos 20 años, como a mí me ha ocurrido, le parecerá que es una ciudad diferente y mejor, más peatonalizada. Por supuesto que hay zonas en las que la edificación se podía haber mejorado pero, en líneas generales, tenemos una gran y bonita ciudad, muy  agradable de vivir. Continuamente se está mejorando el censo inmobiliario, tanto exterior como interiormente, tanto estética como confortablemente. Es una buena ciudad. 

¿Dónde están las mejoras posibles?
La rehabilitación tendrá mucho que ver en esta mejora, para actuar en las zonas más desgastadas y viejas dentro del casco urbano. Hay que buscar soluciones de ayudas a los edificios habitados y que merecen la pena. Eliminar sus barreras arquitectónicas, dotarles de un sistemas de calefacción eficiente... Europa nos brinda una oportunidad para actuar en estos puntos más delicados de la geografía urbana de la ciudad. Creo que cuando lleguen las ayudas va a mejorar y elevar el trabajo del sector. 

¿Hay criterios acordes a la hora de actuar en el ámbito rural burgalés?
Nosotros estamos preocupados por este tema. De hecho, hay bastantes aparejadores que están informando  en los pequeños y mediados ayuntamientos del mundo rural. Es muy importante que tengan este apoyo técnico y jurídico para intentar controlar y regular lo que se va a construir, que se haga bien, siguiendo las normas. Hay que evitar los errores que, aunque no son muchos, sí que provocan un impacto visual. Da gusto ver los municipios en los que prevalece una armonía constructiva. Una de nuestras peleas permanentes ha sido el tratar de convencer a los alcaldes de los pequeños ayuntamientos a que se cumpla la normativa, que se exijan direcciones de obra y que el particular no haga lo que se le ocurra. Que todo esté controlado para que urbanística y estéticamente este controlado, lo que requiere de la intervención de profesionales, algo que, a la larga, es barato.

¿Qué planes tiene tras dejar el Colegio?
He sido presidente de nuestra mutualidad Premaat, recientemente fusionada con la Hermandad Nacional de Arquitectos, y desde esa institución, desde su consejo de administración y como vicepresidente, seguiré colaborando. Los logros de estos 32 años son gracias a la colaboración de todos los compañeros, de los miembros de juntas de gobierno que me han acompañado y, por supuesto, al personal del Colegio que es el que en el día a día consigue que siga en marcha.