Sube la demanda de antimosquitos por la invasión de insectos

ALEJANDRA G. FEIJÓO
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El confinamiento, las temperaturas y el desequilibrio ecológico han impulsado la aparición de plagas de bichos extraordinarias frente a las anteriores temporadas estivales

En la Farmacia Blanca Sicilia, situada en Gamonal, han dispuesto una mesa con productos antimosquitos para este verano. - Foto: Jesús J. Matí­as

Uno de los clásicos que se unen a las rutinas veraniegas es la invasión de los mosquitos con sus  molestos zumbidos y las consecuentes picaduras. Desde hace unas semanas, las zonas verdes de la ciudad han sido conquistadas por nubes de insectos que, aunque son muy habituales en estas fechas, sorprenden por la fuerza con la que han arrasado en este año tan excepcional. Los expertos se adelantaron a la oleada advirtiendo de que los factores meteorológicos y medioambientales en los últimos meses de inactividad estaban resultando ser la combinación idónea que iba a acabar en el verano de los mosquitos; además de otros insectos y animales propicios a las plagas estivales.

La cuarentena a nivel mundial ha provocado unas consecuencias en el entorno que son y serán objeto de estudio para los investigadores, abrumados ante semejantes y sorprendentes cambios. Entre ellos, la evidente bajada de emisiones contaminantes ha beneficiado la supervivencia estacional de los mosquitos, ya que se ha manifestado en la época primaveral del año en la que empiezan a criar. Además, las fuertes precipitaciones de abril y las altas temperaturas en mayo y junio que se han vivido en la ciudad han favorecido, por su parte, a la proliferación y disminución de su fase larvaria. La explicación a esta circunstancia se encuentra, como señala Miguel Ángel Pinto, director del Aula de Medio Ambiente de Caja de Burgos, en que los mosquitos «necesitan del agua estancada donde poder asentarse y criar, unas lagunas temporales que desde hace unas semanas se pueden observar en varias zonas de la provincia, como en el río Arlanzón». 

Junto al factor meteorológico, existen otras circunstancias que impulsan el aumento de la población de los insectos, como la disminución de los animales que se alimentan de ellos o las rachas de viento frecuentes en la ciudad. «Los murciélagos pueden comerse seiscientos mosquitos en una hora, por ejemplo. El drástico descenso registrado en la población de estos animales y de determinadas aves insectívoras como las golondrinas, a causa de su inmigración, estaría directamente relacionad con la  aparición de la plaga de insectos», explica Pinto. 

El temido mosquito tigre. Las nubes de insectos asentadas en los jardines de la ciudad no corresponden en exclusiva a mosquitos de forma genérica. El divulgador burgalés subraya que en realidad se trata de una combinación de distintas especies comunes y autóctonas, entre las que frecuentan las moscas negras, que le mantienen en vilo por su asombrosa proliferación. Lo cierto es que estas nubes no deben alarmar. «A los mosquitos que se encuentran en las aglomeraciones se les conoce como mosquitos no picadores (quironómidos). No tienen trompa y, por tanto, no nos van a chupar la sangre. A pesar de esto, por desconocimiento, muchas personas que se acercan a un río y ven una nube de quironómidos se asustan. No deberíamos asustarnos, porque los verdaderos mosquitos no forman enjambres», aclara. 

En contra de todo pronóstico, el mosquito tigre, que está arrasando en la Península -fundamentalmente en el litoral mediterráneo, con un incremento del 70% en el primer semestre del año-, aún no ha encontrado su espacio en la provincia. El peligro que le caracteriza  proviene de su naturaleza: un insecto invasor capaz de transmitir algunas enfermedades tropicales como el dengue, el chikungunya y el zika. No obstante, Miguel Ángel Pinto advierte que no conviene bajar la guardia ya que es cuestión de tiempo que aparezca en Burgos. 

Repelente, por favor. En al menos una de las cestas de la compra de verano no pueden faltar los repelentes combinados con los productos para tratar las picaduras. Desde la Farmacia Gran Teatro de la ciudad confirman la acentuación de la invasión de estos insectos en el verano post-covid, asegurando que la demanda de fármacos antimosquitos ha subido notablemente por parte de la clientela. Para prevenir su acercamiento, las farmacias disponen de repelentes en diferentes formatos: pulseras, parches, sprays o geles. Sumadas a los productos anteriores, las mosquiteras en las ventanas de casa, el uso de ropa blanca, controles de riesgo de insectos y proteger el cuerpo con ropa en las primeras y últimas horas del día, son otras posibles precauciones recomendadas por Pinto. Igualmente, existen efectivos remedios caseros que alejarán a los mosquitos como inciensos, velas y otros productos elaborados a base de plantas o aceites esenciales. 

El director del Aula de Medio Ambiente de Caja de Burgos incide en la realidad de que, a pesar de la incomodidad que traen consigo las plagas veraniegas, hay que acostumbrarse a un medio nuevo con  especies invasoras cuya eliminación se encuentra en una cuestión de control biológico más que químico, lo que conlleva un proceso duradero y riguroso. «La mejor solución es restablecer el equilibrio ecológico. Procurar que las aves insectívoras y los murciélagos tengan hogares adecuados siguiendo los criterios de la Ecología de la Reconciliación es el primer paso para reducir las poblaciones de mosquitos y en general de insectos voladores que pueden ocasionar problemas en la salud», concluye.