Ignacio Camarero

Dibujos de Ciudad

Ignacio Camarero


La gente...

25/07/2022

Monseñor Mario Iceta ha dicho que «la gente debe conocer cómo son los obispos». El señor de la Rosa, don Daniel, que «los gobiernos locales conocen los problemas concretos de la gente». El señor Fernández Mañueco, don Alfonso, que su lugar está al lado de la gente. El señor Sánchez, don Pedro, que es «plenamente consciente de las dificultades cotidianas de la gente». La señora Díaz, doña Yolanda, ha anunciado que se propone recorrer España para «escuchar a la gente». El señor Núñez Feijóo, don Alberto, está convencido de que «si se reúne con la gente, la gente le responderá». Hasta el señor Wilde, don Óscar, cómo no, escribió algo al respecto: «cuando la gente está de acuerdo conmigo, siempre siento que tengo que estar equivocado». Así que aquí estoy. En pleno verano. Calor y moscas.

Rayando los cuarenta por fuera y los sesenta por dentro. Y contrariando al señor Mata, don Luis, presidente de la Asociación de Alojamientos Turísticos y vicepresidente de la Federación de Empresarios de Hostelería, que acaba de decir esta semana que la gente está fuera de Burgos. De vacaciones. Perdónenme, don Luis. Yo no. Sigo aquí. Sí. Con ustedes. Tratando de responder la gran pregunta ¿Quién, o qué, demonios es la gente? Y es que, no sé si a ustedes sí, pero a mí, como tal, la gente nunca me ha invitado a un café. Casi lo contrario. Lo más cerca que he estado de ser gente fue en la manifestación de Miguel Ángel Blanco de Ermua. Acudí siendo persona, y volví a casa con etiqueta de rebaño. Será que, por eso, no me veo gente. Que no me siento con el deber de comprar el libro del obispo don Mario para conocerle mejor. Que no soy consciente de que, al señor de la Rosa, don Daniel, le importen mis problemas. Mi calle sigue sin asfaltar. La única de la ciudad. Que me horroriza la idea de que el señor Fernández Mañueco, don Alberto, se siente a mi lado, ni en misa. Que no me apetece hablar con la señora Díaz, doña Yolanda, ni de su visita al papa de Roma. O que no pienso correr el riesgo de hacerme una foto con el señor Núñez Feijóo, para que, después, el señor Lacalle, don Javier, me borre con el photoshop. Será que, sencillamente, no quiero serlo. Y no creo que nunca lo desee. ¿Gente…? Mejor no. Prefiero mi propia fe…