La sangría demográfica comporta numerosas ramificaciones y una de ellas la refleja el siguiente dato: en este momento, en Aranda de Duero hay más perros censados que menores de 15 años empadronados. Concretamente, 837 mascotas más. El número de canes, según los datos proporcionados por la Concejalía de Medio Ambiente de la capital ribereña, asciende a 5.545, mientras que el de niños se sitúa en 4.708, de acuerdo con las cifras de población del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Se trata de una tendencia que se agrava conforme pasan los años. Respecto a 2019, el número de perros que uno se puede cruzar por las calles de Aranda ha aumentado en 190, mientras que el de niños ha disminuido en 154. Y es que hace tres años había 5.355 canes inscritos por 4.862 menores de 14 años. Y eso que, como matizan desde Medio Ambiente, no todo el mundo registra a su animal con un microchip, como es preceptivo, por lo que se intuye que la cifra de perros podría ser sensiblemente superior. Sucede algo similar con el número total de mascotas, un dato difícil de conocer con precisión ya que tampoco todas las comunidades autónomas obligan, por ejemplo, a inscribir a los gatos. A unos y otros habría que sumar pequeños mamíferos como conejos, reptiles, pájaros, peces o hurones.
Así las cosas, en la capital ribereña existen más probabilidades de encontrarse con una persona paseando a su perro que con una familia con un carrito de bebé. De acuerdo con el INE, en este momento en Aranda hay 1.391 niños censados de cero a cuatro años; 1.627 de cinco a nueve años y 1.690 más de 10 a 14 años.
Unos datos similares a los que se registran en otras muchas ciudades de España, como reflejan las estadísticas año tras año. En la actualidad, el 40% de los hogares españoles cuenta con una mascota mientras que los nacimientos no hacen más que disminuir. Si en 2020 se marcó el dato más bajo de los últimos 80 años, en 2021 hubo 4.504 alumbramientos menos que en 2020, lo que se traduce en un país con cada vez más ancianos, menos niños y más perros.
Cambios sociales. Detrás de este fenómeno demográfico y social se hallan múltiples factores. El psicólogo ribereño Mauro González remarca que las mascotas "representan mejor que nada ni nadie la afectividad, al hacernos compañía frente a la soledad y el aislamiento". En esta línea, precisa que, sobre todo los perros, "se toman como objeto/sujeto frente al aburrimiento y la tristeza" y apunta que "asistimos a una antromorfización de las mascotas: los niños desaparecen de los parques y los perros están disfrazados de niños".
De acuerdo con González, especializado en la investigación de mercados y, más concretamente, en estudios psicosociales, de marketing y comunicación, "las mascotas, y por eso hay más que niños, se adaptan mejor a esta sociedad de la impaciencia". Se refiere a que un niño necesita mucho cuidado, esfuerzo, responsabilidad o sufrimiento, mientras que perros y gatos son autónomos a los días de nacer, no se quejan y no exigen tanta dedicación. Al final, el psicólogo subraya que "estamos sustituyendo esta sociedad de humanos por una sociedad de animales donde no hay tanta responsabilidad ni compromiso". Todo ello sin olvidar que a través de las mascotas hay quienes suplen la demanda y urgencia de cuidar de la naturaleza.