Pequeña sala, gran ilusión

ALMUDENA SANZ
-

Pablo del Barco vuelve a agitar la vida cultural capitalina con la apertura de un espacio en San Pedro de la Fuente que inaugura el 20 de junio con los mejores trabajos presentados a un concurso infantil en torno a la Catedral

Esta propuesta cultural se encuentra en el número 4 de la calle Tenerías, a unos metros de la Biblioteca Cervantes. - Foto: Valdivielso

Unas puertas carreteras despistan a quien busca un nuevo destino cultural en San Pedro de la Fuente. Son viejas y nada en ellas avisa de que dentro empieza a burbujear un espacio alternativo, pequeño y modesto, pero suficiente para modelar el sueño de su impulsor, Pablo del Barco. Poeta, editor, pintor, ilustrador y agitador, el viejo profesor que tras su jubilación oficial hace unos cinco años hizo las maletas y se trasladó a su ciudad natal es un culo de mal asiento y necesita zarandear la vida social. Tras intentarlo infructuosamente en Las Huelgas, se lanza de nuevo en este castizo barrio del oeste. Ha transformado un viejo garaje en la calle Tenerías, 4 en una sala en la que organizará exposiciones, presentaciones de libros, talleres y cualquier actividad que encaje en sus en torno a 80 metros cuadrados. 

«Aunque suene algo grandilocuente, esta es una obra de mecenazgo, abierta a todo el mundo. Creo que en Burgos hay una cultura muy mediatizada, por bancos e instituciones, y falta iniciativa privada. Sí hay algunos colectivos que están apostando por el arte y yo me uno a estos promotores libres», resume Del Barco al tiempo que tiende la mano a quien quiera embarcarse en esta aventura.  

El local se inaugurará el 20 de junio con A los niños también nos gusta nuestra Catedral, una muestra con los trabajos presentados a un concurso infantil de dibujo sobre el templo gótico convocado por el propio Del Barco para este fin. 

«Queremos empezar por abajo, por los niños, que para mí son importantísimos. Yo he sido educador toda mi vida y para mí es esencial que los pequeños participen y hagan suya esta celebración», señala el polifacético creador mientras recorre estas modestas instalaciones que ocupan el bajo de un edificio del siglo XIX, donde antaño se limpiaban y teñían las pieles. Han picado las paredes para que aflorara la piedra original y se ha dejado a la vista alguna viga de madera para dejar constancia de su solera. 

Espacio Cultural Factoría del Barco es el nombre que baraja para esta iniciativa con la que quiere impulsar una oferta al margen de las instituciones y lejos del centro, donde ahora se concentra la programación. Ya ha sumado a su causa a la asociación de vecinos y a escasos metros se encuentra otro agente cultural fundamental, la Biblioteca Miguel de Cervantes. 

«No tengo ningún afán de ganar dinero. Ese no es mi interés. Quiero que sea una propuesta espontánea y también una reacción espontánea del barrio», apostilla como objetivos de este proyecto de un aparente jubilado que se revuelve ante la posibilidad de pasarse las horas jugando a las cartas. 

Ahí se queda Del Barco, en la calle, frente a esta nueva ilusión, convenciendo a un vecino para que anime a sus nietos a presentarse al concurso y sopesando qué hacer con esas puertas metálicas que confunden al viandante, si pintarlas con un mural como carta de presentación o cambiarlas por unas de madera.