De la jaula del Chavismo a la libertad de la Bureba

S.F.L.
-

El historiador Rodrigo Conde abandona Venezuela, el país que le dio todo, para instalarse en Llano, su localidad natal. En ella, y en otras como en Poza, colaborará para impulsar sus atractivos más desconocidos

Rodrigo Conde se instalará en Briviesca y seguirá con sus investigaciones. - Foto: S.F.L.

Llegó el momento de seguir el plan que ideó hace ya un tiempo. Los preparativos se alargaron, igual que el vuelo de 24 horas con escala en Estambul. Pero con más ansias que nunca, Rodrigo Conde y su esposa han pisado España, país en el que él nació, para dejar atrás Venezuela, el lugar en el que ha vivido la mayor parte de su vida y en el que se ha desarrollado como persona. Lo quiso por encima de todo, incluso cuando ese amor no ha sido correspondido en los últimos años.

Se formó como historiador y conoció a su media naranja pero también ha sufrido un pesar tan profundo que le ha obligado a huir ante la profundización de las crisis económicas y políticas del país latino. La vida se volvió  demasiado difícil para el burebano  y aunque le costó tomar la decisión, comienza una nueva vida en Llano, su localidad natal, de la que siempre ha permanecido muy vinculado.

El matrimonio se instaló en la casa familiar del pueblo hace solo diez días, muy intensos por los trámites necesarios, papeleo, compras y adaptación. No obstante, Conde continúa con sus colaboraciones locales que venía realizando desde hace años. Es uno de los colaboradores de la revista boletín del pueblo, que elabora la Asociación Amigos de Llano. En ella se pueden leer artículos relacionados con la localidad y la comarca, pero también reportajes históricos de diferentes temáticas. «Mi función en el proyecto consiste en recopilar datos de las costumbres del lugar o las tradiciones, y lo he aportado gustosamente para que todos tengan acceso a ellos», manifiesta.

Todavía con jet lag, el burebano ya se ha puesto manos a la obra con la reestructuración de la página web local, aunque considera que «la cooperación ciudadana es vital para construir un trabajo atractivo entre todos». Lleva más de media vida conectado a la Historia, de la que ha podido 'sustraer' cantidad de curiosidades de la Bureba y sus vecinos desde la época medieval. También trabajará mano a mano con Manuel Gil, documentalista en el proyecto de excavación de Flaviaugusta, la enorme ciudad romana de Poza de la Sal. Pudo conocer en una de sus visitas el Cerro Milagro y todo lo que la tierra pozana esconde en sus entrañas, y le cautivó el plan. «Me apasiona participar con un equipo de profesionales tan preparado en mi zona, es todo un orgullo», declara el historiador, que se ofrece «con mucho gusto» a colaborar en otras investigaciones.

Su interés por la esta ciencia viene desde que era niño. Siempre le ha gustado curiosear y conocer el por qué de las cosas. Su etapa educativa la comenzó en Burgos y fue seminarista en la Congregación de los Padres Paules. Con 25 años viajó a Venezuela con otros compañeros, donde se dedicó a la enseñanza en la Universidad Católica de Caracas. Posteriormente estudió un postrado en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma para especializarse y regresó a América. No obstante, el amor de su vida se cruzó en su camino y «no me quedó otra elección que colgar los hábitos y casarme con ella», bromea.

Su vida se desarrolló con éxito en Caracas como docente en la Universidad Pública Simón Bolivar, pero una vez que se jubiló -hace ya cinco años- comenzó a sufrir de forma más directa el régimen Chavista. «Tanto mi mujer, que también es profesora, como yo, pasamos de cobrar una jubilación normal a tan solo 50 dólares mensuales. En Venezuela he sido muy feliz y me lo ha dado todo pero la situación actual es insostenible. No hay seguros médicos públicos y es altamente costoso vivir al día. Un hecho tan habitual aquí como tomar unas cervezas o comprar el pan allí es impensable porque son artículos de lujo. Para alguien que llega del país latino resulta sorprendente que «un lote de yogures cueste 1 euro. Allí pagábamos un dólar por cada uno», declara.

La intención de la pareja es comprarse una vivienda en Briviesca y disfrutar de la zona, pero sin dejar de lado la pasión por la investigación. «Jamás volveremos a Venezuela, no pintamos nada allí. Creo que podemos aportar mucho más en la comarca y aquí pasaremos el resto de nuestras vidas», aclara. Por el momento, el burebano ya se ha organizado y ha comenzado a estudiar alternativas para impulsar la localidad de Llano y sus atractivos a través de las redes sociales e internet. «La conexión con mi pueblo nunca se cortó y ahora regreso con más ganas que nunca», sentencia.