Marian Peña

Observando al Mundo

Marian Peña


Espíritu de Navidad

21/12/2022

Una vez más, mañana sonarán las voces del los niños de San Ildefonso que marcan el inicio de las fiestas de Navidad, aunque las grandes superficies comerciales y las películas de sobremesa de la televisión lleven ya más de dos meses bombardeándonos con anuncios de polvorones, turrones y empalagosas películas del otro lado del charco donde nieva a raudales y todos los problemas se solucionan por arte y magia del espíritu navideño. Por delante, tres semanas de fiestas en las que nos dedicamos a comer, beber, reencontrarnos con familiares y amigos y hacer propósitos de año nuevo que, en su mayoría, olvidamos antes de llevarlos a la práctica.

A la Navidad, amada por unos y odiada por otros, la hemos despojado de su espíritu convirtiéndola en la fiesta consumista por excelencia en la que tenemos que poner en nuestra mesa lo mejor, muchos regalos debajo del árbol y vestir las mejores galas para ser felices en estas fechas, lo dicen la publicidad y los intereses comerciales. Un mensaje que a muchos nos viene chirriando desde hace mucho tiempo, especialmente este año en el que las circunstancias económicas han hecho crecer los índices de pobreza y han llevado a los bancos de alimentos al límite, lo que puede añadir un plus de angustia a quienes se dejen convencer por estas máximas y olviden que lo sencillo no está reñido ni con celebrar ni con la felicidad. 

De lo que seguro que todos nos vamos a alegrar es de dejar atrás el 2022 que se perfilaba como el año de la recuperación tras la covid y que ha estado cargado de guerra, pobreza y, en lo patrio, de más deterioro de la política y la sanidad pública, entre otros asuntos que nos afectan a todos.

Celebren o no, lo hagan solos o en compañía de sus seres queridos, con mayor o menor austeridad, desde aquí mis mejores deseos para todos ustedes. Como suele ser lo habitual, la lotería no nos tocará pero en nuestra mano está imponer solo nuestro criterio en todo lo demás.