La A-1 acelera para acabar a final de mes tras dos años de obras

H. Jiménez/Burgos
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Últimos trabajos. Entre el lunes y el viernes pasado sumaron 40 kilómetros de cortes de calzada completa y 150 de carriles

Imágenes como esta, del verano pasado, no se deberían volver a repetir si se cumplen los plazos. - Foto: Luis López Araico

Dos años después de que los conductores empezaran a sufrir cortes de carriles y transcurridos 6 años y medio desde que se anunció la remodelación integral de la autovía, las obras de la A-1 entre Burgos y el puerto de Somosierra están a punto de finalizar. Dentro de dos o tres semanas, si se cumplen las previsiones de las empresas concesionarias y del Ministerio de Fomento que la supervisa, se acabarán las afecciones a la calzada y los usuarios podrán disfrutar, por fin, de una infraestructura nueva en muchos de sus tramos que mejora sustancialmente el confort y la seguridad respecto a la que había antes de 2010.

Fue en junio de aquel año cuando, superados problemas de financiación y aprobados todos los proyectos, arrancaron unos trabajos que muy pronto generaron dolores de cabeza. Ese mismo verano empezaban las retenciones debido a los cortes intermitentes y a la reducción de un solo carril por sentido de la autovía, un panorama que se repitió durante el verano pasado y que ha regresado en los últimos días con un ritmo muy alto para evitar otra campaña estival perjudicada.

De hecho, según fuentes próximas a las obras, a lo largo de la semana pasada hubo cortes de calzada completa a lo largo de 40 kilómetros (repartidos en distintos días) y cortes de carril en casi 150 (también en diferentes jornadas) para acometer los últimos trabajos. Estos consisten principalmente en el reasfaltado de la autovía, unos trabajos que se realizan a calzada completa y que por eso obligan a cortarla.

De cara a los próximos días es previsible que continúen los cortes, dependiendo de la climatología. Solo si las lluvias fueran generalizadas y abundantes, algo que por el momento no parecen apuntar las previsiones, los trabajos tendrían que reprogramarse. Y en cualquier caso hablaríamos siempre de afecciones a la calzada de lunes a viernes, pues los fines de semana este tipo de trabajos se paralizan para facilitar la circulación.

A finales de junio todo esto podría ser historia. Los aficionados del Athletic Club de Bilbao que acudieron a la final de la Copa del Rey podrían quedar como los últimos que sufrieron retenciones importantes por culpa de estos trabajos. Ellos cerrarían un listado de ‘atrapados’ que incluiría a miles de burgaleses durante estos dos últimos años (aunque las obras pararon en el invierno 2010-2011 para no jugársela con las nevadas), pero también a muchos más conductores de paso entre el centro y el norte de España.

La remodelación integral de la autovía llegó a generar tanta polémica que incluso la Subdelegación del Gobierno planteó rutas alternativas entre Burgos y Madrid, como la de circular hacia Tordesillas vía Valladolid y allí coger la A-6, o enlazar en la capital pucelana con la autovía que lleva a Segovia y desde ese punto hasta la capital de España. Algunos, además, han conocido pueblos de la provincia  que ni sabían que existían probando nuevos caminos para bajar a la Ribera del Duero.

modernización integral. La remodelación integral de la Autovía del Norte forma parte de un plan anunciado por el Ministerio de Fomento para las llamadas «autovías de primera generación», aquellas nacidas en los años 90 desdoblando las antiguas carreteras nacionales radiales. Aunque la idea se lanzó en febrero de 2006, el contrato no fue publicado hasta junio de 2007 con un presupuesto de 844 millones de euros que incluía 46 proyectos de actuación principales y el mantenimiento posterior a cambio del pago por parte del Estado de un ‘peaje en sombra’.

Sacyr fue la adjudicataria de los trabajos pero la lenta aprobación de cada uno de los proyectos y las dificultades de financiación por parte de la empresa retrasaron mucho el arranque de los trabajos, que no llegó hasta las puertas del verano de 2010. Desde entonces se han suprimido curvas peligrosas, se ha mejorado el peraltado o se ha reasfaltado casi toda la autovía. Tras las incomodidades de las obras, el cambio es evidente para cualquiera que circule por la ‘nueva’ A-1.