La movilidad urbana del futuro y la expansión del mapa hacia las nuevas zonas residenciales prometen, entre otros factores, cambiar el paradigma del tráfico en Burgos. Las inversiones en circunvalaciones, la decidida apuesta de las administraciones por el uso del transporte público, las futuras restricciones de acceso al centro y la imparable presencia en la calzada tanto de bicicletas como de patinetes invitan a pensar en una progresiva descongestión de la ciudad.

Sin embargo, esta tendencia se revierte poco a poco tomando como referencia los datos acumulados en la última década. «Todas estas alternativas influyen, pero no hay grandes variaciones en el tráfico», explica el responsable de este área en el Ayuntamiento de Burgos, Adolfo Díez.

En esta ecuación intervienen múltiples factores, pero algunas de las clásicas vías urbanas mantienen hoy su condición de ejes fundamentales en los desplazamientos de los burgaleses.

La calle Vitoria aún es la ruta principal para conectar el este y el oeste.En este sentido de la circulación el tráfico ha aumentado su intensidad media desde los 18.850  vehículos de 2012 hasta rozar los 20.000 diarios, una cifra solo superada en el año 2013 con 21.000.

El aumento del flujo en dirección al centro es mayor, proporcionalmente, a pesar de acoger a menos coches diariamente.La recuperación de la actividad tras la pandemia ha normalizado la presencia de 14.000 automóviles de media, muy por encima de los 10.100 de hace diez años.

El bulevar también rompe la tónica general con un incremento de la actividad. Esta vía dispone de la capacidad y de la estructura para absorber una gran cantidad de coches, pero su naturaleza es diferente. «La calle Vitoria es la vía principal porque es ágil y rápida. El bulevar está diseñado para un tráfico 'pacífico'», explica Díez.

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