"Hay que volver a lo rural de forma ordenada y justa"

I.M.L.
-

ENTREVISTA | El arandino Jesús Iglesias Saugar, embajador del Pacto Climático Europeo, analiza las tendencias de la conciencia medioambiental en el ámbito social y económico

Jesús Iglesias Saugar es emprendedor y facilitador de innovación social para el clima. - Foto: DB

La lucha contra el cambio climático y por la búsqueda de formas de vida, producción y consumo más respetuosas con el medio ambiente está sufriendo un cambio de tendencia, mirando más hacia lo local frente a lo global. Situaciones como la pandemia o la actual guerra en Ucrania han traído a la primera línea de debate la necesidad de adoptar soluciones basadas en la naturaleza y la economía local como herramientas clave para generar soberanía y resiliencia energética, alimentaria, climática o de otro tipo, especialmente en clave de oportunidad empresarial y económica.

De la puesta en práctica de estas herramientas versará la charla que el arandino Jesús Iglesias Saugar ofrecerá este jueves (18:30 horas) en el Centro Tomás Pascual dentro de la gira nacional que está desarrollando en el marco del Día Mundial de la Localización, que se celebra el 21 de junio, en su papel de embajador del Pacto Climático Europeo.

¿En qué consiste la labor de un embajador del Pacto Climático Europeo?

Es un cargo honorífico pero es un rol interesante. Somos intermediarios entre las instituciones europeas y la ciudadanía para trasladar los compromisos de la UE en función de acción climática, cómo deben comportarse la ciudadanía y las empresas. Actuamos como catalizadores. Yo estoy como representante de la cooperativa Social Climate.

¿Y cuál es la labor de esta cooperativa?

Facilitamos innovación social para la acción climática. ¿Esto que significa? Que trabajamos tanto con gobiernos locales y regionales como con distintas organizaciones para diseñar planes de acción climática de manera colaborativa, horizontal y democrática. Hay una cocreación de las soluciones por parte de todos los agentes implicados. Para ello nos basamos en la ciencia y en la justicia social, poniendo en el centro a los colectivos más vulnerables.

Podemos vivir con menos materias pero con más riqueza humana y ambiental»

Tras décadas con la globalización como tendencia del mercado, ¿ahora todo gira por mirar a lo que tenemos más cerca?

Se está viendo por una necesidad energética, alimentaria, climática... y no podemos seguir con ese modelo de transporte globalizado de productos y servicios; tenemos que volver a ser más autosuficientes, soberanos en el territorio en el que vivimos, generar todo lo que necesitamos en lo alimentario, energético, textil,... Y también tenemos que ser solidarios y cooperar con los territorios cercanos, no podemos dejar a nadie atrás. Hay países que se han desarrollado menos y habrá que intentar igualar las oportunidades y comerciar con las naciones vecinas de manera equitativa.

¿Esta conciencia se puede trasladar al ámbito de la comarca ribereña?

Totalmente. El tema de la localización económica está muy relacionado con la ruralización. Una de las consecuencias de la globalización ha sido el centralismo en las grandes ciudades y su masificación, lo que ha traído como contraposición el despoblamiento rural. Todo eso está muy ligado con los temas sanitarias y energéticos porque las ciudades dependen 100% de los territorios lejanos a nivel alimentario y energético. Hay que volver a un modelo de desarrollo que tenga que ver con volver a lo rural de una forma ordenada y justa, de manera que por bioterritorios generemos autosuficiencia y cooperación.

Las pequeñas empresas generan más empleo por unidad de producción»

¿Qué puede hacer la ciudadanía para remar en esa dirección?

La ciudadanía tiene que tomar conciencia, por ejemplo, de sus compras. Comprar una cosa barata que viene de muy lejos seguramente tenga por detrás unos costes a nivel social y ambiental que estamos dejando ahí para las generaciones futuras o, incluso, para las presentes. Cuando tu compras un producto que viene de fuera, normalmente estás generando desempleo donde vives simplemente porque te sale más barato, pero al final es una espiral negativa: si sale más barato, los salarios se tienen que reducir porque no tenemos recursos a nivel local y eso genera una dependencia del exterior. Al final, no tenemos todo lo que necesitamos y, además, no tenemos empleo. Hay que saber las consecuencias de nuestras acciones, de nuestras compras, y ver que las pequeñas empresas generan más empleo por unidad de producción que las grandes, necesitan más recursos humanos que maquinaria. Si queremos generar empleo, compra en tu barrio, en las pequeñas empresas que necesitan menos energía y emiten menos CO2, con una cadena de valor más cercana. Así reducimos intermediarios globales que sacan la riqueza de las localidades y se la llevan a los grandes centros de poder económico.

¿La suma de los consumidores es la fuerza para poder dar ese giro al mercado?

Tiene que ser en colectivo, apostar por el asociacionismo a nivel empresarial de pequeñas empresas, a nivel de consumidores, para poder formar más conciencia porque el colectivo es el que crea el impacto en la economía de un municipio para cubrir las necesidades básicas de consumo. Eso se ve muy bien en ciudades como Aranda o la Ribera del Duero, donde están las asociaciones sectoriales y los colectivos de la sociedad civil que ven lo que pasa en el territorio y conocen las necesidades, los problemas y muchas de las soluciones están en lo local, no tenemos que irnos a las políticas europeas.

Tenemos que ser solidarios y cooperar con los territorios cercanos, sin dejar a nadie atrás»

¿Qué papel juegan las empresas en la lucha por esos objetivos?

Son muy importantes porque tenemos que huir del consumismo, ya sea de materia o de energía, porque al final no nos hace más felices, sino al revés, y hay que volver a inculcar cuál es el origen de la calidad de vida real. Con el confinamiento lo vimos bien, el estar rodeado de la gente que quieres y el tener naturaleza y un ambiente sano en el que vivir. Esto se consigue con servicios que atienden a necesidades básicas, tanto de consumo como otros intangibles como la cultura o la educación, no pensar tanto en productos de usar y tirar. Nos estamos dando cuenta que podemos vivir con menos materias pero con más riqueza humana y ambiental.