Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


No me gusta el Mundial, pero...

21/11/2022

No me gusta el Mundial de Qatar. No me gusta que se juegue en noviembre. No me gusta noviembre en general. ¡Qué quieren que les diga! De los mundiales en chanclas, al Mundial en abrigo. No me gusta. Pero sobre todo, no me gusta que se juegue en Qatar, un país que vulnera derechos fundamentales de colectivos como las mujeres, tuteladas por los hombres, o los gays, directamente prohibidos. Un país sobre el que se ciernen muchas sombras democráticas. Por no hablar de las muertes en la construcción de los estadios.

El petróleo se adueña del deporte. No sólo el fútbol. Todo por la pasta. Todo se juega allí. Los petrodólares árabes marcan el calendario deportivo. El romanticismo hace tiempo que quedó sólo en manos, mejor dicho, corazones, de los aficionados. El último reducto del idealismo futbolero. Amor puro. Puro amor. A veces, sin esperar nada a cambio. Y eso es lo que no tengo ahora muy claro. ¿No espero nada, o lo espero todo? Así siento a esta selección. La de Luis Enrique, la nuestra. Capaz de todo. Y recuerdo con cierta nostalgia cómo este mismo evento, hace 12 años, nos hizo felices. Sí, felices. Una felicidad explosiva, como el descorche de una botella. Quizás efímero, pero ¡ay, ese momento espuma! Aún lo seguimos paladeando. No recuerdo a nuestra querida España tan unida. En nada.

Y aunque a Luis Enrique no le gustemos los periodistas, y se empeñe en ese rol de antipático y deslice el mensaje de que la prensa es el enemigo, más viejo que el hilo negro, a mí sí me gusta Luis Enrique. Me aburre la gente aburrida. Y él está en la antípodas del aburrimiento. Nos da vidilla, nos provoca… lo que sea a cada uno. ¡Y encima streamer! No eres nadie hoy si no eres streamer.

Y como aquí estamos, hagamos de la necesidad virtud. Que Qatar pretende blanquear su imagen ante el mundo, lo tenemos claro. Que van a levantar la mano, a ser más tolerantes, más permisivos, seguro. ¿Van a encarcelar a hinchas, a futbolistas? El mundo les está mirando. Y quién sabe, esa apertura, aunque sea ficticia, lo mismo deja por allí alguna huella.

Intuyo que este Mundial nos va a regalar alguna imagen icónica. El altavoz, el escaparate no puede ser más global e impactante. Más de uno vaticina, o desea, que en el Mundial de Qatar se desplieguen… los besos, prohibidos allí, y por ello un arma poderosísima. Un arma que nos hace felices. Como los goles. Que ruede el balón, a pesar de noviembre, del abrigo y de Qatar. Aunque no haya cerveza.