La placenta, sobre lienzo

GADEA G. UBIERNA
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Son pocas, pero ya hay burgalesas que piden este recuerdo único tras dar a luz. Recoletas lo ofrece dentro de su plan de humanización y el HUBU lo hace, pero no es una prestación

La placenta, sobre lienzo - Foto: DB

Tanto si se escoge la cara materna, la que va pegada al útero, como si se opta por la fetal, con contacto con el bebé a lo largo del embarazo, la imagen que se obtiene tras estampar una placenta untada con pintura sobre un lienzo o un papel es la de un árbol. O con motitas o con ramificaciones, pero árbol. Y como lo habitual es sobreimprimir también el cordón umbilical, la metáfora acerca de la vida es completa. Quizá por eso cada vez hay más mujeres que acuerdan con el centro sanitario en el que van a dar a luz la posibilidad de imprimir su placenta, una vez que el parto ha finalizado y no hay riesgos, para llevarse después la creación a casa. También en Burgos; en la sanidad privada y en la pública.

«Cada sobreimpresión de placenta es única, como una huella digital, por lo que es un recuerdo muy personal», apunta el ginecólogo de Recoletas Wen Rodríguez. El hospital privado ha empezado este año a ofrecer a sus pacientes esta medida, que incluyen en su plan de humanización del parto. «Se trata de favorecer esa humanización, pero también la relación de la madre con los profesionales con un detalle inocuo y sencillo de realizar, que no condiciona para nada la atención al parto porque se hace después», explica Rodríguez, matizando que en estos primeros meses han efectuado unas «cuatro o cinco sobreimpresiones».

Determinar cuántas se han hecho en el HUBU y desde cuándo es complicado, dado que fuentes oficiales del hospital destacan que no es una prestación incluida en la cartera de servicios de Sacyl. Es decir, que la sanidad pública no oferta abiertamente las sobreimpresiones, pero este periódico tiene constancia de que sí las hace. Y hay pacientes que incluso han solicitado llevarse la placenta física, algo que no está autorizado bajo ningún concepto porque es un resto biológico que debe tratarse de forma adecuada y según determina la normativa.

En todos los hospitales es habitual que las estampaciones las gestionen las matronas y, según destaca el ginecólogo de  Recoletas, «se le puede ofrecer prácticamente a todas las pacientes, incluso después de una cesárea. Si la madre quiere y el profesional es un poco meticuloso en la extracción tras la intervención, se puede. De hecho, la última que sobreimprimimos nosotros fue tras una cesárea programada por patología materna: diabetes, hipertensión... Pero se hizo sin problema». La excepción, destaca el especialista, sería el caso en el que hay que enviarla a Anatomía Patológica para analizarla por algún motivo, «pero son casos contados».

Una vez acordado con el personal sanitario, el procedimiento es sencillo y el resultado dependerá, en gran medida, de la imaginación y creatividad de la madre y de las matronas, que son quienes ejecutan los deseos de la mujer con el material que ella aporta: cartulina o lienzo y las pinturas. «Casi siempre se usa acuarela, pero puede ser cualquier otra pintura alimentaria», apunta Rodríguez, destacando que el diseño siempre lo determina la cara placentaria que se escoja para la estampación sobre el soporte. «Son completamente distintas, por lo que la imagen que se obtiene también lo es», explica, matizando que «en la cara materna se ven los denominados cotiledones y la sobreimpresión es como un árbol con motas; en la otra cara, la fetal, se obtiene una imagen más arborescente, plasmas toda la vascularización placentaria y lo que se ve es la forma de la placenta con ramificaciones».

La mujer elige una de las caras y, como se aprecia en las imágenes, lo habitual es que también el cordón se impregne en la pintura, por lo que se pueden hacer composiciones de lo más diversas; con un solo color o con varios, siempre en función de los deseos de la mujer y de la disposición del personal de enfermería, que no tiene obligación de hacerlo. 

Y menos en los hospitales públicos de Sacyl, donde este uso de la placenta no se incluye en la cartera de servicios como prestación financiada y, según fuentes oficiales, «no está previsto que vaya a serlo, porque no hay ninguna evidencia científica de que sea beneficioso».