«El pueblo le tendió la mano, le ha ayudado, colaborado con él, pero se ha extralimitado en sus competencias desde el primer momento en que rehabilitó la casa parroquial como centro de acogida espiritual, hace 3 años», aseguran Diana Díez y Laura García, la primera adjudicataria del albergue municipal de Hontanas, y la segunda, propietaria del hostal rural Villa Fontanas.

Ambas son las únicas que este año tienen abiertos sus establecimiento desde el 1 de julio, fecha que se puso fin al estado de alarma, para dar un servicio a los peregrinos, y entre ellas se van echando una mano para no dejar desatendido a ningún caminante que llegue a Hontanas. La paciencia que han venido teniendo estos últimos años, se ha acabado este fin de semana y han denunciado que el sacerdote, Fran Marcos, no solo está haciendo competencia desleal a los dos locales, sino que además se salta el protocolo anticovid que ellas sí siguen a rajatabla con limitación de aforo de plazas de habitación y comedor, distancias de seguridad en éste y el uso de mascarillas y gel, además de la desinfección cada vez que quedan libres las habitaciones y salas de uso común. Según las empresarias, esas medidas no se están cumpliendo en la casa del cura como se pone de manifiesto en las fotografías que los propios caminantes que se alojan en ella cuelgan en las redes, desvelan.

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