Cuando el Mirandés descendió a Segunda B, Gorka Kijera se hizo una promesa a sí mismo: devolver cuanto antes al club a la división de plata. En solo dos temporadas ha podido sacarse la espinita y ahora afronta con la máxima ilusión la que será su sexta campaña en la entidad.

En su rol de capitán, Kijera tendrá que ejercer de anfitrión para los fichajes que irán llegando. Es una tarea importante ya que de la unión del vestuario dependerá en gran medida el éxito deportivo. En este sentido, la tardanza a la hora de ficha ayuda porque «es más sencillo integrarlos cuando vienen poco a poco que si el primer día hay ya diez caras nuevas de golpe», admite. Aún así Kijera tiene claro que adaptarse al Mirandés es relativamente sencillo. «Lo mejor es dejarse llevar por la pasión que hay en la ciudad por el equipo. Además a los jugadores jóvenes no les cuesta tanto hacerse a los grupos como pasaba antes y en Miranda la acogida siempre es buena así que es todo más sencillo», afirma.