Esther Reyes: "La profesión está muy quemada"

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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La presidenta del Colegio de Enfermería de Burgos analiza el estado de la profesión, que el sábado llevó a Madrid sus reivindicaciones

Esther Reyes, presidenta del Colegio de Enfermería de Burgos. - Foto: Valdivielso

Fue uno de los colectivos que más se dejó la piel durante los peores momentos de la pandemia de la que ya casi no se habla y ahora las enfermeras se sienten agotadas, maltratadas y ninguneadas. Las malas condiciones de trabajo, los contratos precarios, el personal insuficiente y las agresiones de los pacientes, cada vez más frecuentes, han hecho que se planten frente a las administraciones y saquen sus reivindicaciones a la calle como hicieron este sábado en Madrid. "La Enfermería ha dicho basta ya", dice en esta entrevista la presidenta del colegio profesional de Burgos, Esther Reyes, que repasa cómo son los contratos que les esperan a las jóvenes graduadas que salen de la universidad, critica las diferencias salariales entre comunidades autónomas y se lamenta de la malísima planificación que ha hecho que sean plantillas tremendamente ajustadas las que atiendan a una población también ya muy cansada de un sistema sanitario al que, según Reyes, "se le han visto todas las costuras".

¿Qué diagnóstico hace del estado de la profesión más de dos años después del inicio de la pandemia?

Muy negativo. La profesión está muy quemada y acumula un cansancio importante y una gran desmotivación. Hemos pasado de los aplausos de todo el mundo a que no solo se nos ignore sino que se incrementen las agresiones, con lo que la situación es mucho peor que antes. La población está más crispada porque el sistema sanitario se ha colapsado con la covid y a uno de los primeros profesionales a los que encuentra una persona cuando va a un establecimiento sanitario es la enfermera, que recibe ese malestar.

¿Cuáles son los principales problemas que hacen que sea tan negativa su evaluación?

Uno de ellos es el estrés provocado por las propias condiciones de trabajo. Hemos sufrido un enorme problema de salud ante el cual las enfermeras han estado en primera línea y esto ha hecho que les afecte mentalmente. Y no me refiero solo a las enfermeras hospitalarias y de Primaria sino también a las que trabajan en el ámbito sociosanitario, que hicieron un trabajo inmenso durante la pandemia en las residencias, y que tienen peores condicionales laborales y retributivas solo por el hecho por depender de la Consejería de Familia y no de la de Sanidad, como ocurre en otras comunidades.

¿Este estrés de los primeros momentos no se ha superado ya?

No, porque la pandemia ha durado mucho y porque hemos pasado del reconocimiento de nuestro trabajo a las agresiones y, por otro lado, porque las condiciones no se han mejorado mucho, al contrario, todas han empeorado.

¿Qué es lo que ha empeorado?

Hay muchas más listas de espera, lo que repercute no solo en el paciente sino en el día a día de la enfermera. Aún tenemos compañeras de baja, aún hay covid, e importante, en nuestro sector y si en una unidad caen varias profesionales, el trabajo de ellas lo asumen sus compañeras porque no se sustituyen todas las bajas. Uno de los problemas crónicos de nuestra profesión es la falta de actualización de las plantillas orgánicas porque se necesitan muchas más enfermeras y si antes de la pandemia las plantillas eran cortas y el sistema tenía deficiencias con listas de espera importantes que incidían en la calidad asistencial y en el paciente, ahora, a dos años vista, todo se ha agravado y se han sacado a la luz las deficiencias existentes.

¿Por qué son tan cortas las plantillas?

Por una cuestión de ahorro. Las administraciones no han hecho una planificación a nivel nacional a pesar de que lo llevamos pidiendo desde hace muchos años y se han recogido firmas para presentar un proyecto de ley en el Parlamento donde no parece que haya mucha voluntad política para que salga adelante.

Yo le preguntaba por Castilla y León, ya que es la comunidad autónoma la que gestiona la sanidad.

Sí, pero primero hay que hacer una política de recursos humanos a nivel nacional a corto, medio y largo plazo, una estrategia global, que para eso está el Consejo Interterritorial. Hay que marcar unas pautas generales de lo que necesita el Sistema Nacional de Salud y luego esas pautas básicas tienen que desarrollarse y especificar en cada autonomía. Y hay algunas que estarán más necesitadas y otras, menos.

Entiendo esto que me dice pero, por la diferencia de las condiciones que tienen las enfermeras en Castilla y León y en comunidades limítrofes como el País Vasco o Cantabria, da la impresión de que unas se han puesto las pilas y otras no. ¿Diría que Castilla y León lo ha hecho?

No, por eso hemos ido con una serie de reivindicaciones a ver al consejero de Sanidad. Y nos ha dicho que sí, que quiere actualizar plantillas orgánicas.

¿Le han creído?

En este momento solo digo que hay que darle cien días para ver lo que hace, a todo el mundo se le da un tiempo para ver cómo reacciona...

Ya fue consejero antes unos cuantos meses...

Sí, pero estaba prácticamente en campaña electoral. Mira, yo quiero creerle porque ahora no puedo hacer otra cosa. Si no le creemos estamos perdidas y aún así te digo que tengo mis dudas, que tengo muchas dudas.

¿Qué cree que puede hacer este consejero para que su gestión se distinga de las anteriores y que la Enfermería diga que ese camino es el correcto?

Sentarse con los profesionales y, de verdad, ver todos los problemas y saber que con la buena voluntad no vale, que hay que ponerse a trabajar sobre ellos y solucionar lo más inmediato y lo de medio plazo y planificar lo de más largo plazo. El problema de los políticos es que ninguno planifica más allá de los cuatro años de una legislatura; si en esa legislatura hay alguna incidencia como ha ocurrido con la pandemia, salta todo por los aires.

El consejero dijo que está pensando en un plan de fidelización de la Enfermería similar al que se hizo con los MIR. No sé qué le parecerá viendo los resultados de este último, que solo ha hecho que se queden un 25% de los que terminaron la especialidad en Castilla y León.

No sé si es un buen espejo para mirarse. Vuelvo a lo de siempre. Hay que hacer una planificación, ver los problemas...

¿Cree que a estas alturas los gestores no saben cuáles son los problemas de la sanidad?

Sí, sí, lo sé. Y uno de los que aquí más nos afectan a las enfermeras es el de las diferentes condiciones laborales y salariales con las compañeras de comunidades cercanas, lo que hace que muchas de Burgos se marchen e incluso las hay que viven aquí y trabajan en el País Vasco, por ejemplo.

¿Cuál es la diferencia entre lo que ganan aquí y en Euskadi o Cantabria?

Pues probablemente allí ganan un 25% más.

¿Por qué ocurre esto?

Son las administraciones, que han apostado por mejorar las condiciones de los profesionales, porque las enfermeras trabajamos en todos los sitios de la misma manera, a tope.

¿Lo tendría muy difícil Castilla y León para igualar, al menos, esas condiciones?

Es que creo que nunca se tenía que haber permitido que se produjeran estas desigualdades, cuando éramos Insalud todo el mundo cobrábamos lo mismo.

¿No echará de menos al Insalud?

No, no lo echo de menos, pero reconozco que lo único, quizás, bueno que había entonces es que todo estaba homologado y, de hecho, con este fin se creó el Consejo Interterritorial, un órgano que creo, de verdad, que no ha desarrollado las competencias que tiene.

Se les acumula, entonces, el estrés y el cansancio de dos años de pandemia, las plantillas insuficientes, el incremento de las agresiones por parte de los pacientes, las diferencias entre comunidades autónomas y ahora la falta de profesionales. ¿Qué previsiones hay en Burgos a este respecto?

Mira, ahora se están jubilando todas las enfermeras que comenzaron a trabajar en los años 80, cuando se construyeron muchos nuevos hospitales, los servicios se jerarquizaron, se crearon muchos nuevos y cambió la Atención Primaria al nuevo modelo de centro de salud que sustituía al ambulatorio, lo que implicó la incorporación de muchas profesionales. Y como no ha habido ninguna previsión ni ninguna política de recursos humanos con estrategia a medio y largo plazo están empezando a faltar enfermeras. Lo que yo me estoy encontrando en el Colegio es que hace diez años se jubilaban 10 o 12 enfermeras al año. En 2021 lo hicieron 70.

¿Qué panorama laboral le espera ahora a una joven que se gradúe este año como enfermera?

Prácticamente están esperando a que acaben porque la necesidad de profesionales ya es imperiosa. Tanto los hospitales comarcales como el HUBU y Atención Primaria han hablado con la Universidad de Burgos para intentar traerse a alumnos. En estos momentos se empieza a trabajar al día siguiente de graduarse.

¿Con qué condiciones?

Pues, desde luego, no las ideales porque tienen mucha rotación en los turnos, trabajan de día, de noche y sin planificación porque les pueden llamar en cualquier momento. Pero esto está relacionado con las plantillas, insisto.

¿Qué tipo de contratos les ofrecen?

Pues para hacer vacaciones e incluso hasta final de año.

¿Y tardarán mucho en encontrar una estabilidad?

Lo tienen más difícil porque no salen todos los años oposiciones, algo que no debería ser así. Las enfermeras se pasan muchos años haciendo sustituciones.

¿De cuánto tiempo estamos hablando?

Hay gente que ha estado hasta diez años. Hace una década estaban más tiempo. Ahora es fácil encontrarte con una enfermera que lleve diez años trabajando y no tenga plaza.

Entiendo que esto fideliza poco y quema mucho.

Efectivamente. Estar años encadenando contratos es lo habitual y desde la pandemia, más.

¿Esos contratos son de calidad?

Si te dan una interinidad (en una plaza vacante) puedes estar más tiempo y tienes más estabilidad. El problema son el resto de contratos, temporales o por bajas.

¿Cómo repercute esta situación en los pacientes y en la continuidad de cuidados?

Es que la tira por tierra. Por eso decimos que trabajar en unas condiciones tan negativas repercute en la calidad asistencial porque desaparece la continuidad de cuidados y solo vas a lo urgente.

El sábado se celebró en Madrid una manifestación convocada por el colectivo Unión Enfermera que incluye al Consejo General, al sindicato SATSE, a la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería, a la Conferencia Nacional de Decanos de Enfermería, a distintas sociedades científicas enfermeras y a la Asociación Estatal de Estudiantes de Enfermería. Sé que el Colegio de Burgos se sumó y me gustaría que me explicara las razones.

Pues porque hemos dicho basta ya y estamos en una situación límite. Espero que tengamos alguna respuesta al mismo nivel de la relevancia de la manifestación y si no es así, pues seguiremos luchando.

Unión Enfermera, en sus reivindicaciones, habla de la falta de seguridad en la atención sanitaria "que conlleva riesgos, complicaciones, reingresos, efectos adversos e incluso fallecimientos como constatan numerosos estudios nacionales e internacionales…". Esto puede dar mucho miedo a los pacientes. ¿De qué nivel de falta de seguridad estamos hablando?

Te pongo un ejemplo: si a un paciente le has ofrecido un nivel máximo de cuidados de Enfermería porque tienes tiempo, con toda probabilidad has detectado y prevenido futuras complicaciones. Si no es así, es posible que esto no ocurra.

También se quejan de que las enfermeras no pertenecen a la escala profesional de la Administración que les corresponde por su titulación y esto supone menos ingresos.

Esto viene de los años en los que la Enfermería era una diplomatura pero ya ha pasado tiempo desde que somos un grado y no nos igualan, por ahorrar seguramente, y esto desmotiva muchísimo también.

Ha hecho antes varias referencias al incremento de las agresiones a las enfermeras. ¿Qué le cuentan sus compañeras de lo que ocurre en Burgos?

Pues que es similar al resto de España. El observatorio existente te habla de las agresiones que se denuncian pero hay muchas, muchísimas que no se denuncian, sobre todo las que son de agresiones verbales, que hacen mucho daño psicológico.

¿Por qué es tan difícil aún ver enfermeras dirigiendo hospitales o coordinando centros de salud?

Antes teníamos la barrera legal, no podías hacerlo si no eras licenciada y las poquitas enfermeras que llegaban a dirigir un hospital era porque tenían otra carrera complementaria. Ahora, en teoría, se podría, pero cuesta mucho, tanto que hay autonomías que lo tienen vetado por el hecho de que no tenemos la escala profesional que nos corresponde.

Sorprende ver que una profesión tan feminizada como la suya tenga hombres al frente del Consejo Autonómico y del Consejo Estatal. ¿A qué cree que se debe?

Es una casualidad. Buena parte de las presidentas de los colegios de la comunidad, más de la mitad, somos mujeres. Las enfermeras, como cualquier otro profesional, ambicionan la gestión -unas más que otras- pero es cierto que quienes la tienen cargan con esa idea, que aún pervive, de que la mujer es la base de la familia, la que tiene que cuidar, y cuando te quieres dedicar a la gestión necesitas tiempo y esfuerzo. Afortunadamente, esto está cambiando en las nuevas generaciones donde hay mucho talento enfermero que a veces no se permite salir porque no le favorecen las condiciones sociales, laborales ni institucionales.