Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Guiris y otras hierbas

20/06/2022

Vuelven los guiris, titulaba el sábado este periódico para ponernos en autos de que los turistas extranjeros poblarán este verano los hoteles burgaleses en niveles similares a los de los años previos a la crisis sanitaria, así que no es de extrañar que el personal del ramo se vuelva loco de contento ante la perspectiva de que la ciudad se nos llene de nuevo de alemanes rubicundos, y de circunspectos ingleses, y de japoneses despistados. 

Guiri es sustantivo añejo que, nacido en la carlistada, designa a un tipo muy concreto de ciudadano: el que, procedente de otro país, llega al nuestro con la cartera llena, vestido con vistosas camisas estampadas y con calcetines debajo de las sandalias, presa fácil de sobreprecios fraudulentos y que se conduce con el aturdimiento propio de quien se mueve por tierra extraña. A pesar de la connotación peyorativa del término, el guiri resulta por lo general simpático, y mal que bien nos hacemos entender cuando alguno de ellos nos pregunta dónde está la catedral o en qué taberna se puede beber una sangría como dios manda.

A otros extranjeros, la verdad sea dicha, nadie los llama guiris, quizá por su presencia ordinaria entre nosotros: Castilla y León cerró el ejercicio con 195.500 inmigrantes regularizados, ese contingente 'legal y ordenado' para el cual, al decir del nuevo gobierno regional, la nuestra será siempre una tierra de bienvenida. Pero, dado que una cosa es predicar y otra bien distinta repartir trigo, el vicepresidente de la Junta ha vuelto a salirse de órbita y, a despecho de tan hospitalario anuncio, se descuelga ahora con la lindeza de que el único expediente para combatir la despoblación que está convirtiendo nuestra comunidad autónoma en un erial pasa por que «las familias españolas tengan niños españoles». Vertido al román paladino, lo que nos viene a contar el ínclito García Gallardo es que los hijos de inmigrantes nacidos en nuestro suelo, por muchos papeles de que dispongan, no serán considerados jamás castellanoleoneses auténticos, y que, en definitiva, prefiere una región vacía a una mestiza.

En castellano disponemos de una palabra que designa este tipo de opiniones, pero nos resistimos a escribirla aquí, no vayan a asustarse los guiris y nos dejen este verano compuestos y sin novia.