Duques de Abrantes y heráldica en capilla de Santa Ana (III)

JUANJO CALZADA
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Carvajal, condes de Benavente, Orden de la Jarretera y duques de Abrantes

De izquierda a derecha: escudo de los Carvajal, escudo de los condes de Benavente, escudo de la Orden de la Jarretera y escudo de los duques de Abrantes. - Foto: Valdivielso y Alberto Rodrigo

I. LOS CARVAJAL

Las armas de los Carvajal se basan en la banda de sable en campo de oro, con bordura de hojas de roble.

+ La banda
Se dice que el primer caballero de este linaje fue Gonzalo González de Carvajal, al servicio de Fernando III el Santo, quien pobló Plasencia en 1250. Sus armas se basarían en la susodicha banda, mas esto no concuerda con la posibilidad de que surgiera a partir de la creación de la Orden de la Banda en 1332, es decir, casi un siglo más tarde.

Alfonso XI funda en 1332 la Orden de la Banda en la ciudad de Vitoria en un intento de que terminara la anarquía nobiliaria y que los esfuerzos de todas estas personas se orientaran hacia el sur, culminando estos en la victoria de la batalla del Salado de 1340. Muchos nobles, por su pertenencia a la Orden de la Banda, adoptarán en su heráldica la banda engolada por dragantes. Las cabezas de dragones que aparecen en los extremos de la misma son la personificación del mal, concretamente simbolizan a los infieles musulmanes.

En relación con el escudo que ahora nos ocupa he de decir que en él no aparecen las cabezas de dragantes. Pedro Cordero afirma que el origen de la banda de los Carvajal es probable que derive de la Orden de la Banda, pero no lo da por seguro.

+ Bordura de ramas de roble
Al margen de hipótesis como la que hace derivar la palabra Carvajal de “carvajo”, es decir, lugar de robles, parece ser que la bordura de robles aparece en el siglo XVI de la mano de Bernardino de Carvajal y en relación con las armas de ciertos papas pertenecientes a la familia della Rovere, que llevaban en su escudo el roble.

Don Bernardino, amigo del papa Sixto IV ( Francesco della Rovere), pero enemigo de Julio II (Giuliano della Rovere), es desposeído de sus dignidades eclesiásticas por este último, entre ellas la de cardenal. León X le restituye en sus cargos y, muerto este, teniendo grandes posibilidades de coger la tiara papal, intenta atraerse a los cardenales que habían estado al lado de Julio II, adoptando por ello en su escudo las armas de la familia della Rovere, es decir, las ramas de noble. Al final el elegido no será él, sino Adriano VI.

Como obispo de Plasencia financió las obras de la catedral y en 1522, para conmemorar el cierre del presbiterio, se colocan los escudos del emperador Carlos y de don Bernardino, este, por primera vez, con la bordura del roble.

II. CONDES DE BENAVENTE: LOS PIMENTEL 
Tenemos un escudo cuartelado con tres fajas de gules en los cuarteles 1 y 4 y cinco veneras en los otros dos, todo ello con orla de castillos y leones. Por cimera un buitre y la divisa “ más vale volando”.

+ El trifajado
Hay bastantes versiones sobre él, desde los que dicen que los Pimentel proceden de la monarquía goda a quienes lo relacionan con gestas medievales, tales como la batalla de Ourique de 1139, en donde una persona de este linaje consiguió del rey moro una bandera amarilla ensangrentada, de ahí las tres franjas rojas en campo dorado o amarillo. No faltan versiones que lo relacionan por relaciones matrimoniales de los Pimentel con los Fernández de Córdoba. Este mismo trifajado le podemos ver en los escudos de los Córdoba en esta misma capilla.

+ Las veneras
Una leyenda surgida entre los siglos XII y XIII nos dice que un caballero, supuestamente del linaje de los Pimentel, cuando iba en busca de su futura esposa, en las costas portuguesas se encontró con el cortejo fúnebre del apóstol Santiago, siendo arrastrado por su caballo desbocado mar adentro y saliendo milagrosamente del agua con la armadura y el corcel cubiertos de veneras. Pedro Gracia Dei en el siglo XV nos dice que las veneras sustituyen a las quinas portuguesas, relacionas estas, como ya he comentado, con la batalla de Ourique y Alfonso I de Portugal.

+ La divisa ‘más vale volando’
El refrán “más vale pájaro en mano que ciento volando” se pone en relación con aquellas personas que abandonan lo ya conseguido en su deseo de alcanzar mayores ganancias, eso sí, inciertas e inseguras. En esta misma línea se lee en el Libro del Buen Amor “ No dejes lo ganado por lo que has de ganar” y en El Quijote “más vale pájaro en mano que buitre volando”.

Juan Alfonso Pimentel el Bueno sería el primer hombre de este linaje en pasar de Portugal a Castilla. Enemistado con el rey portugués, este le reprocha que se pase al lado de Juan I de Castilla y su esposa Beatriz, advirtiéndole que está poniendo en peligro sus posesiones portuguesas en Braganza y Vinhais y diciéndole “más vale pájaro en mano que ciento volando”, a lo que Juan Alfonso le responde “más vale volando”. 

Efectivamente, la derrota de Aljubarrota de las tropas castellanas ante las portuguesas va a significar que los Pimentel pierdan sus posesiones portuguesas, pero aquí, en Castilla, Enrique III el Doliente le terminará concediendo el condado de Benavente, con lo que al final podríamos aplicar la frase del Quijote “más vale buitre volando”.

+ El buitre
Animal carroñero que es capaz de predecir la muerte y el lugar en donde se va a producir. Eliano nos dice que sigue a los ejércitos porque sabe que donde hay guerra hay muertos. Los bestiarios medievales lo ponen en relación con el diablo, pues este también sabe en donde hay carroña, es decir, pecadores.

Ahora bien, el buitre también tiene un simbolismo positivo. Así, se nos dice que Hércules veía en su aparición una buena señal para acometer sus hazañas. En la Antigua Grecia se le llegó a considerar como un animal que con su vuelo predecía las victorias, pues indicaba con él el camino del triunfo.

Es evidente que aquí hemos de considerar al buitre en sentido positivo. Los Pimentel lo adoptan por su valor, arrojo y agresividad.

III.- ORDEN DE LA JARRETERA 

En 1337 comienza la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra ante las pretensiones de Eduardo III, de la casa de los Plantagenet, de convertirse en rey de Francia. En 1348 funda la Orden de la Jarretera para unir a los nobles ingleses en torno a él. Su divisa será un cinturón militar, con una hebilla atada y anudada, símbolo de lealtad y amistad entre sus miembros, llevándolo atado bajo la rodilla izquierda como si fuera una liga o jarretera. Los colores del cinturón son los de Francia, el azul y el oro, para dar a entender que la pretensión de Eduardo III sobre el reino francés es legítima. El lema “Honi soit qui mal y pensé” (Vergüenza caiga para quien piense mal) era una advertencia para aquellos que dudaran de dicha legitimidad. La orden se inspira en la Mesa Redonda de los Caballeros del rey Arturo y va a tener como patrón a san Jorge.

Francia, en un intento de desacreditar a la orden, se inventa un origen bastante frívolo. Así surge la leyenda de cómo en un baile, al caérsele la liga a la condesa de Salisbury, Eduardo III la recoge y la anuda a su pierna y, ante las consiguientes murmuraciones, exclama el “Honi soit qui mal y pensé”.

Eduardo III en su escudo, aparte de los leones de los Plantagenet, va a poner las lises francesas, en un intento de reclamar el trono de Francia.

IV.- EL ESCUDO DE LOS DUQUES DE ABRANTES 
Aunque aún faltan escudos por describir, caso por ejemplo del de los Arellano, que tiene tres flores de lis, voy a pasar ya directamente a hablar del escudo de los duques de Abrantes propiamente dicho.

Alfonso de Lancaster y Lancaster recibirá el título de marqués de Abrantes por parte de Felipe IV en 1642, quien por entonces es rey de España y Portugal, obteniendo asimismo la Grandeza de España en 1650. Como tataranieto del rey portugués Juan II adoptará por escudo las armas de Portugal.

+ Escudo de Portugal
A semejanza del sueño que tuvo el emperador Constantino en vísperas de la batalla de Milvio, Alfonso Enríquez, en plena reconquista frente al infiel, también recibirá en sueños la visión de Cristo, acompañado por ángeles, para propiciar su victoria en la batalla de Ourique (1139). A partir de aquí se proclamó rey de Portugal, con el nombre de Alfonso I, y puso en el escudo las llamadas quinas portuguesas, cinco, en recuerdo, dice el mito, de las cinco llagas de Cristo, aunque otros aluden a los cinco reyezuelos  moros a los que dio muerte. Es así como a través de la leyenda se sacraliza la monarquía portuguesa y se legitima la nueva monarquía y la independencia del reino correspondiente.

Con Alfonso III vendrá en el escudo la bordura de castillos en una época en la que el rey Alfonso VIII, el de las Navas, brillaba. Alfonso III quiso asociarse a una monarquía importante, pues era nieto del rey castellano.

Es así como llegamos al siglo XIX y Ángel María de Carvajal y Téllez-Girón, IX duque de Abrantes, asume como patrono de la capilla de la Concepción, una serie de obras en ella. Lanzuela se va a encargar de hacer dos retablos neogóticos dedicados a san Rafael y a santa Teresa respectivamente y de repintar y redorar el magnífico retablo del siglo XV de Gil de Siloé, en cuyas embocaduras pintará los escudos relacionados con el duque de Abrantes. Asimismo, se amplía la cripta del obispo don Luis de Acuña y Osorio con la intención de albergar en un futuro las tumbas de los duques de Abrantes.

Don Ángel María de Carvajal luce el escudo de los duques de Abrantes por distintos puntos de la capilla: en las embocaduras del retablo de Gil de Siloé, en las vidrieras, etc.

Fuentes: Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Pedro Cordero Alvarado, Manuel Fernández del Hoyo, Rafael González Rodríguez, Xosé Ramón Mariño Ferro, Luis Valero Bernabé, Rafael Domínguez Casas, Julio Mario Villarreal, Luis Fernando Fernández Sánchez, Miguel Metelo de Seixas, Faustino Menéndez Pidal de Navacués, José Luis Martín, Luis Serrano Piedecasas y José Antonio Martín Fuertes.