Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Todo es ponerse

31/05/2022

Por si no sufriésemos ya agravios bastantes, una encuesta nacional realizada por un fabricante de geles lubricantes y otros ungüentos más o menos íntimos ha venido a cubrirnos de deshonor en los últimos días: resulta que somos, con Cantabria y las Islas Baleares, la provincia en la que menos se practica el sexo de toda España, con una frecuencia de 1,8 veces semanales. Se podrá aducir en nuestra defensa que vivimos en un territorio que padece una secular y alarmante fuga de talentos, y que lo que en realidad ocurre es que nuestra muchachada anda por ahí afanándose en subir la media de metrópolis como Madrid y Barcelona, que al menos salvan la cara en la encuesta de marras. Pero lo cierto es que el argumento se desmonta irremisiblemente si consideramos que Castilla y León se sitúa en un sorprendente primer puesto del podio autonómico en lo que a relaciones sexuales se refiere: en Salamanca exhiben tan extraordinarias muestras de buena salud que sus vecinos se entregan al fornicio un día sí y uno no (lo que podría explicarse en virtud de esa población flotante suya vinculada a la actividad universitaria), y los empadronados en Ávila, Zamora y Soria, igualmente tierras de emigración y con unos niveles de envejecimiento demográfico iguales o mayores que el nuestro, declaran superar las tres coyundas de lunes a domingo.

Si la autoridad competente resuelve poner los medios necesarios para sacudirnos el lodo de tan infame estadística, y aun a riesgo de que don Juan García-Gallardo nos tache de pervertidos, quizá debería articular una campaña de concienciación que persuada al vecindario de que, entre otros placenteros beneficios, el sexo fortalece el sistema inmunológico, contribuye a disminuir la presión arterial y ayuda a controlar el estrés. Y, sobre todas las cosas, mejora el humor: quién sabe si, de dedicar algo más de empeño a la bendita cópula, no seríamos capaces de disfrutar como es debido de ocasiones tan faustas como nuestras fiestas mayores, en vez de regañar todo el santo día sobre adónde desterrar las barracas, lamentarnos de que los asistentes a los conciertos de rock nos pisan lo sembrado y echar pestes de los bares ambulantes de la Feria de Tapas.

Lo dicho: todo es ponerse.