Historia de un cruzado (3): Una maratón por delante

ROBERTO MENA
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Una semana después de su operación, Andy Rodríguez comienza el trabajo y son muchos los escalones que debe subir hasta alcanzar su meta. Sentirse parte del vestuario en el Burgos CF le ayuda. Cada avance es una celebración

Conforme la rodilla fue respondiendo, Andy comenzó a hacer ejercicios en el gimnasio y dando pasos hacia delante en su recuperación. - Foto: Valdivielso

El trabajo comenzó poco después de salir del quirófano. No había tiempo que perder, aunque en esas primeras jornadas los servicios médicos se dedicaron a aliviar sus molestias. «La presoterapia -presión y frío- le vino muy bien y le calmó. En esa primera semana no se podía movilizar prácticamente la rodilla y ya en la segunda fuimos realizando isométricos de forma muy suave, sobre todo para la zona del cuádriceps», explica Marta Ordóñez, fisioterapeuta del Burgos CF.

Andy sabía que la paciencia debía convertirse en su mejor arma y entendió que para sobrellevar la adversa situación lo mejor era estar junto al grupo todo lo que pudiera. Formó parte de la dinámica colectiva en cuanto se lo permitió su rodilla, lo que se convirtió en parte de su terapia.

«Ha sido importante para mí y me ha ayudado mucho estar con mis compañeros. Estaba en charlas, compartía el día a día con ellos y eso era importante. He estado incluso en algún viaje. Pese a que en los primeros días después de la operación estaba incómodo, quería estar en el vestuario y en cada partido», relata el futbolista. 

Comenzó a apreciar esas cosas que antes, por rutinarias, no valoraba. «Simplemente el formar parte de la dinámica de equipo, pese a trabajar al margen, era algo que agradecía», señala Andy, al que ya el 10 de septiembre se le pudo ver sobre el césped de El Plantío en muletas y con una aparatosa rodillera para participar en el ya ritual saludo entre el equipo y la afición cada final de partido.

Los fisioterapeutas seguían trabajando y Andy iba quemando etapas. Estuvo tres semanas con muletas y un primer avance significativo fue el de caminar sin ayuda. «La sensación es que no sabía andar», indica.

Marta Ordóñez señala que el objetivo en estas semanas es el de acondicionar la articulación para que posteriormente soporte un trabajo más intenso. «Hay que preparar esa rodilla y poco a poco se van incluyendo más cargas en cada uno de los ejercicios, aunque todo se hace de forma muy controlada y comenzando por movimientos sencillos», comenta. Fue el 11 de octubre cuando se inició también el trabajo de piscina, que lo iba combinando con el de gimnasio.

En este largo camino surgieron algunos problemas. La exigencia de los ejercicios aumentó y el futbolista notó molestias en la zona del tendón rotuliano, algo habitual cuando se utiliza la técnica HTH para reemplazarle el ligamento cruzado anterior. Javier de Simón, otro de los fisioterapeutas blanquinegros, le ofreció la opción de la electrólisis percutánea musculoesquelética, ya que su problema era de adherencias y entendía que podía funcionar.

«Lo único que hacemos es tocarle el tendón con las agujas para estimularlo y que se libere. Al principio era reacio a estas técnicas invasivas, pero accedió y luego comprobó los resultados positivos», comenta De Simón.

La rodilla evoluciona de forma favorable. El trabajo de piscina da sus frutos y para mediados de octubre logra los últimos grados de extensión activa. Llega la primera prueba radiológica y se le practica una resonancia de control el 14 de noviembre que confirma esas sensaciones positivas. Corre por primera vez el 26 de noviembre. Lo podía haber hecho antes, pero el cuerpo médico decidió posponer esta nueva etapa unos días.

«Cada paso que das es una pequeña batalla que ganas. Dejar las muletas, comenzar a correr, poder conducir…», comenta el futbolista.

En muchos aspectos toca volver a empezar. Incluso algo tan cotidiano y habitual como caminar le cuesta al principio. Cuando empieza a correr en línea recta el cuerpo médico le graba y en las imágenes en cámara lenta se dan cuenta de que la activación en cada pierna es diferente, que el cuerpo y la mente tratan de proteger esa articulación lesionada. Se inicia el trabajo para corregirlo.

«Me acuerdo de cuando vuelvo a hacer una conducción con el balón sobre el césped y la sensación es que se me ha olvidado jugar al fútbol, aunque poco a poco vas mejorando», explica.

Tanto Marta Ordóñez como Javier de Simón hablan de un paciente «ejemplar» y de la «satisfacción grupal» que supondrá su regreso a los terrenos de juego. «Ha sido un trabajo entre todos y es que este tipo de lesiones son como una maratón en las que hay que invertir mucho trabajo y mucho tiempo», responde Marta Ordóñez.