El cultivo de almendras en Aranda gana terreno

L. NÚÑEZ
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En plena recogida, la familia Del Cura confía en lograr una cosecha cercana a los 1.500 kilos, a pesar de que una parte quedó dañada por el granizo de julio. En total, suman 560 árboles. Su próximo paso será lanzarse a la venta online

La recogida de almendras tiene varias fases: del árbol caen a la malla, se meten en cestos y luego se pelan. - Foto: Jesús J. Matías

Aranda de Duero no escapa al boom en la plantación de almendros que se vive desde hace unos años a nivel nacional. Con cerca de 35 hectáreas, a las que se suman al menos otras 20 en localidades de la Ribera del Duero, este cultivo gana peso, poco a poco, por la rentabilidad que ofrece y la escasa mano de obra que requiere. En este contexto, la familia Del Cura, movida por la inquietud de buscar nuevas formas de negocio para su explotación, decidió plantar media hectárea de almendros en el término de La Lobera. Corría el año 2016. «La demanda en España es superior a la producción nacional y creímos que había mercado para meternos», explica Enrique del Cura. 

En 2017 y 2018 ampliaron hasta alcanzar dos hectáreas y cerca de 560 árboles. Todo ello después de viajar a un vivero de Lérida con otros amigos arandinos en busca de las plantas. Investigaron, pidieron consejo y decidieron plantar almendros de dos variedades en parcelas donde el cereal no les daba la rentabilidad que esperaban. Eso sí, de manera paulatina, ya que como recuerda Enrique, «los viveros no te vendían toda la planta que querías, había cierta escasez porque eran años donde se plantaba mucho en lugares como Castilla-La Mancha y Extremadura, la planta estaba muy cotizada y te la daban con cuentagotas». 

Ahora se encuentran en plena recolección. Es su primera «gran cosecha» ya que, salvo los 80 árboles más pequeños, el resto está todo en producción. En 2020 sacaron unos 400 kilos de almendras, pero en 2021 se helaron por completo.  Este año, comenzaron a recoger los frutos a primeros de septiembre y les ha llevado cerca de un mes ya que la maduración de cada parcela es diferente en función de la exposición, el suelo, el riego... En total, confían en obtener una producción cercana a 1.500 kilos a pesar de que el granizo de julio dañó una parte. Detrás, se 'esconde' un proceso laborioso. Primero extienden unas mallas en el suelo, después emplean un vibrador que acoplan al tronco y, acto seguido, recogen las almendras que han caído sobre las redes. Llega el turno de meterlas en la peladora, que enganchan al tractor y permite que la vaina  salga por un lado y el fruto, por otro. 

Una vez peladas (que no cascadas), las almendras pasan al secadero. Si esos días hace calor, optan por un proceso natural a pleno sol. Si hay humedad o lluvia, se decantan por el secado forzado con aire caliente a través de un ventilador.  Una vez culminada esta etapa, llega el momento del envasado, que los hermanos Enrique ySergio y su primo Ignacio realizan de manera artesana en sacos de 15 o 20 kilos. Distribuyen su producto en varias fruterías y un supermercado. Su próximo objetivo es diseñar una página web y así adentrarse en la venta online con bolsas de dos a cinco kilos, lo que les posibilitará romper las 'fronteras' comarcales.

El suelo les condiciona. Hasta que no dispongan de su propia web y vean el tirón que pueden lograr no se plantean ampliar el número de hectáreas. «Vamos a ir paso a paso», defiende Enrique, mientras apunta que uno de los condicionantes es el precio del suelo en Aranda. «Vale mucho dinero porque es denominación de origen. La hectárea ronda los 12.000 euros, mientras que en pueblos fuera de la DO puedes encontrarlo por 3.000 euros». En su caso, al ser una explotación familiar y disponer tanto del terreno como de la maquinaria, la inversión ha alcanzado los 5.000 euros. «Si empiezas de cero, cuesta rentabilizarlo», advierte al respecto. 

¿Y las salidas en el mercado? Muchas y en auge. Desde repostería, para tartas y turrones, hasta aperitivos y un sinfín de productos saludables con gran tirón entre los consumidores veganos.