La tarde que desvió la N-I

I.M.L.
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Hoy se cumplen 40 años del accidente que se cobró la vida de cuatro peatones en la travesía de esta carretera nacional a su paso por Aranda de Duero

Los curiosos rodeaban el lugar del siniestro sin la más mínima distancia de seguridad, algunos colaboraron en la contención del combustible. - Foto: Florentino Lara

Una tranquila tarde de agosto se teñía de negro en la historia reciente de Aranda. Negra por la muerte de cuatro personas, dos niños de 5 años, su madre y otro hombre, y negra por la gran mancha de gasóleo que cubrió la calle San Francisco como un crespón de luto. Hoy hace 40 años de esa jornada en la que se materializaron los miedos de los arandinos ante el tráfico de la travesía de la N-I, incluyendo el tráfico pesado entre Madrid y el norte o viceversa, y que sirvió de aldabonazo definitivo para exigir la conclusión del desvío para sacar a los camiones de esta arteria central de la ciudad.

Las crónicas periodísticas de la época, como la del día siguiente en DB de Juan Sanz Juez, relatan que el siniestro se produjo en torno a las 17:30 horas, aunque testigos presenciales lo adelantan una hora u hora y media. En lo que coinciden es en que un camión cisterna cargado de combustible sufría un espectacular accidente tras quedarse sin frenos en la cuesta antes de la plaza de toros. Las colisiones con otros vehículos y con los edificios laterales redujeron su velocidad y terminó volcado, derramando 25.000 litros del combustible en el asfalto.

En su loca carrera sin control, el camión segaba la vida de cuatro personas, tres de ellas de la misma familia. «Mira que ha pasado tiempo, pero esa es una de esas cosas que no se olvidan», reconoce Evaristo Camarero, que era concejal en la recién constituida primera corporación municipal democrática. «Acababa de tomarme un café y entonces me avisaron de lo que había pasado. Fuimos todos para allá para y son imágenes que no se borran», confiesa Camarero que «como era el delegado del Hospital, me fui para allá y recuerdo que los médicos no tenían esperanzas en la recuperación de la niña herida», recuerda, refiriéndose a Mari Paz Veros Guijarro, que tenía 13 años por aquel entonces, y que en el momento del accidente iba con su madre, Candelas Guijarro Bajo, de 38 años, y sus dos hermanos mellizos, los pequeños Javier y Jorge, de 5 años. Los tres no tuvieron la suerte de sobrevivir al accidente, falleciendo en el acto, igual que la cuarta víctima mortal, Paulino Yagüe, de 42 años, además de tres heridos, uno de ellos muy grave.

El camión quedó volcado boca arriba en medio de un charco de combustible.El camión quedó volcado boca arriba en medio de un charco de combustible. - Foto: F.L.

Y podía haber sido peor. «A mí me pilló fuera de Aranda, pero todo el mundo me decía que menos mal que no había llegado el camión hasta la gasolinera que había unos metros más adelante, que podía haber sido una tragedia mucho mayor», rememora Máximo Pastor, también concejal en el Ayuntamiento arandino de entonces. 

Los vecinos de Aranda, los que lo vivieron y los que lo han escuchado relatar a lo largo de estos años, también recuerdan la indignación social que provocó este siniestro. «La gente decía que no se había hecho nada hasta que había pasado algo, como siempre, y se recrudecieron las manifestaciones, algunas con actuaciones contundentes de la autoridad para disolverlas, para exigir que se acabase el desvío», relata Pastor. Y la presión social y del Consistorio obtuvo una respuesta positiva, con el desvío operativo en diciembre del año siguiente, evitando al menos que el tráfico pesado circulase por el centro de la ciudad.