Enamorados de la vida

A.S.R.
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Ariel Rot y Kiko Veneno vuelan alto en un concierto irrepetible en Santa Teresa al que se sumaron amigos como Fetén Fetén, David Ruiz, de La M.O.D.A., y Muchachito Bombo Infierno

El buen rollo entre Ariel Rot (i.) y Kiko Veneno se sintió desde que ambos salieron al escenario y se lo trasladaron al público, que bailó y cantó canciones que ya son himnos. - Foto: Luis López Araico

Empezaron atrapados en el blues de Memphis sin poder salir y acabaron enamorados de la vida, aunque a veces duela, y pidiendo a una rebosante plaza de Santa Teresa '¡salta, salta conmigo!'. Y el público saltó. Saltó con Ariel Rot y Kiko Veneno como si no hubiera mañana después de un viaje por la banda sonora de Un país para escucharlo, la gira en directo del programa de televisión conducido por el músico de Tequila y Los Rodríguez, que se alargó dos horas a orillas del Arlanzón. 

A la fiesta en el escenario se unieron amigos. No podían faltar. Fetén Fetén, David Ruiz, de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, y Muchachito Bombo Infierno animaron el cotarro. Sorprendieron, muy gratamente, a muchos. No a todos, alguno ya los había visto en la prueba de sonido. Sus intervenciones se trufarían a lo largo de la noche para hacerla única, irrepetible, con el cantante de La M.O.D.A. entonando el Por ahí viene el Joselito, con los ojos brillantes, o Muchachito protagonizando el Sin documentos más loco. «Viajeros, bohemios, gente maravillosa que nos va a romper la cabeza esta noche». Así se refirieron a ellos los anfitriones, que, ¡cómo no!, aludieron a la temperatura, muy agradable. «Desde que está el público, hay un calorcito increíble», lanzaron para regocijo de todos. 

Y es que la calidez de esta primera cita en el llamado Escenario Céntrico se sintió desde que el viejo roquero y el viejo rumbero salieron a escena trece minutos después de las once. Tras unos primeros temas, Memphis Blues, Dulce condena, en los que se contagió el buen rollito que se traen el 'señor Kiko Veneno' y el 'gran Ariel Rot', que así se presentaron mutuamente, dirigieron sus primeras palabras a los burgaleses, que, aunque con timidez, al final casi llenaron Santa Teresa. 

La nostalgia es poderosa. Si encima del escenario se peinaban cabellos blancos, debajo, también. Cuarentones y cincuentones, sobre todo, aunque no solo, bailaron y corearon, no con tanta furia como en los 80 y los 90, canciones que ya son himnos como En un Mercedes blanco, Echo de menos, Baile de ilusiones, Volando voy, Milonga del marinero y el capitán...