La secularización gana puestos

P. Velasco
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La pérdida de influencia de la religión no es tan evidente en Castilla y León como en otras comunidades autónomas, aunque actualmente ya ocho de cada diez matrimonios que se celebran en la región son civiles

Celebración religiosa en la ermita de Valdesalce de Torquemada (Palencia) - Foto: Sara Muniosguren

Ocho de cada diez matrimonios que se celebran en Castilla y León ya son civiles y el porcentaje de alumnado que cursó actividades alternativas a la asignatura de religión en Primaria fue del 35,5 por ciento. Datos que confirman el aumento progresivo de la secularización de la sociedad castellana y leonesa, extensible a toda España y que los sociólogos justifican por tres factores: un mayor nivel de estudios en la población general, una mayor urbanización del país y la diversidad cultural y religiosa que ha venido facilitada, entre otros aspectos, por la inmigración.

En el caso de Castilla y León, la secularización no es tan evidente como en otras comunidades españolas, quizás por la presencia de una población mucho más envejecida que todavía mantiene arraigadas muchas creencias y tradiciones. Según el último informe del CIS de este año, una cuarta parte de la población española se considera irreligiosa (ateos, agnósticos, deistas…) y es notable también la brecha generacional que se puede observar a la hora de comprobar la sobrerrepresentación de estas identidades en la población más joven.

Con respecto a la situación en la región, los últimos datos de los que dispone el CIS sobre el sentimiento religioso en la Comunidad se refieren al año 2015, con un 78,2 por ciento de los castellanos y leoneses que se consideran católicos y casi la mitad confirmando que no acuden casi nunca a oficios religiosos que no tengan que ver con celebraciones sociales.

Unas cifras que constata el último informe anual presentado por la Fundación Ferrer i Guàrdia, que evidencia un aumento progresivo de la secularización de la sociedad española. Entre otros datos, el estudio refleja que el número de creyentes practicantes ha descendido al 26,6 por ciento y que las personas que marcan únicamente la casilla de la Iglesia Católica en la declaración de la renta ha bajado al 14,2 por ciento. «El informe muestra un cambio generacional, que va más allá de hechos puntuales, en la evolución de la laicidad en España», afirmó la directora de este organismo, Silvia Luque.

El investigador y coautor del estudio apuntaba otros factores como que los jóvenes se mantienen como el grupo de edad menos religioso, «en las personas de entre 18 y 24 años casi la mitad se declara no creyente, superando el porcentaje de los que sí se consideran religiosos», además del crecimiento de la tendencia de que los hijos nazcan fuera del matrimonio, «un porcentaje que demuestra la ruptura de los esquemas del modelo tradicional familiar».

Núcleo urbano o rural

Estos cambios también se señalan desde el punto de vista de los sociólogos. Uno de los miembros de la Asociación Profesional de Sociología de Castilla y León (Socyl), Manuel José Perdomo, recordó que existe una correlación entre vivir en un núcleo urbano o rural e identificarse como religioso o irreligioso: el 80,7 por ciento de los encuestados en poblaciones menores a 2.000 habitantes se definían como católicos, frente al 55,6 por ciento de los que viven en ciudades de más de un millón de vecinos.

Desde su punto de vista, para analizar estos datos se debe tener en cuenta que España ha sido hasta hace poco «un país homogéneo en el plano religioso durante buena parte de su historia». «España no ha podido evitar la creciente secularización que ha habido en buena parte de los países occidentales y la inmigración recibida al calor de la burbuja inmobiliaria en los años ochenta y noventa ha contribuido a aumentar la diversidad religiosa y cultural en nuestro país», recalcó.

«A día de hoy España es el hogar de minorías musulmanes, protestantes, budistas… e incluso la minoría más arraigada en España desde hace siglos, que es el pueblo gitano, ha contribuido de manera estadística a esta diversidad religiosa, ya que actualmente muchas personas de esta etnia están abandonando la tradición católica y abrazando el evangelismo protestante», añadió.

Matrimonios civiles

Una de las pruebas evidentes de esta secularización es la caída del número de matrimonios religiosos en España, superados con creces por los civiles. «Parte de este hecho, y de la secularización en general, es quizás un rechazo a la autoridad religiosa antes que a la espiritualidad en general. Determinados conflictos sociales (aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, feminismo...) ponen de manifiesto el abismo de valores que existe entre la curia romana y la población española. Incluso entre sus propios fieles, ya que buena parte de los autodenominados católicos en España apoyan la IVE, el que dos personas del mismo género se puedan casar o la protección de los derechos de la mujer», como señaló Manuel José Perdomo.

«Casi siempre, particularmente en España, la religión organizada (su normativa, su ortodoxia...) ha sido vista como una imposición por parte de los poderes estatales, e incluso si a día de hoy la fe en nuestro país puede considerarse como marcadamente voluntaria, es mas que obvio el distanciamiento que hay entre las autoridades religiosas y la sociedad civil, sobre todo con los más jóvenes. Quizás esto se deba a que parte de la población considera que el clero, desde su posición privilegiada, no esta en contacto con los problemas sociales que afectan al pueblo hoy en día, y esto quizás sea cierto para la jerarquía eclesiástica mejor posicionada», incidió el sociólogo de la asociación castellano y leonesa.

En su opinión, y como conclusión de los datos obtenidos sobre las creencias religiosas, «no es que la población española haya abandonado masivamente la idea de Dios, sino que están mostrando su descontento ante aquellos que pretenden hablar en su nombre».descontento ante aquellos que pretenden hablar en su nombre».