El triunfo del bien sobre el mal

B.A. / Castrillo de Murcia
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El salto del Colacho sobre un centenar de bebés reunió ayer en Castrillo de Murcia a algunos miles de visitantes que no quisieron perderse esta tradición que se remonta a 1621

El Colacho, concentrado, saltando sobre varios colchones seguidos en los que reposaban los niños. - Foto: Valdivielso

El intenso ruido de las campanas, el tambor y la tañuela que portaba el Colacho se mezclaba con los gruñidos y llantos de los bebés. Tumbados boca arriba no comprendían la expectación generada a su alrededor. Cientos de ojos les observaban y los besos y caricias de sus madres trataban de transmitirles una tranquilidad que no terminaba de hacerse realidad hasta que este personaje diabólico, con una vestimenta amarilla y roja, los sobrepasaba con una volátil zancada.

Después acariciaba sus pequeños cuerpos con los flecos de su zurriago, unos cuerpos que eran sembrados por pétalos de rosas que sobre ellos vertían los niños y niñas vestidos de comunión, un olor a flor que se mezclaba en el ambiente con el del incienso que también envolvía el paso del Señor en la Custodia que bendecía a los niños, lo que suponía el triunfo del bien sobre el mal, la huida del demonio derrotado. Y unos niños que quedarán protegidos del mal en general y del de hernia en particular, rescatados por el influjo del agua bendita. Todo ello en una procesión solemne, a ratos ruidosa, otras de un silencio sepulcral a pesar de los cientos de personas que la seguían, con los cofrades, todos con capa negra y algunos con velas, aportando majestuosidad a este rito, sin duda uno de los más singulares de la provincia. Entre ellos, acompañando a los miembros de la Cofradía del Santísimo Sacramento, lucieron capa el vicepresidente de la Diputación, Lorenzo Rodríguez, el delegado de la Junta de Castilla y León en Burgos, Roberto Saiz, y el profesor de Historia de la UBU, René Payo. 

Este salto del Colacho es el acto más multitudinario de la fiesta del Corpus en Castrillo de Murcia. Una cita declarada de Interés Turístico Regional que ayer volvió a aglutinar en esta localidad a algunos miles de turistas para presenciar un espectáculo único. También de familias que desean que sus hijos sean partícipes de esta singular tradición, como Iria, que con solo tres meses acudió a este cita, entre otras cosas porque su tío Mario González ejercía de Colacho entrante, el que se prepara durante un año para el próximo ser el Colacho oficial, cargo que ayer ejerció Sergio Ortega. De hecho, este aprendiz vuela sobre los pequeños justo antes que el Colacho. «Nos parece una fiesta curiosa. Estuvimos otra vez cuando mi sobrina era pequeña y también la saltaron. Quienes lo hacen están muy preparados», comentaba el padre mientras el cielo se tornaba un poco más oscuro. 

Antes de la procesión, en su vuelta por el pueblo, el demonio atizaba con su látigo. Antes de la procesión, en su vuelta por el pueblo, el demonio atizaba con su látigo. - Foto: Valdivielso

Más mayores. No muy lejos de ellos, María y Tamara, mamás de Héctor y Neizan, reconocían haber llegado desde la capital hasta Castrillo de Murcia animadas por una amiga y por la curiosidad de esta cita en la que les apetecía que participaran sus niños, ambos de cinco meses (...). 

(Reportaje completo, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy lunes o aquí)