La crítica -
Por Juana Samanes
Es policía y muy español, pero José Miguel “Makey” no guarda ninguna semejanza con el impresentable Torrente, porque es un municipal campechano, al que le encanta la gente y su trabajo en el barrio de Carabanchel. No obstante, su desmesurado afán por cumplir las normas le llevará a cometer una actuación “pasada de rosca”, que le obligará a pedir traslado fuera de Madrid y, a la postre, convertirse en el mejor agente de movilidad de Estepona, donde se reencontrará con su hija, con la que hace años que no se veía.
Todos los años, en estas fechas veraniegas, se estrena alguna comedia española de tinte popular, y humor sencillo, que tiene un único objetivo entretener y hacer reír a los espectadores. De esta última faceta sabe bastante el director sevillano Alfonso Sánchez, quien en el año 2012 sorprendió gratamente con El mundo es nuestro, una comedia hecha con “cuatro duros” que explotaba el gracejo de los actores andaluces y presentaba situaciones descacharrantes y bastante locuelas.
En el caso que nos ocupa, Superagente Makey, su argumento es más convencional y menos andaluz, quizás por la historia no es de Alfonso Sánchez sino que está escrita por Jorge Lara (Ahora o nunca) y Fernando Pérez (Kiki, el amor se hace). No obstante también cuenta con gags graciosos, uno de ellos en el arranque de la película que sirve perfectamente para la presentación del personaje.
El humorista Leo Harlem quien, desde hace unos años, ha sustituido los escenarios por el cine, parece encontrarse como “pez en el agua” como protagonista. Aquí se mete en la piel de un hombre campechano, humano, muy querido por sus compañeros y todo un amante del cine de acción. De hecho, se trata de un film que quiere rendir un homenaje a películas estadounidense de este género tan divertidas como Arma letal y secuelas, protagonizadas por Mel Gibson, o Superdetective en Hollywood, dándole el toque castizo al situar como escenario Estepona y Madrid, que también tienen su encanto.
El director vende Supergante Makey como “una aventura familiar, en tono de comedia, con grandes dosis de acción” Y lo que dice es verdad, por ello no se entiende que si va claramente dirigida a todos los públicos se digan tantos “tacos” innecesarios a lo largo de la película cuando, efectivamente, su contenido es “blanco”, en clara continuidad con las comedias costumbristas de Paco Martínez Soria que se hacían en los años 60. Como en aquellas detrás del humor se ofrece un retrato amable de algunos de los temas candentes de la sociedad española actual como el asentamiento de bandas de narcotraficantes en la Costa del Sol o el nuevo papel de la mujer en las fuerzas del orden.