La Fundación Atapuerca tendrá su sede ampliada en noviembre

I.L.H. / Ibeas de Juarros
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El edificio anexo al actual muestra su estructura de hormigón en planta baja y madera en altura. Los criterios bioclimáticos y la conexión con el entorno marcan una ampliación que concluirá a finales de este año

En la planta superior, que tendrá la madera vista en paredes y techos, estarán situados los despachos de los codirectores: Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. - Foto: Luis López Araico

Los grandes ventanales que se reparten por todo el edificio, la galería al sur que identificará la planta superior y los lucernarios de la cubierta llenan de luz natural el interior del inmueble que servirá para ampliar la sede de la Fundación Atapuerca, en Ibeas de Juarros. Eso y el interior de madera (que solo quedará a la vista en el piso superior) es lo primero que llama la atención una vez dentro del edificio. En el exterior le define que se mantenga la sillería de piedra caliza, conservando la identidad cultural de ese tipo de edificaciones, además de conectar con el paisaje y la estructura del conjunto.

«Como uno de los objetivos era respetar la fachada existente, tuvimos primero que señalar y luego retirar todas las piedras de sillería para realizar el sótano. Después las hemos vuelto a colocar y ahora queda limpiarlas con chorro de arena», detalla Luis García Camarero, uno de los tres arquitectos que firman la obra, junto a García Muñoz y Rodríguez Andrés (A2G Arquitectos).

Con tres niveles accesibles (sótano, planta baja y primer piso) y 600 metros cuadrados de superficie, las obras en el centro que llevará el nombre del investigador Emiliano Aguirre van cogiendo altura y ya es visible la estructura de hormigón en la planta baja y la de madera en altura. El acceso junto a la actual sede de la fundación ya es un hecho y por dentro están compartimentados todos los espacios. «Este edificio no deja de ser una ampliación del que está enfrente, por lo que las entradas se miran dejando un pequeño patio exterior», añade García Camarero. Estarán conectados y comunicados internamente, además, por el almacén situado en el sótano.

La distribución de la planta baja incluye el vestíbulo que da acceso a los distintos espacios, una sala de trabajo, un gran archivo para custodiar los fondos tanto de Emiliano Aguirre como de los codirectores del Equipo de Investigación y la sala de consulta contigua. 

El primer piso, el de la amplia galería al sur, está ocupado por los despachos de Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, además de otras zonas de trabajo y consulta polivalentes. «Aquí la galería busca tres cosas: luz, vistas y que sirva como regulador térmico respecto a los despachos. Porque el ventanal es un gran captador solar y el pasillo hará de transmisor entre el exterior y el interior, de tal manera que podamos obtener calor del exterior en invierno y una regulación de la ventilación natural en verano». 

Este tipo de criterios bioclimáticos así como la utilización de equipamientos de bajo consumo son el otro gran eje sobre el que se ha ideado el proyecto: «No se ha hecho un edificio con certificación Passivhaus, pero se ha creado con esos criterios. Los factores climáticos son fundamentales y además mantiene la relación con las construcciones populares. Nosotros nos encontramos unos edificios de piedra y madera y lo que quisimos es enlazar con esa construcción haciendo un edificio con esos dos materiales. Pero con la tecnología actual», resume.