Stop a las peatonalizaciones tras 3 décadas quitando espacio al coche

A.R. / Burgos
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El programa electoral del PP para esta legislatura incluía eliminar el tráfico que aún queda en parte de Martínez del Campo y el paseo de la Audiencia, pero la crisis ha dado al traste con los proyectos

Desde finales de los 80 -época de la foto- la Plaza Mayor ha cambiado sustancialmente. El exalcalde José María Peña recuerda que no fue fácil transformarla. - Foto: Jesús J. Matías

 
 
Mientras en Madrid se debate estos últimos días sobre el anuncio de la alcaldesa Ana Botella de «ir peatonalizando más zonas del centro», en Burgos la restricción del tráfico y la apuesta por dar mayor protagonismo al viandante data de hace casi tres décadas. 
Sin embargo, y a pesar de que en el programa electoral del PP para esta legislatura figuran nuevas actuaciones en esta materia, el equipo de Gobierno descarta que vayan a materializarse en los meses que quedan para las elecciones municipales de 2015, aunque a principios de la legislatura no se cerró la puerta a esta posibilidad.
El vicealcalde y concejal de Fomento, Ángel Ibáñez, reconoce que no se ha llegado a encargar la redacción de los proyectos para zonas como el paseo de la Audiencia o Eduardo Martínez del Campo ni tampoco se ha destinado partida presupuestaria alguna con este fin. No obstante, Ibáñez añade que «no significa que no aspiremos en el futuro a ampliar y mejorar las peatonalizaciones ya hechas teniendo en cuenta, además, el notable éxito que han tenido». 
Hoy cuesta recordar calles como LaínCalvo, La Paloma o La Moneda con coches circulando, pero es aún más difícil pensar en entornos como la Plaza Mayor o la plaza del Rey San Fernando con vehículos aparcados. Y es que estas dos últimas se cerraron al tráfico hace ya muchos años. Así lo recuerda quien entonces estaba de alcalde, José María Peña:«La primera en la que actuamos fue la Plaza Mayor, a finales de los 80, y con grandísimos problemas porque los comerciantes dieron mucho la lata...¡No querían! Afortunadamente después se alegraron mucho de que lo hiciéramos». 
Peña -que gobernó la ciudad entre julio de 1979 y junio de 1992- explica que a esta decisión siguieron otras muchas similares.  «Prácticamente todo menos Laín Calvo, La Moneda, San Cosme y Almirante Bonifaz se hicieron en esos años», apostilla. Y es que recuerda que muchas de las «mal llamadas peatonalizaciones» acometidas durante los gobiernos de Juan Carlos Aparicio fueron repavimentaciones. «Lo que hicieron fue levantar el suelo y cambiarlo por otro». En este sentido, cita como ejemplos San Gil o Fernán González, «en las que se actuó en mi época».
Aquella labor iniciada en los primeros años de la democracia, continuó durante la etapa del fallecido Valentín Niño, quien apostó por la peatonalización de La Paloma, Laín Calvo y Almirante Bonifaz. Como curiosidad, cabe recordar que la inauguración de Laín Calvo, el 20 de noviembre de 1998, se celebró con un concierto de La Chistera Negra, lo que da idea de la importancia que se dio al acontecimiento. 
En julio de 1999 accedió al sillón municipal el socialista Ángel Olivares. Durante su legislatura al frente del Ayuntamiento se hicieron estudios y hubo diversas reuniones para valorar la viabilidad de peatonalizar la calle La Moneda y también la plaza Alonso Marínez. El 5 de junio de 2003 este periódico publicó:«La Concejalía de Infraestructuras tiene desde hace varias semanas en su poder el proyecto de remodelación de las calles Moneda, Santocildes y San Juan -en el tramo situado entre Moneda y Santander- (...). Sin embargo, el equipo saliente ha preferido detener la paralización del expediente y que sea el futuro alcalde y sus concejales quienes lo lleven a aprobación, licitación y la posterior adjudicación de las obras».
Pues bien, fue el vencedor en los comicios de 2003, Juan Carlos Aparicio, quien retomó aquel documento aunque no se plasmó tal y como estaba planteado. En vez de peatonalizaciones ‘blandas’ en La Moneda y Santocildes, se optó por eliminar totalmente el tráfico. 
Ese fue el punto de partida, pero a estas obras siguieron otras muchas. Y es que fue Aparicio quien pudo acometer planes de peatonalización más ambiciosos desde el punto de vista económico, dado que durante sus mandatos la palabra crisis no existía y las inversiones en materia urbanística fueron muy elevadas. Así, en el periodo en que el exministro de Trabajo fue regidor municipal, de mediados de 2003 a junio de 2011, se desarrollaron dos planes, que supusieron más de una veintena de actuaciones en las que los populares aprovecharon para ‘hacerse la foto’ y presumir de una imagen de ciudad renovada, «que evoluciona», como destacaban en la publicidad que difundían.  
En el primer mandato, el plan de trabajo arrancó en las dos calles ya citadas y también se actuó en San Cosme. Le siguieron la plaza Alonso Martínez, Avellanos, y el tramo de San Juan entre La Moneda y Laín Calvo. Igualmente las vías de Cardenal Segura y Diego Porcelos se repavimentaron. Sin embargo, la  obra más destacada y ‘rompedora’ fue sin duda la del puente de Santa María y el primer tramo del paseo de La Isla, que se inauguró en marzo de 2007. La imagen de la ciudad en ese entorno cambió por completo.  
Respecto al IIPlan Municipal de Peatonalización, desarrollado en la segunda legislatura de Aparicio, los trabajos afectaron a vías como San Carlos, San Lorenzo, Arco del Pilar, San Gil, Diego Porcelos, Sombrerería o la calle Oviedo. También se cambió la cara a Fernán González. Entonces los dos grupos de la oposición, PSOE y Solución Independiente, arremetieron contra el proyecto. Yes que tanto Olivares como Peña, portavoces de sendos grupos, criticaron el «despilfarro» que suponía levantar el pavimento de esas calles para poner uno nuevo «sin haber necesidad». Pero  además lamentaban que se hablara de peatonalizaciones cuando por la mayoría de estas calles ya no circulaban coches. 
 De esta segunda etapa, merece la pena resaltar la supresión de la circulación en el entorno del Museo de la Evolución Humana coincidiendo con la construcción del Complejo  que agrupa el Cenieh, el MEHy el Auditorio y Palacio de Congresos.  Aunque en su día se barajó que los coches circularan por un túnel subterráneo en dicha zona, al final se desechó la idea y esa amplísima y céntrica zona de la ciudad se ganó para la circulación de peatones y bicicletas. La actuación, espectacular tanto por la superficie afectada como por su transformación, se llevó a cabo en dos fases. Ambas urbanizaciones se pagaron con fondos del Plan E (puesto en marcha durante el Gobierno de Zapatero para activar el empleo) y costaron en total 10 millones de euros. Esta segunda fase se abrió al público el 13 de julio de 2010.  
A propósito de las peatonalizaciones en la ciudad, Olivares asegura que «está claro  que los centros históricos son incompatibles con el tráfico rodado, por estructura y por conservación del patrimonio, y que estas zonas de la ciudad deben ser accesibles para facilitar su uso residencial y evitar la terciarización». En el mismo sentido, añade que compatibilizar ambas cuestiones -«aparentemente incompatibles»- se consigue potenciando el transporte público y su accesibilidad por medios alternativos (bici, medios mecánicos) y procurando aparcamientos para residentes. Además, apunta que hay experiencias en diferentes ciudades europeas que se podrían aplicar como el transporte público gratuito para residentes, autobuses a la demanda, o compatibilizar el tráfico peatonal con la bicicleta.
Finalmente, reconoce que en  lo que afecta al comercio, «todas las experiencias que conozco son positivas incrementándose la actividad». En esta última reflexión coincide el propio sector comercial. Ya esta razón de peso que ayuda a valorar y alabar las peatonalizaciones se unen otras como el hecho de que se gane en calidad de vida, mejore la trama urbana, se creen puntos de encuentro  y  se reduzcan los niveles de contaminación. Afortundamente, las voces críticas ya no se escuchan.