«Los subterráneos del castillo siguen siendo hoy un misterio»

R. Pérez Barredo / Burgos
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Juan Carlos Chicote, el bombero que coordinó las labores de limpieza y desescombro del entramado de galerías de las entrañas del cerro, recogerá en un libro toda la información sobre la 'montaña mágica' de la capital burgalesa

Juan Carlos Chicote, en una de las cavidades del cerro. - Foto: Luis López Araico

El cerro sobre el que se construyó el castillo sigue siendo hoy un arcano, una suerte de montaña mágica. Se sabe que sus entrañas están recorridas por galerías, algunas de las cuales se conocen en unos pocos tramos, pero nada más. «Tengo la sensación de que no hemos avanzado nada. De que no hemos llegado más allá de lo que lo hicieron otros. Este lugar sigue siendo un misterio», confirma Juan Carlos Chicote, bombero y autor de la primera monografía subterránea sobre la fortaleza burgalesa que verá la luz en breve. Un trabajo que ronda las trescientas páginas y que, editado por el Ayuntamiento de Burgos, sacará a la luz toda la documentación, los testimonios y los trabajos realizados durante los años de la investigación (1993-1997) que él coordinó junto a un amplio equipo de profesionales.
De lo que se conoce, hay alrededor de 200 metros excavados en diferentes pozos y galerías. «Hay distintos niveles y subgalerías. Hay pozos verticales y otros cuyo fin desconocemos todavía.Es algo apasionante. Creo que es un patrimonio poco valorado que los burgaleses deben conocer para que lo puedan admirar». Todo ese entramado subterráneo es artificial, esto es, realizado por la mano del hombre.Y en muy distintas épocas, como explica Chicote.
El eje central y más importante es el pozo y los husillos que bajan hasta el fondo. «Se trata de una obra medieval, impresionante, única. Gracias a la intervención que hicimos es lo único que es realmente original del castillo de Burgos». A lo largo de la historia, subraya el autor, se desarrollaron acontecimientos que llevaron a excavar en la fortaleza, bien por cuestiones bélicas, tanto por parte de quienes defendían la barbacana como de quienes pretendían asaltarlo, bien por motivos de supervivencia. Ya del siglo XIV, con las guerras entre Pedro I y Enrique de Trastámara, hay documentación que así lo atestigua.También de la contienda que enfrentó a Juana la Beltraneja con Isabel la Católica. Y, naturalmente, durante la Guerra de Independencia, entre 1808 y 1813.
Posteriormente se llevaron a cabo otras excavaciones, principalmente de la mano del general Leopoldo Centeno, aunque también hubo otro, José Perogordo, capitán de Artillería, que lo hizo una década antes. «Buscaban muchas cosas: se decía que había un archivo napoleónico, que había tesoros ocultos...».
A Chicote le gustaría seguir indagando. «Creo que es una cuenta pendiente que tiene la ciudad. ¡No sabemos casi nada de esos subterráneos! ¡Ni siquiera dónde van!es una historia de fantasía que está ahí y a la que hay que prestar atención. Durante sus trabajos en el corazón del cerro no encontraron objetos materiales de gran valor. Lo que hicieron fue liberar galerías, muchos metros cúbicos de tierra, «que habían sido ocultadas deliberadamente». ¿Por qué? Ese es uno de los interrogantes que a Chicote le gustaría despejar.
 
Imaginario popular. Son muchos los historiadores e investigadores que han llegado a conclusiones similares a la de Chicote: que quizás el entramado de galerías horadadas en el cerro tenían objetivos concretos. Estos podían ser la ocultación de algo valioso o, y esta es otra teoría muchas veces sostenida, su conexión con la ciudad, es decir, que sirvieran como vía de escape secreta.
En cualquier caso, pocos lugares existen en Burgos con tanto misterio como el cerro del castillo. Un arcano aún por desvelar y cuyo magnetismo ha resultado históricamente atractivo, como si fuese una montaña mágica llena de secretos.