Colgados en Peñalara camino del infierno

Belén Antón
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Piérdete por... Tierras de Lara

Todas las medidas de seguridad son pocas para hacer más seguro el paseo. - Foto: Marco Aurelio Miguel

Los escaladores Santiago Gallego y Marco Aurelio Miguel han equipado la Vía Ferrata Camino

del Infierno para disfrute de los aficionados a la escalada. un espectacular recorrido sobre riscos donde se mezcla la emoción del deporte de aventura y la seguridad de ir sujeto a un cable.

Poder vivir las emociones de la escalada pero sin padecer sus riesgos es una de las muchas posibilidades que ofrecen las denominadas vías ferratas, unos recorridos tanto verticales como horizontales sobre rocas en las que se colocan una serie de anclajes y cables de acero para que quien transite por ella pueda sujetarse con mosquetones a estos y así poder disfrutar de lugares de difícil acceso sin peligro. 

Quintanilla de las Viñas cuenta desde hace unos años con la denominada Vía Ferrata Camino del Infierno, equipada sobre los riscos de Peñalara por los escaladores burgaleses Santiago Gallego y Marco Aurelio Miguel.  «Su origen está en los Alpes, y en la actualidad es una práctica muy de moda en toda Europa y que poco a poco va cogiendo auge en España. Es la emoción de la escalada, pero con la seguridad máxima que te da el ir sujeto al cable», explica Marco Aurelio Miguel, que asegura que hasta la localidad burgalesa han llegado personas procedentes de Bélgica, Holanda, Irlanda o Inglaterra para disfrutar de la emoción de esta vía ferrata sobre la Vega de Lara.

Para poder recorrer los riscos de Peñalara a través de esta vía ferrata hay que disponer de un cierto espíritu aventurero y si no se tienen nociones o experiencia como escalador es mejor que la primera vez, o incluso sucesivas, se haga acompañado de un guía. «Nosotros nos ofrecemos como asesores. A la vez de prestar el material necesario para realizarla también explicamos la normativa técnica, es como si recibieran un cursillo», cuenta Marco Aurelio Miguel, que recuerda que estas excursiones pueden realizarse con grupos a partir de dos personas, y que cada tres siempre va un monitor, siendo los precios de 30 euros por persona si se presta el material y de 25 si cada usuario lo lleva.

«Para quien lo quiera realizar por su cuenta es gratuito, la vía ferrata está abierta a todo el mundo, pero si no se tiene experiencia es conveniente iniciarse con alguien que conozca esta práctica. Es muy sencillo y no existen riesgos, pero hay que aprender cierta técnica. Conmigo la han recorrido desde una niña de 14 años hasta un señor de 74», añade.

Recorrido

Tras caminar cuarenta y cinco minutos desde Quintanilla de las Viñas se llega a la base de la vía ferrata, donde el usuario ya se encuentra una maroma para ayudarse a la hora de ascender hasta una repisa a 80 metros de altura. «Tras caminar por ella unos 200 metros nos encontramos con el cable, y ahí empieza la emoción», relata el escalador. Entonces, el usuario, equipado con casco, arnés y dos mosquetones camina pegado a la pared de la roca. «Siempre tiene algún apoyo natural para los pies y las manos, si no, habrá un apoyo artificial colocado por nosotros. Se va avanzando mientras los mosquetones están sujetos al cable, cuando se llega a un anclaje, se quita un mosquetón y se pasa al otro lado, y después se hace lo mismo con el segundo mosquetón, es decir, siempre va a estar sujeto por uno. La seguridad es máxima», relata. 

Un poco más adelante, se encuentra uno de los platos fuertes de esta vía ferrata, una tirolina de 30 metros de longitud situada a cien metros del suelo. «Es muy emocionante y muy segura, ya que tiene doble cable. Por experiencia he de decir que cuando se llega a este punto del recorrido son más valientes las mujeres que los hombres» confiesa Marco Aurelio Miguel, que asegura que hay una alternativa a esta tirolina para proseguir el camino sin pasar por ella. «Una vez al otro lado se continúa 200 metros hasta llegar a un rapel que nos lleva a lo que denominamos la Bajada a los Infierno. Una vez allí la ferrata se vuelve más técnica y aérea, pero igualmente emocionante y segura. Después se llega a la cumbre de Peñalara, a 1.296 metros de altitud», indica.

El tiempo de recorrido de esta vía ferrata es de aproximadamente una hora y media, a la que hay que sumar los cuarenta y cinco minutos que se tarda desde el pueblo hasta su comienzo y el tiempo que cuesta regresar. Está compuesta por 500 metros de cables y dotada con placas, descuelgues y peldaños donde hacen falta y se encuentra totalmente señalizada, por lo que resulta sencillo seguirla.

Santiago Gallego y Marco Aurelio Miguel, expertos escaladores y conocedores de la zona, vieron las posibilidades de este montaña como posible vía ferrata, así que obtuvieron las pertinentes autorizaciones por parte de la administración y se pusieron manos a la obra. Por su cuenta, y con la ayuda de empresas y amigos que han colaborado con ellos, poco a poco fueron equipando la zona para convertirla en una vía ferrata. En el año 2010 abrieron el primer tramo y en el 2012 el segundo, con la tirolina y el Descenso al Infierno como novedades. Ellos también se encargan del mantenimiento y de revisar que todo está en perfecto estado.

La utilización de esta vía ferrata está prohibida desde el 31 de diciembre hasta el 31 de julio, época de anidación de las aves. «Se encuentran en este entorno, por ello no está permitido su uso durante esta época, para no molestarlas», cuenta Marco Aurelio Miguel. Como muestra del atractivo de esta ruta, el pasado 1 de agosto, primer día que se podía utilizar, ya fue recorrida por un grupo de aficionados de San Sebastián. «Atrae a gente, por eso me he decidido a dar el paso y construir un albergue en el pueblo. Para que quienes vengan a hacer la ferrata tengan donde dormir, porque siempre tienen que ir fuera, y así también dar servicio a los peregrinos que transitan por el Camino de San Olav. Espero que esté listo en 2015».