Una fuerte granizada en La Bureba y Pancorbo daña tejados, huertas y vehículos

P.C.P. / Burgos
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Durante la tormenta, que a la capital ya llegó en forma de aguacero, cayeron enormes pedriscos en Poza, Briviesca, Calzada y Llano

Una fuerte granizada ocasionó ayer daños de importante cuantía en naves, vehículos y huertas de toda la comarca de La Bureba y la zona de Pancorbo. Entre las 17 y las 19.30 horas la tormenta se fue desplazando por Poza de la Sal, Llano y Cubo de Bureba y se extendió hasta el desfiladero de los Obarenes, para después bajar a Briviesca y Calzada.Cuando llegó a la capital ya se había convertido en un intenso pero relativamente breve aguacero que no causó daños de consideración ni inundaciones en las que tuvieran que intervenir los bomberos.   

Además de refrescar el ambiente y dejar un precioso atardecer rojizo, la tormenta terminó de refrescar las cerca de 200 hectáreas calcinadas desde el domingo en los Montes Obarenes.La carga eléctrica con la que se manifestó en otras localidades, ya al sur de la provincia y a última hora de la tarde, obligó a los agentes medioambientales de la Junta a extremar la atención y sofocar incluso un pequeño incendio de Gumiel de Izán, sin mayores consecuencias.

Para entonces ya se habían deshecho las bolas de granizo, de  hasta 4 y 5 centímetros de longitud, que ‘bombardearon’ La Bureba. Las cubiertas de uralita de muchas naves, como las de la imagen en Calzada, quedaron como un auténtico coladero. El pedrisco cubrió como una alfombra calles, parques y jardines, destrozando muchas huertas en pleno apogeo. Afortunadamente, la mayoría del cereal ya había sido cosechado, por lo que no se esperan grandes daños en estos cultivos.

También se salvó sin lesiones personales conocidas la peor parte de la granizada, la de aquellos que circulaban por las carreteras de la zona. La imagen de la luna delantera de un autobús totalmente fracturada, con un turismo delante con el cristal trasero hecho añicos en mitad de la autopista AP-1, a la altura de Pancorbo, ilustra perfectamente la virulencia del pedrisco.

En Burgos capital, el Parque de Bomberos únicamente se movilizó para asegurar una balconada de la que un viandante vio caer a la acera una maceta, debido a las rachas de viento. Los charcos y balsas de agua no fueron de la suficiente entidad como para provocar mayores problemas ni anegar bajos o garajes.