La élite maltratada

P.C.P. / Burgos
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Las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), pieza clave en el incendio de Cornudilla, están en lucha para mejorar sus condiciones laborales • Reclaman cobrar más de 900 euros al mes y crear la segunda actividad

Son amantes y esclavos del monte. Casi no pueden vivir de él pero sin él tampoco. Se declaran en huelga pero acaban de voluntarios. Son la élite peor remunerada y considerada de los cuerpos de seguridad y emergencias del país. Tan imprescindibles como mal tratados. El oxímoron de la campaña contra incendios. Omnipresentes pero invisibles. Los especialistas de las BRIF.

Han sido una pieza clave en el control del fuego que desde el domingo ha arrasado los montes de Cornudilla y la Mesa de Oña, aunque no aparezcan en ninguna fotografía al trabajar en los lugares más inaccesibles. La clave de su actuación «es no tener que andar mucho y atacar al incendio directos», explican. De hecho, todas las imágenes que aparecen en este reportaje han sido cedidas por quienes gestionan sus redes sociales (@AT_Brif, @briflubia y @briftabuyo).

El fuego de los Obarenes se declaró oficialmente a las 14.53 horas. A las 16.03 ya estaba en la cuenta de Twitter de la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales de Lubia (Soria) la foto de sus 16 integrantes escuchando las instrucciones del técnico antes de subir a los 2 helicópteros con los que accedieron a las entrañas de los montes burgaleses. Solo se volvieron para casa ayer por la mañana, después de que la lluvia terminase de enfriar los últimos rescoldos y tras 2 noches en Oña. Sus compañeros de la BRIF de Tabuyo del Monte (León) se incorporaron al operativo el lunes pero pudieron regresar a base a última hora del día. «Quedarte fuera no te lo pagan.Yo cobro lo mismo si en vez de volver a mi casa duermo fuera», explica Pablo González, portavoz de esa brigada.

En su caso, tenía el turno de 8 de la mañana a 4 de la tarde. Fue movilizado para volar a Cornudilla a las 11.50 horas y trabajó hasta las 10 de la noche, «con un bocata de tortilla francesa y agua». Nada más. «Ayer doblamos turno. Esto es lo habitual en verano», afirma en conversación telefónica, sin atisbo de lamento ni recriminación.

Porque los integrantes de las BRIF no se quejan, reclaman lo que consideran les corresponde, empezando por una categoría profesional de bombero forestal, acorde con el riesgo del trabajo que desempeñan y que empieza antes de llegar a la zona del incendio, nada más subirse a uno de los dos helicópteros en los que viaja la brigada -uno por cuadrilla- a cualquier lugar de España.

Para cuando el personal de Tabuyo embarcó ya había realizado las dos horas y media de entrenamiento que tienen programadas a diario. De hecho, el preparador físico de la base suele desplazarse con ellos. Solo moverse con todo el equipo de protección individual (EPI) y la mochila extintora a temperaturas sofocantes y entre maleza requiere una forma física envidiable. El lunes, en Cornudilla, no tuvieron que enfrentarse a llamas descomunales pero sí pasar una jornada entera tirando de motosierra y de herramientas para consolidar todo el perímetro de la zona ya quemada y evitar que se reprodujese, lo que en la jerga forestal se llama línea de defensa.

Hay personal que ya ha sobrepasado los 50 años. La segunda reclamación del colectivo gira precisamente sobre la idea de incorporar la figura de una segunda actividad como la que disfrutan bomberos o policías. «¿Dónde voy a trabajar cuando tenga 45 o 50 años si no paso las pruebas físicas?». Esa es la pregunta para la que urgen una contestación. La tercera es el sueldo. «El dinero también es importante, claro», reconoce Pablo. El peligro no está retribuido, a razón de entre 900 y 1.000 euros brutos, divididos en 16 pagas. Ni la toxicidad, ni otras penurias. «Hay meses que no llegamos ni a 800 euros», cuentan los trabajadores en un vídeo producido por la firma leonesa Visualizo, en el que sin más decorado que su monte desgranan las razones que les llevan a declararse en lucha.

Huelga indefinida. Comenzaron el 26 de agosto del año pasado, aunque han redoblado sus movilizaciones ahora. Los días 15, 16 y 17 de julio organizaron 3 jornadas de huelga pero unos servicios mínimos del 70% de la plantilla, que ven«abusivos». Aun así, 16 integrantes de la BRIF de Tabuyo acudieron como voluntarios al terrible incendio de Palaciosmil, que calcinó 2.300 hectáreas de monte leonés.

El lunes tienen previsto volver a la huelga, esta vez de manera indefinida. Acusan a Tragsa y al Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente de pasarse la pelota sin atender a sus reivindicaciones, aunque desde la empresa aseguran estar abiertos a la negociación. En total son 545 trabajadores repartidos por diez bases en toda España. Con una formación de lo más variopinta, muchos no tienen más titulación que haber mamado el medio rural, otros son capataces, y empiezan a abundar los ingenieros de montes o técnicos forestales, que no encuentran otra salida profesional. «Pero la mayoría estamos por vocación. A la gente le gusta mucho este trabajo».