Posteguillo: «Un líder debe ser inteligente y generoso»

María Albilla (SPC)
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El ganador del Premio Planeta 2018 asevera que si no se hubiera silenciado a las mujeres en la Historia, estaríamos en posiciones igualitarias

El éxito de sus obras sobre la Antigua Roma precede a Santiago Posteguillo que novela en Yo, Julia la historia de una gran mujer que hoy podría equipararse con una poderosísima presidenta de la Unión Europea. A caballo entre House of cards y Juego de tronos, lo que el autor no pierde pese a la acción es el afán docente.

Al grano. ¿Qué espera del Planeta y en qué piensa gastar el dinero?

Lo que espero, por un lado, es estar a la altura o aproximarme a la del listado de enormes personajes que han conseguido este premio. Al menos... no desmerecer. Por otro, que me ayude a llegar a más lectores. Me consta que mis anteriores novelas han sido populares, pero hay personas que por ser históricas no se han querido aproximar a ellas. Con este sello, igual me dan una oportunidad.

En cuanto al dinero... Pues de los 601.000 euros voy a coger 300.000 para Hacienda. Luego otros 60.000 irán a mi agente, que se los tiene muy trabajados, y con los otros 240.000 euros, una suma notable, nos iremos la familia a Nueva York en Navidad, un viaje que nos hace ilusión a todos. A partir de ahí, espero administrar el resto con criterio.

Usted es profesor universitario y ejerce como tal. ¿Qué le dijeron sus alumnos tras recibir este galardón?

Antes de decirme nada me aplaudieron, lo que fue muy emotivo. Me regalaron una orquídea y, luego sí, me hicieron una pregunta que me conmovió. Me preguntaron si iba a seguir dándoles clase y, claro, les contesté que sí. No tengo intención de dejar de dar mis clases de Literatura en la Universidad Jaume I.

¿Nunca se ha lo ha planteado?

Cada vez me resulta más difícil compatibilizar las clases, con las promociones y la escritura, pero, en la medida de lo que pueda, voy a seguir.

¿Qué siente cuando le llaman el emperador de la novela histórica?

Intento tomármelo como estímulo, como acicate para intentar crear obras en las que ese título no desmerezca demasiado. Hay magníficos novelistas históricos que me han precedido como Juan Eslava Galán, José Luis Corral o José Carlos Poyato y otros que me acompañan como Sebastián Roa o Margarita Torres. Todo lo que sea suscitar el interés por la novela histórica que nos enseña y por la lectura es bueno.

Es cierto que Yo, Julia desprende cierta esencia didáctica.

Sí, desde luego. Toda mi literatura histórica tiene un gran componente didáctico, probablemente originado en mi vertiente docente. Yo procuro aplicar en mis novelas la misma máxima latina que uso en mis clases: docere et delectare, esto es, enseñar y deleitar. A través del entretenimiento podemos conseguir que mucha más gente aprenda.

¿Cómo descubrió el personaje de Julia Domna?

Fue un proceso lento de años al darme cuenta de que mis novelas apenas se ocupaban de mujeres. Reconcluí que era porque solo hacía caso a las fuentes clásicas escritas por hombres. Poco a poco fui incorporando más personajes femeninos y era una cuestión de tiempo que acabara con una protagonista, como es el caso de Julia, y a quien llego a través de una magnífica biografía de la profesora de la Universidad de Oxford Barbara Levick, donde ella misma empieza diciendo que no entiende cómo no hay ni novelas ni películas de Julia Domna. Aquello me picó tremendamente y me di cuenta de que lo de la película no, pero lo de la novela lo podía solucionar.

¿Pero se imagina ya su historia en formato audiovisual?

Me la imagino porque me gusta escribir plano contra plano. De hecho, si tuviéramos que transformarla en este formato yo abogaría, siguiendo el guiño de Yo, Julia;Yo, Claudio porque fuera una serie de televisión.

De hecho, hay un hilo que une esos dos títulos...

En 2012 hice un viaje a Mallorca y fui a ver la casa museo de Robert Graves. Su hijo me invitó a sentarme en el mismo escritorio en el que Graves había escrito Yo, Claudio y para mí fue muy especial. Siempre pensé que de aquello saldría algo especial, pero no sabía el qué. Cuando estaba escribiendo a Julia y aún no tenía título, una noche me di cuenta de que la novela sería Yo, Julia.

¿Y qué otros nombres de mujer cree que se merecerían una novela?

Me he encontrado otros nombres en la Historia de Roma que merecen buenos relatos, pero me vas a permitir que el quiera encontrarlos... haga el trabajo y los busque porque son muy buenas ideas que quiero preservar quizá para el futuro.

¿Y de otras épocas?

Hay novelistas que ya han ido haciendo esta labor, como Corral, que habla de Zenobia en La prisionera de Palmira. Tenemos una magnífica Cleopatra muy bien retratada en otro Premio Planeta, en No digas que fue un sueño, de Terenxi Moix. La loba de al-Andalus, de Sebastián Roa, narra la vida de una mujer musulmana en la Edad Media en la Hispania dividida entre cristianos y musulmanes. Sobre Mariana Pineda está la novela, muy bonita, Los hilos de la libertad, de José Clavo Poyato, que también escribió otra sobre Hypatia.

¿Quién sería hoy Julia?

Es difícil encontrar en 2018 un personaje de la dimensión de Julia. Estamos en un momento para congratularnos porque más de 100 mujeres acaban de ser elegidas en Estados Unidos como gobernadoras, congresistas y senadoras. No está mal en este mundo dominado por un loco como Donald Trump. Ojalá sea el caso y entre ellas haya una Julia Domna. Si hablamos de un personaje en los últimos decenios, podría ser Margaret Thatcher por una combinación de personalidad, decisión y porque no negaban su feminidad. 

Me gusta la idea de trabajar la igualdad desde el pasado. ¿Cómo puede ayudar esto a equilibrar la balanza?

Muchas de las mujeres que van alcanzando puestos de relevancia piensan que van construyendo sobre un vacío y creo que si revisamos la historia, no para cambiarla, sino para conocer su versión completa, vamos a ver que estas mujeres de la actualidad no están construyendo la igualdad de la nada, sino que en el pasado hubo mujeres muy importantes. Yo pienso que esto le puede dar una seguridad a la mujer. Si hubo una Julia Domna que prácticamente gobernó el Imperio Romano sería hoy como decir que hay una presidenta de la Unión Europea.

¿En qué hubieran cambiado las cosas si no se hubiera silenciado a las grandes mujeres de la Historia?

Sin duda, estaríamos en posiciones igualitarias desde hace mucho tiempo. En Mujeres y poder: Un manifiesto, Mary Beard examina cómo desde los tiempos clásicos se ha silenciado a la mujer y data como la primera vez que esto sucede el episodio de La Odisea en el que un adolescente Telémaco, hijo de Penélope y Ulises, le dice a ella en público «Calle madre, que hablar en público es cosa de hombres». Y eso que era ella quien llevaba años defendiendo a capa y espada Ítaca. Beard concluye muy bien que, desde ahí, hasta ahora.

¿Qué cualidades debería tener hoy una líder nacional al estilo Julia?

Inteligencia y generosidad, lo mismo que si fuera un hombre. Nada más.

Otro concepto muy interesante es el de conocer a alguien a través de sus enemigos.

Si es importante que nosotros sepamos identificarlos para poder desenvolvernos en nuestro día a día, imagínate en el caso de una persona con poder. En eso, la protagonista tuvo una gran destreza.

¿Es más tipo House of Cards o Juego de tronos?

Una combinación de ellas. Tenemos a una Julia parecida a Claire, aunque sin ese punto de malignidad. Ella solo ataca en defensa propia. Y, por otro lado, la novela en sí es efectivamente un auténtico Juego de tronos.