«La gente desea que hagas cosas diferentes e ir a sitios agradables»

J.M. / Burgos
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Raquel Saiz (La Bóveda), César Morcillo (cantina del Centro Sociocultural de Castañares) y David Benito (Nalón) cuentan su experiencia

Raquel Saiz, La Bóveda, en la calle Cardenal Segura. - Foto: Jesús J. Matías

Raquel Saiz, La Bóveda (calle Cardenal Segura).

«La gente desea que hagas cosas diferentes e ir a sitios agradables»

David Benito, Nalón (Barrio de San Pedro de la Fuente).David Benito, Nalón (Barrio de San Pedro de la Fuente). - Foto: Jesús J. Matías Los más veteranos lo recordarán como una de las barras americanas más conocidas de todo Burgos (La Solera). Y los más jóvenes, como uno de los primeros bares de Las Llanas que pisaron en su época adolescente. Pero desde el pasado mes de mayo, después de un lavado de cara radical, el Café Bar La Bóveda, ha comenzado una nueva andadura con la que aspira a convertirse en un lugar de referencia para el vermú y la primera copa.

Su propietaria, Raquel Saiz, explica que hacía tiempo que tenía en la cabeza transformar un negocio que antes solo abrían los fines de semana y al que no le podía dedicar tanto tiempo como quisiera (tenía otro trabajo de lunes a viernes).

César Morcillo, cantina del Centro Sociocultural de Castañares.César Morcillo, cantina del Centro Sociocultural de Castañares. - Foto: Jesús J. Matías

Asegura que su pasión por la hostelería la lleva en la sangre». Desde que tenía ocho años y sus padres se quedaron con este local de la calle Cardenal Segura (entre la Paloma y la Flora). De poco le han servido a su progenitor, pese a que Raquel ha  estudiado Educación Social y Pedagogía, sus esfuerzos para que no trabajara detrás de una barra.

Esta joven empresaria de 32 años, pese a que reconoce que pasó sus nervios al principio, detalla lo que quiere ofrecer a su clientela. «La gente desea que hagas cosas diferentes e ir a sitios agradables. Un café malo se puede perdonar un día, pero no que falte una sonrisa».

La clientela juvenil se ha transformado por otra más madura que acude al bar a probar los vermús caseros que preparan con «ingredientes secretos». Un lugar que se transforma al atardecer cuando se retiran las modernas tapas  y cobran protagonismo los gintonic y los cócteles. El esfuerzo, de momento, se taduce en que han contratado ya a tres personas.

César Morcillo, cantina del Centro Sociocultural de Castañares.

«Queremos ser el lugar que dé la bienvenida al peregrino»

Tres años ha tardado el Ayuntamiento de Burgos en encontrar un arrendatario para la cantina del Centro Sociocultural de Castañares. Pero el pasado mes de junio, el área de Contratación anunciaba la adjudicación de la explotación del negocio a César Morcillo. Este joven de 27 años que ya había probado la hostelería «dando extras, comidas, trabajando en bodas...», ahora ha querido ir un paso más allá por el consejo de su padre para que «emprendiera algo». El compromiso con el Consistorio es por 12 años, tiempo durante el que deberá pagar un alquiler de 150 euros mensuales. Una cantidad que puede parecer pequeña, pero a la que hay que sumar la inversión que tiene que realizar en el local. Por no tener, no tenía ni la barra. Ahora está a la espera de la licencia de apertura, del mobiliario y espera poder abrir las puertas «en la primera quincena de septiembre».

César ha visto en la cantina de Castañares la oportunidad de que los peregrinos puedan encontrar en su negocio «un punto de bienvenida e información al peregrino». De ahí que haya bautizado ya el bar con el nombre de Peregrina-T.

«Lo que vamos a hacer es dar información al peregrino sobre las rutas, los albergues, los restaurantes, los monumentos de la ciudad...». Y al tiempo, vender «productos monodosis» como «embutidos al vacío, botellines de agua, zumos, fruta bocadillos...». Eso, y un «desayuno típico de huevos con morcilla».

Su otro objetivo será ganarse la simpatía de los vecinos del barrio.

David Benito, Nalón (Barrio San Pedro de la Fuernte).

"Trabajé dos años de fontanero y me animé porque no me salía nada"

El mismísimo Chicote (el cocinero y presentador del éxito televisivo Pesadilla en la Cocina) habría firmado ser el protagonista de un cambio como el que ha experimentado el bar Nalón. Sus actuales inquilinos, David Benito y Jorge Sánchez, aún recuerdan con simpatía las capas de grasa que tuvieron que quitar cuando se pusieron manos a la obra con la reforma. Porque han sido ellos los que con sus manos, y también con las de unos cuantos buenos amigos, los que han conseguido dar este nuevo aire a uno de los locales con más solera del barrio San Pedro.

La idea de reabrir el bar, que bajó la persiana hace ya algunos meses, le surgió a David al comprobar que no conseguía encontrar un empleo. «Trabajé dos años de fontanero y la empresa hizo un ERE. Estuve varios meses sin cobrar. Aquí como mucho se me irán sin pagarme un caña», bromea. Desde que le despidieron hasta que se atrevió con la apertura del establecimiento ha aprovechado el tiempo para trabajar en Madrid «haciendo unas extras en hostelería y ayudando a mi tía» y para estudiar durante un año.

La elección del Nalón para lanzarse a su primera aventura empresarial surgió porque «ahora mismo es de los mejores sitios de todo Burgos en cuestión de alterne». Eso, y que «también lo tengo muy cerca de su casa».

Aunque apenas lleva unas semanas abiertas, David comenta que «para las fechas que son, en pleno mes de agosto, hemos empezado mejor de lo que esperábamos».

Su próximo reto, en la que ya piensan y para el que han pedido los primeros consejos, será ponerse manos a la obra para empezar a experimentar con la cecina cocida.