Las agresiones suben un 10% tras 12 años seguidos de caídas

I.E.
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Los forenses reconocieron en 2017 a 926 lesionados en peleas y atribuyen el alza al aumento del ocio por mejoría económica

Pese a que no congregan a tantos burgaleses como hace una década, las zonas de ocio de Burgos empiezan a remontar el vuelo, en buena medida por la mejoría económica que experimenta España y la provincia. Cada vez sale más gente a la calle y el consumo de alcohol crece, una mezcla que lamentablemente muchas veces está asociada a un aumento de la violencia. Los forenses de Burgos lo empiezan a comprobar. En el año 2017, por primera vez desde hace doce, los lesionados por agresiones repuntan, en concreto un 10%. Según la memoria del Instituto de Medicina Legal, sus facultativos evaluaron a 926 personas que se habían metido en una pelea, por las 846 de 2016. Es cierto también que lejos quedan aquellos 1.425 casos atendidos en el año 2005.

¿A qué se debe este alza? Uno de los motivos principales es el ya apuntado, el de la salida de la crisis. Con más dinero en el bolsillo y en el banco, los burgaleses -también el resto de españoles- se animan más a salir. Y la noche, la juerga y el alcohol «componen un cóctel que a veces desemboca en violencia, en reyertas», advierte el director del Instituto de Medicina Legal para Burgos, Ávila, Soria y Segovia, Amador Martínez Tejedor.

Las agresiones empezaron a disminuir en Burgos coincidiendo con el comienzo de la crisis, pero también con la alarma social que causaron las muertes de Iván Herrero, Aitor del Álamo y Jonatan Gómez -en los años 2008 y 2009-, el suceso por el que quedó en coma Sergio Izquierdo en 2010 y el fallecimiento de Eduardo Valgañón en Belorado el mismo año. La preocupación fue tal en la ciudadanía que la Administración se vio obligada a actuar y finalmente -en 2014- fueron instaladas cámaras de videovigilancia en las zonas de copas de Burgos. 

El clima de condena a las peleas, junto con la toma de esta medida de carácter también disuasorio, ha contribuido a contener el número de reyertas y de heridos, con apenas casos graves en los últimos tiempos. El último, el del vecino de San Esteban que fue golpeado por unos jóvenes frente a la iglesia al final del verano del pasado ejercicio. Los autores fueron detenidos. Pero ahora las cifras vuelven a repuntar.

Los forenses de Burgos han apreciado otro fenómeno últimamente también relacionado con la noche y la fiesta. Desde los servicios de urgencia de los hospitales son llamados «con más frecuencia» para reconocer mujeres, «relativamente jóvenes» por lo general, que albergan «la sospecha» de que han podido sufrir abusos o agresión sexual pero que no se acuerdan bien de lo que ha pasado. Y en ese momento tampoco tienen la seguridad de que vayan a presentar denuncia. El Instituto de Medicina Legal solo dispone del dato de cuántas de sus intervenciones terminan en un proceso judicial, 9 en 2017, las mismas que el año anterior. Pero carece de las cifras de aquellas evaluaciones que luego no terminan en denuncia. 
 

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