Abierto por vacaciones de verano

C. Berges / Burgos
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Mientras algunos burgaleses aprovechan sus días de descanso estival, otros se toman este tiempo para trabajar puesto que en este periodo se genera más empleo en comparación con el resto del año

Esther Llorente utilizando el instrumento que muestra los grados a los que se puede encontrar un posible incendio. - Foto: Valdivielso

 
Para muchos, el verano no sólo significa la buena climatología que se da en estos meses sino que lo ven como una oportunidad para encontrar un empleo que tan desesperadamente buscan el resto del año. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en la provincia burgalesa aunque los datos ha sido positivos en el segundo trimestre, en el ultimo año ha crecido el desempleo. 
Con un 18,74% de paro, este porcentaje se convierte en la segunda tasa más alta del segundo trimestre en 13 años. En Burgos hay 200 personas más sin empleo que hace un año, pero aun así, sobre todo los comercios y cafeterías siguen necesitando ampliar la plantilla para poder cubrir la demanda de los consumidores. 
El sector servicios es el gran generador de empleo y es que depende del turismo y de la climatología que, en la época estival, son los protagonistas absolutos. Cabe destacar que según los datos facilitados en la EPA, este sector ha perdido puestos de trabajo en comparación con la agricultura o la construcción.
Aun así, las contrataciones siguen su curso y algunos consiguen mejorar su situación. Estos son los casos de Marta Saavedra, trabajadora de una heladería, e Isaías Majón, dueño de un bar que todos los años contrata a más gente para poder cubrir las necesidades del establecimiento. Ambos situados en la Plaza Mayor -lugar con una concurrencia más que evidente en verano-, se ven beneficiados a la vez que condicionados por la climatología del verano.
A pesar de que los primeros puestos de trabajo que vienen a la cabeza a la hora de pensar en esta  época del año son los del sector servicios -camareros de cafeterías y hoteles, guías turísticos, heladeros o socorristas entre otros- lo cierto es que se crean otro tipo de puestos de trabajo diferentes.
Es el caso de los relacionados con los equipos que luchan contra los incendios. Como es habitual ver en medios de comunicación, los fuegos forestales son más probables en esta época por diversas causas. Para controlar que éstos no sean demasiado agresivos y no se expandan, además de las cuadrillas de bomberos hay más puestos encargados de la supervisión de los montes.
Los vigilantes, como su propio nombre indica, se preocupan por este aspecto. Repartidos en casi una treintena de puestos, son los encargados de localizar los focos y dar aviso para que inmediatamente se acuda a la zona para extinguir el fuego. Una de ellos es Esther Llorente, una ingeniera forestal que dedica sus veranos a esta tarea.
 
Isaías Manjón • Jefe de la cafetería ‘Casino’
 
«El tiempo lo es todo en este oficio y sobre todo estos meses»
 
Una de las cafeterías más típicas de la cuidad es la del Casino y así se refleja cuando llega el buen tiempo. Su situación hace que sea una de las elegidas a la hora de escoger entre las que hay repartidas por toda la ciudad. Isaías Manjón, jefe de este establecimiento, dice que para asumir toda la clientela en verano tiene que ampliar su plantilla con 2 o 3 personas. «Normalmente ya hacemos las contrataciones nuevas en mayo porque ya comienza a dar un respiro la climatología», afirma.
Son de 10 a 12 los que trabajan para que el cliente se vaya satisfecho y es que en su terraza ofrecen comidas y cenas además de los típicos refrescos o cafés de media mañana o tarde. 
De lo que dependen sobre todo es del tiempo porque «si un día llueve o hace demasiado calor a la gente ya no le hace tanta ‘gracia’ la terraza», explica. Éste es el ‘causante’ en buena parte de que los jóvenes que trabajan en esta cafetería sean seleccionados para cubrir las necesidades, sobre todo, de la terraza. «Se quedan hasta octubre, aunque si son buenos nos podemos replantear el contratarlos para el resto del año», dice. Una buena oportunidad entre aquellos que durante el resto del tiempo no tengan la posibilidad de trabajar.
Los refuerzos de los nuevos contratados llegan cuando han pasado las siete de la tarde. A partir de esa hora los burgaleses salen de trabajar y en verano lo que más suele apetecer es salir a tomar algo con la familia y amigos. 
Por ello, considera Manjón que es imprescindible tener la cantidad necesaria de camareros, para que los clientes no esperen demasiado y tengan un servicio de calidad. 
 
 
Marta Saavedra • Encargada de heladería ‘REMO’
 
«Este trabajo depende indudablemente de las buenas temperaturas»
 
 
Los meses de junio, julio y agosto tienen un compañero y ese es el helado. En cuanto asoma la cabeza el sol y el calor una vez que ha terminado el duro invierno burgalés, las heladerías abren sus puertas a todo aquel que eche de menos el sabor y textura de uno de ellos. 
Este es el caso de la heladería ‘Remo’. Con tres locales dispersos por la capital burgalesa, empieza la temporada a mediados de marzo. 
En los fines de semana ‘hacen su agosto’, aunque según Marta Saavedra encargada de la heladería de la Plaza Mayor «la gente se anima a consumir también por las tardes, sobre las siete de la tarde». Cuando parece que el tradicional aperitivo no tiene tanto éxito es «una noche cualquiera de un día entre semana». 
La trabajadora que lleva más de 10 años trabajando en estos meses y en el mismo local, nota cómo la ola de calor ha impulsado las ventas en este mes de julio. 
«Este mes en 2014 fue un poco malo porque el tiempo no nos acompañó pero la verdad es que este ha sido muy bueno», explica.
A la hora de escoger entre helado o granizado, Saavedra dice que los burgaleses se decantan más por el primero. «Lo clásico como la vainilla o el chocolate siempre se vende pero este año se están poniendo más de moda los sabores más nuevos como puede ser el de Oreo, Kinder o Yogur», añade mientras sirve un helado a una niña pequeña.
La apertura del local seguirá activa hasta mediados del mes de octubre. Hay que aprovechar todo lo que el sol nos permita porque como es lógico sólo podemos vender en verano», afirma Saavedra.
 
Esther Llorente • Vigilante en la lucha contra los incendios

 «La gente cree que es un   trabajo fácil pero no lo es»

 
El verano no perdona a nadie y menos a los bosques. Durante la campaña de incendios son muchos los que se encargan de que estos estén lo más controlados posible. Una encargada de esta tarea es Esther Llorente, una vigilante en una caseta de control en el término de Alarcia. 
Su obligación es cuidar de la Sierra de la Demanda durante 6 meses seguidos para evitar que sufra daños catastróficos. «Mi tarea es sobre todo vigilar, recojo los partes de 25 casetas que también están todo el tiempo revisando la zona», explica.
Através de una bolsa de empleo de la Junta, esta ingeniera forestal lleva desde el año 2011 cuidando del espacio del que es responsable. A pesar de que durante el resto del año no trabaja como ingeniera, el verano «lo disfruto porque hago lo que me gusta; aquí arriba se respira paz».
Y no es para menos, a 2.034 metros de altura cualquiera puede sentirse libre de sus preocupaciones. «Hay incluso gente que le gusta tanto este oficio que deja los trabajos que tiene para poder venir en verano», cuenta Llorente mientras enseña las instalaciones. 
Sigue una rutina muy medida. Cuando llega comprueba que todo está en orden e informa a la central -situada en Burgos- de su llegada. Al estar en la caseta ‘más importante’ de los 25 puestos que integran esta red, debe dar parte cada hora a cada uno de ellos para asegurarse de que todo funciona correctamente.
«En el caso de divisar un fuego, informamos de su situación; decimos los grados a los que creemos que se encuentra y los demás compañeros de las distintas casetas de vigilancia también intentan divisarlo para dar con la ubicación exacta», narra.
Todos los años, los que normalmente ocupan este tipo de puestos, son gente joven. «La mayoría sólo nos conocemos por las voces; es muy curioso», cuenta entre risas. 
La responsabilidad que siente es tal que  «a la mínima que tienes un despiste puede haber pasado de todo; cuando cuento por ahí en lo que trabajo la gente se piensa que es un trabajo demasiado fácil pero no lo es para nada». 
Llorente cree que su trabajo no es tan conocido como debería porque «muchas veces evitamos que los fuegos no sean un desastre y creo que no se sabe mucho de nuestra labor», subraya.