Si una persona extranjera y con total desconocimiento de la geografía española se propusiera recorrer en coche el trayecto entre Francia y Portugal basándose en el primer plano de la Guía de Mapas y Carreteras 2015 de la editorial de origen salmantino Anaya, es seguro que en el tramo comprendido entre Vitoria y Valladolid tendría que repasar los tiempos y las distancias porque no le cuadrarían. En la mitad del recorrido se encontraría con un núcleo urbano con el que no contaba dado que en el mapa general de consulta no aparece reseñado. Ese núcleo es la ciudad de Burgos, la única del país que la editorial no sitúa en el plano general de España que introduce al viajero en la geografía de la península ibérica. Sí que especifica, en cambio, la ubicación de las principales localidades de la provincia: Aranda, Miranda, Briviesca y Lerma.

Así, para encontrar la referencia concreta a Burgos en la publicación más actualizada de Anaya hay que obviar la introducción e ir directamente a los planos específicos de zona en los que se segmenta el país. En este caso, para dar con los mejores accesos por carretera a la capital hay que ir al noveno y, ahí, sí se especifica tanto el nombre como la ubicación y el tamaño de la ciudad burgalesa. De igual manera, Anaya incluye unos anexos en los que se informa de forma individualizada acerca de los accesos a las capitales de provincia y también ahí hay espacio para Burgos.

Es de suponer que la falta de información en el primero de los documentos se debe a un error, pero las personas que han reparado en el detalle han manifestado su malestar por lo que consideran una falta de atención o incluso una cierta dejadez a la hora de corregir el trabajo antes de publicarlo y sacarlo al mercado por un importe de 15 euros. Y, si se quiere rizar el rizo, cuando uno planifica un viaje por el extranjero en coche, lo más frecuente es que tome como punto de partida un mapa general del país para concretar la ruta y si la ciudad ni siquiera aparece en ese documento genérico, difícilmente va a programar una parada en esa localidad, lo cual se traduce también en un perjuicio económico. Es decir, que solo quien tuviera un interés concreto en visitar la capital burgalesa y se empecinara.