Miranda sigue construyendo en zonas con un elevado riesgo de inundarse

G.A.T. / Miranda
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Cada 25 años. La crecida demuestra que algunas recientes y futuras edificaciones están tan cerca de los cauces de los ríos que se verán afectadas por el agua

Que Miranda lleve como apellido de Ebro dice mucho. Lo primero, que está construida junto al cauce, y en ocasiones, incluso en lo que antaño fue terreno ocupado por las aguas que los ciudadanos a lo largo de los siglos han ido ganando para sus intereses. Y no solo del Ebro, ya que la localidad tiene otros tres ríos que la rodean, como son el Oroncillo, el Bayas y el Zadorra, en algunos puntos formando penínsulas naturales que poco apoco han sido ocupadas por edificaciones (el ejemplo más evidente es el emplazamiento elegido para el polideportivo). 
La reciente riada lo demuestra cuando ha ocurrido que el agua del Ebro y de los otros afluentes ha ocupado el espacio que le corresponde, haciendo que el equilibrio entre naturaleza y civilización se rompa en favor de la primera.
No obstante, las necesidades de crecimiento pasadas, y también las futuras, deben conjugarse con ese complicado equilibrio, y de hecho hay algunas recientes construcciones que a pesar de conocerse la posibilidad de inundación han seguido adelante, aplicando medidas correctoras para minimizar los afectos de las crecidas de los ríos, pero conscientes de que el agua, cada equis años, reclamará su espacio.
Cierto es también que proyectos ya ejecutados y otros que aún solo están en el papel se han hecho con datos y cálculos erróneos, como ha quedado demostrado ahora y como ha asumido la Confederación Hidrográfica del Ebro esta pasada semana, explicando que no se había contemplado que la coincidencia de grandes caudales en los ríos Ebro, Bayas y Zadorra genera un efecto tapón de tales dimensiones que el agua se elevó 1,5 metros más de lo que la Confederación tenía estimado en su previsiones.
Y 1,5 metros no es una desviación de cálculo cualquiera para no tenerla en cuenta de cara a la planificación urbanística futura, e incluso para la ya existente, ya que como se ha podido comprobar los daños ocasionados por este aumento no contemplado de la altura de los ríos son enormes, lo que podría motivar algunas actuaciones tendentes a minimizar los efectos. 
Un ejemplo claro es el polígono industrial de Ircio, que está en sus primeros años de andadura. Esta zona industrial que ocupa 2,5 millones de metros cuadrados de superficie se vio igualmente afectada por la crecida. El caudal del Ebro, unido al del Bayas y el Zadorra, que desembocan unos cientos de metros aguas arriba, anegó algunas parcelas de la superficie industrial (aún sin ocupar).
 
Vial cortado. Es más, el recientemente construido vial de acceso al polígono, que discurre a ambos márgenes del río gracias a un nuevo puente sobre el Ebro, también se inundó, quedando cortado durante horas e imposibilitando su empleo como acceso alternativo a la ciudad en caso de una emergencia como la que se daba. También en Ircio se anegó la zona del polígono reservada para equipamiento deportivo, donde ha habido proyectos que no han cuajado, como el de levantar un campo de golf o la ubicación de nuevos campos de entrenamiento para el Mirandés, que de existir se habrían inundado.
Además, es probable que la Confederación del Ebro deba variar sus previsiones tras lo ocurrido. En Ircio, ya en su día cuando se hizo el informe de inundabilidad, se marcaba que el polígono se planificó en uno de sus extremos en una zona inundable. De hecho un estudio recogía que «los terrenos situados entre el cauce del río Ebro y el trazado ferroviario Bilbao-Tudela tienen la condición de inundables en un período de retorno de los 100 años», por lo que se aportó como solución la elevación del terreno y que este periodo de inundabilidad fuera de 500 años.
Pero tras lo ocurrido en la ciudad hace una semana los cálculos parecen no acertados, ya que el propio presidente del organismo de cuenca, Xavier de Pedro, explica que en base a lo analizado, ese efecto tapón y sus consecuencias puede tener un periodo de retorno de solo «25 años», lo que hace que el riesgo sea mucho mayor, al menos en lo que a temporalidad se refiere.
Además de la zona de Ircio, donde en la ermita de San Roque el agua superó los 2,5 metros, otras zonas industriales y residenciales se vieron afectadas. El agua llegó a parte de las instalaciones de Montefibre, donde no hace muchos años se proyectó levantar una central térmica de ciclo combinado. También en al zona de Los Pinos hubo afección de las aguas, en parte en una zona en al que hay un proyecto para levantar un bloque residencial. En el expediente de hecho se recoge que a la hora de diseñarlo se ha tenido en cuenta la cercanía al río y las posibles crecidas, fijando dentro de la parcela la edificación en la zona más próxima a la calle Adoberas, que es la más lejana al río y que tiene una cota más elevada.
Otro punto que linda con el cauce del Bayas, y que tiene al Ebro igualmente muy próximo, es el sector urbanístico denominado Miranda Sur, que ocupa la zona que va desde la avenida de Europa hasta el Bayas, zona denominada campas de Aciturri. Como ha demostrado esta reciente crecida, es otra de las zonas que podrían verse afectadas en caso de nuevas inundaciones, y más en particular en el tramo más próximo al Bayas, en el que se proyecta un parque, un aparcamiento y el nuevo campo de fútbol, estando la zona residencia (para 1.800 viviendas) algo más alejada de las riberas. 
 
Párking. En esa misma zona incluso el Ayuntamiento acaba de construir un nuevo aparcamiento para dar servicio a los usuarios del polideportivo, que también se inundó, y hay entre los proyectos a realizar en próximos años el de la construcción de una nueva piscina climatizada en el mismo complejo del polideportivo que tan afectado se ha visto por la última crecida.
Otro ejemplo está en el Casco Viejo. Allí hay espacios que con las crecidas suelen inundarse por estar a una cota más baja que el resto de calles de la ciudad. La calle Eras de San Juan es un ejemplo, y allí no hace muchos años se levantaron nuevos bloques lindantes con el río en sustitución de las viejas pero singulares casas que durante décadas poblaron con sus balcones colgantes las riberas del Ebro.
También en el Casco Histórico el Ayuntamiento ha proyectado una infraestructura singular, la del Museo de Miranda, que planificado en la manzana que conforma las calles San Francisco, Independencias y Tenerías tiene en su parte más baja un punto donde en la reciente riada el agua llegó a elevarse al menos un metro por encima de la calle Independencia.
Más planes urbanísticos rondan zonas de probable afección de las aguas, como por ejemplo el ideado por la Junta de Castilla y León en la zona de La Arboleda y Los Linares, que quedó paralizado por la oposición vecinal pero que contemplaba la reordenación de la zona para posibilitar la construcción de 1.000 nuevas viviendas.
Otras zonas, como la parte baja de la urbanización El Lago, están construidas casi a la misma cota que las aguas del río, en este caso el Zadorra, y aunque tiene importantes medidas de protección contra las crecidas, cuando llega una de grandes dimensiones como la última están condenadas a ver cómo las zonas de garaje y txoko se ven anegadas.
Ante esta evidencia de haber ganado terreno a los ríos, y a otra no menos contundente como es que fenómenos naturales pueden generar avenidas de grandes proporciones, el camino para minimizar los efectos no solo está en las soluciones técnicas que permitan frenar los efectos de las crecidas, sino saber predecirlas con más garantías y aplicar de forma inmediata los protocolos de aviso y prevención necesarios.