El tren a todo detalle

C. de la Roca / Sotillo
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El museo de Javier Calcedo es una muestra exquisita de los entresijos y curiosidades del ferrocarril

Javier Calcedo, junto a la taquilla de billetes, en el patio del museo. - Foto: C.R.

¿Qué hago ahora con todo esto? Eso fue lo que pensó Javier Calcedo al ver la gran cantidad de elementos ferroviarios que tenía en su poder arrinconados en la cochera. Locomotoras para maquetas, gorras de los trabajadores, herramientas para arreglar las vías... La respuesta, fue igual de clara que la pregunta: un museo. De esta forma, el municipio ribereño de Sotillo de la Ribera cuenta con su propia aula didáctica dedicada al tren.

Se trata de un museo pequeño, pero grande en contenido e interés. La afición  por el ferrocarril por parte de Javier surgió nada más nacer, pues vio por primera vez la luz en la casa familiar situada a tres metros de la vía. Se crió allí, entre el humo y el ruido de la locomotora. Para más coincidencias, su padre era ferroviario. Así, comenzó a coleccionar las primeras piezas del entorno del tren con 13 ó 14 años. El museo ya estaba en marcha entonces. Gran cantidad de piezas se encuentran distribuidas entre dos plantas y un pequeño patio. Se trata de todo lo que Javier ha podido «ir recogiendo». Más aún cuando anunciaron el cierre de diferentes líneas de tren y acudía en busca de los objetos más preciados. La taquilla para entregar los billetes, los rótulos sobre el reglamento del tren, así como la campana de aviso y la maquinaria se encuentran en el patio.

En la primera planta, la mayoría de objetos hacen revivir a los más mayores sus recuerdos. Una colección de aceiteras, una olla ferroviaria donde se elaboraba la comida durante el viaje, la vajilla del tren y los diferentes tipos de gorras del personal de Renfe hacen las delicias de los apasionados del tren. Subiendo las escaleras para el segundo, último piso del museo, una gran cantidad de fotografías antiguas te dan la bienvenida. Junto a ellas, dos maquetas en las que circulan diversos trenes en cada una. Unas maquetas que son el punto fuerte de este entrañable museo. «Gustan tanto a mayores como a pequeños, y les entretiene por igual. Es algo que nos emboba a todos, aunque los niños prefieren que ponga al AVE en movimiento», afirma Calcedo.

Las instalaciones se encuentran en Sotillo porque es donde más espacio tiene Javier para mostrar su colección, «aún teniendo mucho más sin exponer, porque no cabe», y donde acude los fines de semana cuando hace tiempo. Este año, durante la semana cultural de la localidad, se ha abierto el museo desde el 30 de julio hasta el día 5 de agosto. Acudieron unas 437 personas. Respecto a la apertura del museo, Javier Calcedo no quiere mantenerlo abierto todos los días. Piensa que es mucho más rentable que alguien le localice si quiere visitarlo y así abrir expresamente cuando las personas estén interesadas en ello. El horario también puede ser variable según la disponibilidad de la que dispongan los interesados.

La entrada es gratuita, pues en palabras de Calcedo « es un espacio para el disfrute y no quiero ni poner bote, como muchos me han aconsejado. Se trata de una obra totalmente altruista». Por otra parte, el museo se va a mantener igual en cuanto a dimensiones se refiere, pues no hay más sitio para que crezca, ni hay pretensiones de ello. La muestra quiere ser pequeña y cercana para  hacer llegar al visitante muchas más sensaciones.

Se ha creado por lo tanto, con esfuerzo y tesón,  también con ánimo y alegría, un espacio en Sotillo de la Ribera para ser contemplado y disfrutado por todo aquel que quiera emocionarse con una exposición cuidada al detalle, en la que todos los elementos son importantes.