El alcohol está cerca de encabezar las sustancias que llevan a Proyecto Hombre

Angélica González / Burgos
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El director de la entidad, Manuel Fuentes, afirma que el consumo ha crecido «muchísimo» en la crisis por su menor precio y que, a pesar del botellón, el trabajo de prevención funciona

A pesar de que socialmente está más que admitido y que pocas veces se piensa en él como en una droga, el alcohol hace estragos. Según la memoria de 2014 de Proyecto Hombre, documento que la entidad social ha hecho público este mismo mes, el 65% de las personas que piden ayuda a esta institución para deshabituarse son consumidoras habituales de bebidas alcohólicas, en muchas ocasiones acompañadas de otras sustancias. Solo la cocaína (con el 70%) lo supera y encabeza, así, el ranking de los consumos que llevan a los burgaleses a Proyecto Hombre. El cannabis (51%), las anfetaminas (20%), la heroína (20%) y las drogas de diseño (6%) también crean problemas que necesitan resolverse mediante los programas que la entidad ofrece.

Su director, Manuel Fuentes, confirma que el consumo de alcohol ha crecido «muchísimo» durante los años de la crisis económica debido, sobre todo, a su menor precio y, a pesar de fenómenos como el botellón que están adquiriendo cada vez más protagonismo, por ejemplo, en las fiestas de San Pedro, se muestra optimista: «Es complejo de erradicar porque el consumo de alcohol es un rito social muy arraigado pero no conviene desanimarse puesto que la prevención da sus frutos y no todos los jóvenes que participan en un botellón van a tener problemas de adicción, algo que dependerá de los factores de protección que tengan y que le permitan decir que no».

Por eso, Proyecto Hombre le da mucha importancia a la información y a dotar de herramientas a los más jóvenes ante sus primeros escarceos con las drogas. El Proyecto Joven incluye diferentes atenciones según los niveles de riesgo que presentan, programas con las familias y charlas y coloquios. El año pasado se llegó a más de 200 usuarios y 300 familias.

Los adolescentes forman parte del perfil del usuario de Proyecto Hombre, que es doble, según explica Manuel Fuente: por un lado están estos adolescentes de 15 ó 16 años con adicciones al cannabis, al alcohol y a las nuevas tecnologías, que presentan, además, fracaso escolar y conflictos familiares en los que en ocasiones se encuentran episodios de agresión a los padres; y por otro, la persona que ronda los 35 años y lleva a sus espaldas alrededor de 7 de consumo, generalmente de cocaína: «En estos casos no siempre se trata de una dicción desmedida sino que se ha integrado el consumo en el estilo de vida de la persona que poco a poco nota que los va condicionando».

En función de su estado, cada persona es adscrita a un programa: la comunidad terapéutica de San Medel tuvo el año pasado 104 usuarios; el denominado Caracol, que se ocupa del suministro de metadona a quien lo precisa, contó con 40; 46 hubo en reinserción; 50, en el programa de atención ambulatoria y 76 en el que Proyecto Hombre realiza en la cárcel. De la atención a las familias se beneficiaron 269 personas. El trabajo realizado años atrás consiguió que en 2014 recibieran el alta terapéutica 84 adultos y a 43 jóvenes.