El mejor amigo del perro

Samuel Gil Quintana / Burgos
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BalucanAdiestramiento canino

Marco sostiene sobre sus hombros a Leya, una border collie francés especializada en agility, frisbee y obediencia deportiva. - Foto: Christian Castrillo

El burgalés Marco Renedo coordina Balucan, una empresa de adiestramiento canino que busca abastecer la demanda en la mejora del comportamiento de estas mascotas bajo una premisa básica: el respeto al animal.

En los peores momentos, cuando el peligro y la ausencia de soluciones se apoderan de la cobardía de la raza humana, agorera y catastrofista, aparece el perro, para demostrar incansablemente al hombre que por miedo ha de entender valor;por caída, oportunidad; y por brío, forma de vida. Y es que cuando la integridad física o emocional del prójimo está en juego, la desesperación no es una buena carta para ganar la partida.

Ese y no otro es el lema de los perros de Balucan, a los que Marco Renedo, adiestrador y dueño de la empresa, alecciona día a día con el corazón de un padre y la metodología de un maestro.

Todavía recuerda cómo empezó en esto y a quién le debe parte de su éxito. «Comencé trabajando para Luis Miguel Ramos en su residencia canina. Él me dio la oportunidad de entrar en este mundillo, y le estoy eternamente agradecido. Allí, me encargaba del adiestramiento de los perros, y tras una etapa de formación, me percaté de que existía una creciente demanda de personas que solicitaban ayuda para sus perros en materia de modificación de conducta. Tomé entonces la decisión de continuar por mi cuenta y otorgarle forma al proyecto », explica.

Marco no es un emprendedor cualquiera. Desarrollar una idea no estaba en sus planes, pues el amor que siente hacia el sector canino va consigo desde la cuna. Lo único que hizo fue dar alas a una de sus pasiones. «Siempre me han gustado los animales. En mi familia siempre ha habido perros merodeando por la casa. El primero que tuve fue un fox terrier, una raza con una conducta realmente complicada. A raíz de la convivencia con este ejemplar empecé a indagar y hasta hoy», declara. A sus 27 años, asegura que los  primeros pasos de Balucan fueron complicados y emocionantes al mismo tiempo. «Es difícil empezar de cero, pero vives cosas muy bonitas. Gracias a la labor realizada, poco a poco, hemos salido adelante».

Sin embargo, Marco no siempre se ha dedicado a los ‘chuchos’. Esconde una faceta que le viene de arriba. Su padre, ciclista profesional, le inculcó el amor por las dos ruedas y, tanto es así, que luchó por llegar a ser como él. Y vaya si lo consiguió. Durante varios años compitió a nivel profesional, llegando a formar parte de un conjunto de categoría continental italiana, previo paso por varias escuadras de aquí, entre ellas el Viña Magna Cropusa (actual Burgos BH). «Debido a los viajes, pasaba mucho tiempo fuera de casa, algo que me impedía tener un perro. Cuando me llamaron de Italia, acababa de hacerme con Balú, mi primer perro propio (da nombre a la empresa). Se vino conmigo y fue allí, en el país de la bota, donde le ganó el pulso a la bicicleta», reconoce entre risas. A su vuelta a España, Marco dejó definitivamente el ciclismo y ahora hace realidad su otro sueño de la mano de Balucan.

Desde hace más de dos años, ‘gasta’ sus días en ayudar a otras personas a comprender el comportamiento canino, aunque no siempre se trata de una tarea sencilla. «El perro no utiliza nuestro mismo lenguaje, pero tenemos uno en común, el corporal, y hay que saber aprovecharlo. Sabe cuando tienes un mal día o si estás más cerrado, lo nota», admite Marco, quien no cuenta con favoritismos sobre ninguno de sus pequeños compañeros.

Balú, ya mayor, y el resto de la camada, empleada para exhibiciones, como apoyo en sus enseñanzas o incluso para cine y televisión, forma junto a este burgalés y algún que otro ayudante una familia de complicidad envidiable. «Cada día cuando me acuesto hago la valoración de la jornada, y me doy cuenta de que muchas veces los perros me enseñan más a mí que yo a ellos», relata.

Proclama con orgullo que, para lo que puede esperarse de la situación económica actual, les va realmente bien. Asimismo, esperan seguir creciendo como proyecto y contar cada vez con mayor confianza por parte de sus clientes. «Deseamos que la gente se anime a coger el coche y venga a pasar un buen rato en grupo con nosotros. Aprenderán ellos, aprenderá el perro y acabarán recomendándonos. La experiencia nos avala», afirma con tesón.

En cuanto a la famosa frase que libra a los seres humanos de buscar un confidente entre sus iguales, Marco la invierte y denuncia: «El hombre no es el mejor amigo del perro». A tenor de la imagen que ilustra este texto, cuesta creer que Marco y Leya no lo sean.