La calle Sauce no se olvida

Gadea G. Ubierna / Burgos
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El 13 de enero de 2005 se produjo el accidente laboral más grave de la historia reciente de Burgos. Murieron diez trabajadores y dos de los tres supervivientes están incapacitados

Siete trabajadores que estaban al fondo del local murieron en el acto por la falta de oxígeno y los gases. - Foto: Alberto Rodrigo

Es muy probable que usted no recuerde qué hacía el 13 de enero de 2005 alrededor de las 8.00 de la mañana, pero es casi seguro que sí sabe con certeza cómo y cuándo se enteró del accidente laboral más grave de la historia reciente de la ciudad: la desgracia de la calle Sauce. Aquel día, jueves, trece empleados de la constructora Arranz Acinas se disponían a iniciar su jornada laboral en las obras del carril bici, pero en cuestión de segundos el local en el que estaban dejando los abrigos para colocarse el buzo de trabajo se convirtió en una trampa de la que solo tres salieron con vida. Es una desgracia inolvidable.

Han pasado diez años y todavía hoy no es posible afirmar por qué se produjo la explosión en el bajo del número 2 de la calle Sauce que acabó en el acto con la vida de Alejandro Scarpellini, Rubén Vallejo, José Luis Bustillo, Benjamín Tejido, Rodrigo Pérez, Ángel García y Benjamín Santamaría. Todos ellos, ubicados al fondo del local, murieron por la falta de oxígeno y por la inhalación de gases. Días después fallecieron Manuel Rey, José Luis López y Edmavve Ould Ely, todos ellos ingresados en la UCI. Los otros dos trabajadores heridos ingresados en el General Yagüe, Raúl Benito y José Vicario, sobrevivieron a las heridas, pero todavía hoy padecen las consecuencias de la explosión que se produjo por el contacto de una chispa de origen desconocido -la policía apuntó a un cigarro, pero no se pudo probar- y gasolina.

Ninguno de los dos ha podido volver a trabajar (se les dio la incapacidad permamente después de más de un mes de hospitalización y 393 días de curación en el primer caso y dos meses de hospotalización y 281 días de sanación en el segundo) y sus vidas no han vuelto a ser iguales. Vicario, quien accedió a hablar con este periódico, lamenta haberse quedado «inútil», afirma que todavía hoy tiene muchos dolores con los cambios de tiempo, «sobre todo con las nieblas». Y sobre todo, se arrepiente de haber accedido a hacer algo que no había hecho nunca en 35 años de trabajo en la construcción: haberse cambiado en un local como el de la calle Sauce. Este periódico intentó sin éxito hablar con Raúl Benito, pero sí contactó con un pariente que recalcó que lo ocurrido en la calle Sauce es algo de lo que no se habla, pero que tampoco se puede olvidar. Y que no solo marcó un antes y un después en la vida de un hombre hasta entonces corpulento, sino en la de toda su familia. Del tercer superviviente, el único que pudo escapar de la bola de fuego, nunca se facilitó su identidad.

Pero la desgracia de la calle Sauce no solo se recuerda por las ingentes consecuencias en lo personal, sino por lo judicial. Marcó un antes y un después al ser un accidente castigado con penas de prisión de año y medio (que no cumplieron por no tener antecedentes) para los dos responsables de Arranz Acinas a los que la sentencia judicial dictada el 23 de octubre de 2007 consideró responsables de diez delitos de homicidio por imprudencia grave y otros dos delitos de lesiones por imprudencia grave. Se trataba del encargado de la obra del carril bici, José Luis Arranz, y del encargado de obra, Roberto Ortega, porque eran las dos personas que sabían de la existencia del local y de su acondicionamiento como vestuario, a pesar de tener un techo de espuma de poliuretano. Sin embargo, no fue necesario llegar a juicio porque las familias y la constructora negociaron las indemnizaciones (más de 4,5 millones) y la empresa adelantó el pago de nóminas y otros gastos.