Cosas que decir bailando por los aires

Angélica González / Burgos
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Las propuestas de los semifinalistas del concurso fueron muy aplaudidas por los incondicionales de este arte

Miryan Mariblanca y Martina Langmann, en un momento de su pieza ‘Klaus - Foto: Ángel Ayala

Decir que la decimotercera edición del Certamen Internacional de Coreografía Burgos-New York arrancó con Mecano no sería mentir aunque sí, acaso, simplificar algo las cosas. Duele amarte, la última creación del anfitrión y alma máter del concurso, Alberto Estébanez, que fue la encargada de abrir el fuego de la danza, se desarrolló sobre el escenario teniendo de fondo la canción Mujer contra mujer del mítico grupo de los 80, quizás el primer tema en español que ponía palabras explícitas al amor lésbico. El guiño al colectivo homosexual, que también se acompañó de Lía (otra canción de los hermanos Cano) y Amanecí en tus brazos, del gran José Alfredo Jiménez, resultó ser una pieza delicada y hermosa interpretada por Alejandra Miñón y Paula Páramo y una magnífica puerta por la que entraron los siete primeros finalistas del concurso.

Estébanez se había felicitado minutos antes de que en el erial en el que se ha convertido este país a propósito del arte, Burgos sea un auténtico oasis donde los creadores se encuentran y dan rienda suelta a todo lo que llevan dentro, que es mucho. No saben cómo se llenó el escenario del Teatro Principal; hasta la bandera se puso de   pálpitos, dudas, dolores, remordimientos, indiferencias, odios, amores, venganzas o celos, emociones todas ellas que los bailarines transmitían con sus brazos, sus cinturas, sus omoplatos, sus cabezas, sus melenas, sus tobillos, sus caderas, sus muñecas, sus meñiques... que se movían al ritmo de la música. O sin ella. Porque El diablo a sus hijos, de Jairo Cruz, no tenía. Fue un punto (quizás para los no iniciados) que solo se oyera en la sala la respiración de los bailarines y el roce de sus pies en la tarima.

Fabian Thomé Dutena, que presentó Entre sombras, se ayudó de un vídeo y una bata de cola negra fúnebre para taconear y mostrarse como un muñeco roto. Parece que trataba de expresar cómo se sentía en busca de una luz propia. Miryam Mariblanca, vieja conocida del certamen, presentó con Martina Langmann Klaus & Lucas. El final de la olas, una trágica historia de dos gemelos.  Jamie Neales y Klevis Elmazai abordaron el siempre delicado tema de la interculturalidad en Defiance y el donostiarra Denis Santacana presentó Between us, probablemente el número más aplaudido de la noche y seguro, el que más llenó el escenario pues tenía siete protagonistas. Le siguió L’Aveuglement, de Víctor Launay y Sara Olmo, y And that’s why I’m here today, de Victoria P. Miranda, cerró la noche y abrió las bocas de muchos presentes pues la bailarina escupía globos, los hinchaba y al lanzarlos desperdigaba purpurina. Era una suerte de odalisca fuera de sí pero muy divertida.

Y mientras todo esto pasaba en el recinto isabelino, se conocía el palmarés de los grafiteros: Yosu Izarra, Eneko Azpíroz y Daniel Fernández. Enhorabuena.