Tartas a la carta

F.V.R. / Miranda
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Sonia Borao, bilbaína de nacimiento pero mirandesa de adopción, ha recuperado las recetas que aprendió entre fogones y su repostería no deja de multiplicar adeptos

La originalidad no tiene límites, Sonia hizo la portada de DB para comer. - Foto: F.V.R.

L os ruidos de las cacerolas y los olores de la cocina se impregnaron en su piel desde que era una cría. Allí, entre fogones vascos, nació esta pasión por los sabores tradicionales y fue su abuela la primera que compartió con ella los secretos de los dulces. Así es como Sonia Borao, bilbaína de nacimiento pero mirandesa de adopción desde hace quince años, empezó con las tartas, y hoy las hace a la carta, desde casa, mientras compagina los pedidos con su tarea de madre de dos niños pequeños.

Como muchas amas de casa preparaba los bizcochos de toda la vida con forma de oso para los cumpleaños de sus hijos. Pero un día se dio cuenta de que esas producciones que a ella le parecían «geniales» como dice, eran superadas por goleada con lo que realmente se podía conseguir con la pasta ‘milagrosa’ llamada fondant, un clásico en Latinoamérica y también en Europa, pero desconocida en el país aún. Ahora, no solo se sigue capacitando asistiendo a cursos sino que también los ha empezado a dictar; en breve los adultos aprenderán a hacer tartas y los niños galletas bajo sus instrucciones.

a la vieja usanza. En casa de Sonia y de su familia no entra nada de bollería industrial, todo lo que se consume, es casero. «A la semana horneo para los míos algunos bizcochos y galletas y eso es lo que comemos; y lo mismo que pongo para mi familia lo pongo en las tartas que me encargan», dice.

Su hijo mayor padecía de pequeño, como muchos niños, alergia al huevo y por eso debió replantearse toda la alimentación de los suyos. Eso, sumado a su creatividad a la hora de diseñar, le sirvió de empujón para animarse a emprender su propio proyecto: La cocina de abajo, su marca alimenticia.

Detrás de cada tarta casera y personalizada hay muchas horas de trabajo y no todo el mundo lo valora o lo quiere pagar. Una cosa está clara, no se puede competir contra las grandes cadenas. Porque pueden poner una tarta a 8 euros, que es lo que en repostería casera y personalizada pagaría apenas dos raciones de pastel.

Harina, azúcar, aceite, nubes derretidas.... todo eso bien mezclado y distribuido se convierte en bosques encantados, princesas en carrozas, camisetas del Real Madrid y también, bizcochos del Mirandés. «Esta técnica se conoce hace poco aquí y todos los que han visto mis tartas, me han acabado pidiendo una, incluso algunos me han buscado por el blog que tengo en internet», señala, al tiempo que considera que intenta ofrecer un producto «que aunque sea dulce, está hecho de forma natural, como lo hacían nuestras abuelas», comenta. Y sí que le hace honor a la tradición, porque aún conserva la libreta de recetas que le hizo a su madre cuando era pequeña. Ahí están las tartas de manzana de toda la vida, la crema pastelera casera de los domingos. «Me gusta pensar en que soy diseñadora de tartas y mi trabajo es encontrarle una vuelta a lo que hay y darle un toque diferente. No hay que cerrarse a nada, porque este puede ser un regalo diferente».

a futuro. Para que su pequeño emprendimiento empiece a crecer, Sonia ha mirado para abrir una tienda donde los mirandeses puedan conseguir a buen precio todos los insumos para la repostería casera. «Es un poco difícil por los tiempos que corren, pero para ir adelantando, estoy en lista de espera para la feria de los artesanos», dice. Hasta hace poco tiempo, todos los materiales que utiliza para diseñar sus postres los conseguía en Barcelona o Madrid, incluso los traía desde Holanda. Ahora, «es más sencillo y están al alcance de todos».