Alumbrar tres siglos de historia

I.L.H. / Burgos
-

Más de 15.000 cajas de cerillas y fósforos se exponen en San Juan con un fin solidario

El coleccionista Román Manrique (c.) recauda fondos para una ONG que trabaja en Rubare (Congo). - Foto: Ángel Ayala

Donde los demás ven cajas, yo veo mi vida». Así resume Román Manrique su afición por el filolumenismo y la colección de 60.000 cajas de cerillas, fósforos y enciende fuegos que lleva recopilando desde la infancia: «Donde algunos ven paisajes y animales, yo me veo jugando a los cacos; donde otros solo ven pequeños cartones, yo recuerdo unas vacaciones en Santander comprando cajas con mi hijo; y en la caja conmemorativa, yo veo el propósito de recaudar fondos para construir una Escuela Maternal y un Centro de Salud en Rubare (Congo), de la mano de la congregación de PresentaciónLópez, la monja que sufrió un atentado en 2008».

Román Manrique ha seleccionado entre 15.000 y 20.000 cajas de su fondo para exponerlas en el monasterio de San Juan con este fin solidario. En el recorrido de la muestra se ha colocado una máquina expendedora que, al precio de 1 euro, ofrece una caja de cerillas conmemorativa. A su lado, una hucha permite ampliar el donativo que viajará a África en la cantidad que cada uno estime oportuno.

Desde 1842 hasta la actualidad, la exposición recorre tres siglos de la Historia de España a través de las imágenes que se vendían con las cerillas. Hay expuestas en vitrinas series de motos, futbolistas, coches, escudos reales, monumentos, retratos, recetas de cocina, horóscopos, animales, paisajes, lances taurinos, ilustraciones de Don Quijote, trajes regionales, cine...

Hay también, aunque no muchos, motivos burgaleses, cajas  que son trípticos, cuadros de Van Gogh, rompecabezas o juegos de damas. De la pared cuelgan, además, fototipias que van desde 1888 a 1908 y que corresponden a los cromos que, en esas fechas, incluían las cajas en su interior. Manrique acompaña las joyas de su colección con textos que explican curiosidades sobre los fabricantes, las marcas o los precios. Por ejemplo, una caja costaba 10 céntimos de peseta en 1898, un precio elevado si tenemos en cuenta que en 1936 las cerillas costaban 5 céntimos.

Curiosa es también la serie sobre la guerra de Cuba y Filipinas, cuando los recipientes para los fósforos hicieron las veces de parte de guerra: «Antes de esa fecha lo normal era encontrarse paisajes o monumentos, pero a partir de 1898 se habla de la guerra. Siempre, eso sí, con noticias que nos hacían vencedores», apunta Román Manrique, que ha inculcado su pasión por el filolumenismo a su hijo Alejandro. Se puede visitar hasta el 11 de enero.