La separación de bienes se dispara y llega ya a un tercio de los matrimonios

H. Jiménez / Burgos
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Solo en el último año creció un 25 por ciento auspiciada sobre todo por las capitulaciones postnupciales. Los fracasos empresariales y un cambio cultural son factores que explican este aumento

Cuando una pareja se casa en Castilla y León lo hace, salvo petición expresa en contrario, estableciendo un régimen de gananciales. Por razones del ordenamiento jurídico y de la tradición histórica, solo en las comunidades autónomas de Cataluña, Valencia y Baleares se aplica de forma automática la separación de bienes, pero la tendencia está empezando a cambiar.

Este último régimen de capitulaciones matrimoniales mantiene una tendencia creciente en los últimos años que en 2014 ha terminado de dispararse. Según datos del Colegio Notarial de Castilla yLeón, en el último ejercicio el número de separaciones de bienes ha llegado a las 440 frente a las 350 del ejercicio anterior, lo que supone un crecimiento de más del 25%. Es además la cifra más alta de los últimos años (la estadística se remonta hasta 2008) y bate con creces el récord anterior que databa de 2012 con 382.

A lo largo del año pasado crecieron tanto las capitulaciones prenupciales (llevadas a cabo antes de la celebración de la boda) como las postnupciales. Ambas baten las marcas registradas a lo largo de los últimos siete ejercicios aunque es en estas últimas donde se nota un mayor incremento (de casi el 45%) y donde se halla la explicación al ascenso general.

Esta subida se produce, además, en un contexto de reducción de las bodas, que han pasado del entorno de las 1.300 en el año 2008 a solo 1.057 durante 2013. De esta forma, el porcentaje de matrimonios que no opta por el régimen de gananciales ha pasado del 27,7% al 33%. Ya son un tercio del total.

La separación de bienes está cada vez más generalizada en todo el territorio nacional y obedece por una parte a un cambio de cultura, pues el matrimonio ha dejado de tener para un buen porcentaje de los contrayentes el sentido sagrado y eterno que acompañaba a su concepción tradicional.

Ahora los cónyuges tienen en cuenta que la pareja podría no durar para siempre, o bien llegan al matrimonio con situaciones económicas muy distintas que no desean mezclar, o piensan en el futuro y en que pueden venir mal dadas en los negocios que cada uno de ellos emprenda. Porque aquí también la crisis ha tenido mucho que decir.

El letrado matrimonialista Javier Sanz, de Safe Abogados, refuerza esta teoría. «Existe una concienciación cada vez mayor sobre las ventajas que conlleva la separación de bienes porque no todos los matrimonios y las trayectorias económicas y vitales salen bien».

Sanz apunta a que en la actualidad existen tres casos típicos en los que la separación de bienes está triunfando: El primero de ellos es el de empresarios que han tenido problemas, han visto desaparecer sus empresas, han vuelto a empezar y ahora llevan a cabo la capitulación postnupcial. Hay incluso quien, en una situación de quiebra, trata de salvar parte de los bienes adjudicándolos a su mujer, para que a su vez puedan disfrutarlo los hijos, y quiere separar los bienes «pero en ese caso no le serviría de nada porque las deudas contraídas previamente son de los dos si se casaron en régimen de gananciales».

El segundo es el de personas que ha visto a otros matrimonios amigos o conocidos separar sus bienes y ha comprobado que les ha ido mejor, sin que por ello la pareja tenga que resentirse en las cuestiones sentimentales por mucho que sientan que las pérdidas y ganancias son comunes.

Y el tercero es nuevamente el de empresarios que se casan en segundas nupcias y tras la experiencia vivida durante el primer matrimonio no quiere pasar de nuevo por las dificultades que a menudo conlleva el régimen de gananciales.

EL CASO DE LAS HERENCIAS

Existe además el ejemplo que ya era frecuente antes de la crisis y que tiene que ver con personas que llegan al matrimonio con una fuerte herencia familiar que no puede ser compensada con la situación económica del otro cónyuge. Lo que se hereda es privativo de uno solo, pero por ejemplo las rentas que hipotéticamente generarían el alquiler de un piso o el interés de una cuenta bancaria pasarían a ser de las dos partes del matrimonio si se unen en régimen de gananciales.