Un hombre retuvo a la niña maniatada 14 horas en un piso cercano a su casa

G.A.T. / R.L. / Miranda
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La Policía entró en la vivienda ante la negativa del secuestrador, que es conocido de la familia, a entregarse. La menor, que se encuentra bien, fue liberada por él a primera hora de ayer

Los GOES de la Policía Nacional entraron en la vivienda pasadas las 13 horas portando escudos balísticos y armas de asalto. - Foto: Patricia González

Tras una tarde y una noche angustiosas, ayer se puso fin a la pesadilla que vivió la familia de Alicia Pargaray Berrio, la niña de 9 años que desapareció en la tarde del domingo y que durante 14 horas, hasta las 8 de la mañana de ayer, permaneció retenida en el domicilio de J.G.M., presunto autor del secuestro y conocido de la niña y de su familia. 
Fue una tía de la menor que vivía justo enfrente del bloque donde estaba retenida, en el tercer piso del número 21 de Ciudad de Toledo, la que vio a la niña a través de la ventana y dio la voz de alarma, avisando a la Policía. Al percatarse de que había sido descubierto, el presunto secuestrador, de 49 años, liberó a Alicia, que estaba maniatada, y dejó que se marchara. Asustada, bajó a la calle y se dirigió corriendo a su casa situada a escasos metros de allí, en la calle Santa Lucía. Muy alterada, lo primero que le dijo a su madre, según algún testigos, fue que «le había cogido Martín y que por eso no había podido volver a casa». 
Fue en ese momento cuando el amplio operativo policial que, sin descanso, había buscado durante la noche a la niña por toda la ciudad, se dirigió al domicilio del presunto secuestrador, mientras a ella la trasladaron al hospital para hacerle una revisión médica. Los médicos confirmaron que Alicia se encontraba en perfecto estado, aunque según algunas fuentes, el secuestrador, para aturdirla, la obligó a ingerir bebidas alcohólicas así como estupefacientes. 
Con la niña ya a salvo, los efectivos policiales se centraron en la detención del presunto secuestrador, que tiene problemas con la bebida. Se desconocen los motivos que le llevaron a retener a la niña, si bien la familia daba por hecho que en este secuestro estuvieron implicadas dos mujeres, al parecer de nacionalidad extranjera, que fueron quienes el domingo por la tarde se acercaron a Alicia. «Le dijeron que tenían juguetes para ella, y así la engañaron y se la llevaron», apuntaban desde la familia del presunto secuestrador. 
Nada más conocer que la pequeña había sido liberada, vecinos y familiares se congregaron frente al edificio de Ciudad de Toledo donde permanecía J.G.M. Alterados, tras toda una noche en vela temiendo por el paradero de la niña, pedían a la Policía que les dejara subir para enfrentarse a él. Eran las 9 de la mañana, y justo a esa misma hora, una convocatoria a través de las redes sociales movilizó a varios mirandeses, que habían quedado allí mismo para buscar a Alicia. La calle se fue llenando de familiares, vecinos y curiosos, hasta superar con creces las 200 personas. «Lo que ha hecho no tiene perdón. ¿Cómo se le ocurre secuestrar a la niña?», decía una amiga de la familia, que al igual que otros muchos de los presentes clamaban «venganza».
 
Llamamiento a la calma.
En medio de esta situación, sobre las 11.25 horas, el pastor de la Iglesia a la que acude parte de la comunidad gitana trató de poner un poco de calma, pidiendo a los presentes que se alejaran unos metros del portal para acordonar la zona y que pudieran intervenir los efectivos policiales, que movilizaron a más de veinte agentes, entre Policía Nacional, Local y Guardia Civil, además de una decena de vehículos policiales estacionados estratégicamente frente al portal. 
Mientras tanto, arriba, en el tercer piso, negociadores de la Policía Nacional, el pastor e incluso familiares trataban de convencer desde la escalera al presunto secuestrador para que abriera la puerta. Pero fue imposible. J.G.M. no daba señales, no contestaba, y abajo, en la calle, algunos temían que se intentara «suicidar o hacer cualquier locura». 
Para evitar cualquier actuación de este tipo, se desalojó a todos los vecinos del edificio y se llamó a los Bomberos y a un técnico del gas, que acudieron a las 12.30 horas a cortar todos los suministros. A todo este despliegue se sumaron otra decena de efectivos del Grupo de Operaciones Especiales (GOES). Vestidos con casco, pasamontañas y chalecos anti bala, portaban escudos balísticos con pantalla, armas de asalto y hasta un pistón hidráulico revienta puertas. Se les llamó por prevención, ante la posibilidad de que el hombre tuviera armas en casa.
Finalmente, y una vez que llegó la orden judicial para entrar en la vivienda, los GOES forzaron la puerta y entraron en el piso, deteniendo a J.G.M, al que todos conocen como Martín. Eran las 13.35 horas cuando el individuo bajó esposado y fue introducido en un coche de la Policía Nacional mientras familiares y vecinos le lanzaban insultos y todo tipo de amenazas. El vehículo abandonó la calle rápidamente directo a Comisaría, siendo puesto a disposición judicial y quedando el caso bajo secreto de sumario. Afortunadamente, todo quedó ahí, y los presentes, ya más calmados, fueron abandonando la calle, mientras la Policía Judicial subía a la vivienda a tomar huellas y recoger pruebas.