La analítica confirma la contaminación de jardines por lodos

Á.M.
-

Las muestras de San Cristóbal y Fuentes Blancas indican una "clara contaminación" por metales pesados en jardines de algunas obras públicas. Esa tierra dañina sigue en Fuentes Blancas

Los árboles y el césped de San Cristóbal y Fuentes Blancas no se han quemado por el sol, ni por el estrés generado por la maquinaria utilizada en las obras de mejora ejecutadas recientemente por el Ayuntamiento. Se han quemado porque la empresa adjudicataria, Herrero Temiño, utilizó tierra altamente contaminada por metales pesados y nociva para cualquier especie vegetal dado su elevado grado de salinidad. En ambos casos la explicación es la misma: se emplearon lodos procedentes de la Depuradora de Burgos para la mezcla de la tierra utilizada en lugar de utilizar tierra vegetal, mucho más cara que los rechazos en cuestión.

Lo que hasta ahora era una fundada sospecha ha quedado plenamente ratificada con los análisis que, a petición de este periódico, ha realizado el área de Edafología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burgos sobre las muestras tomadas en San Cristóbal (antes de que se retirara la tierra con lodos) y Fuentes Blancas, donde sigue causando el barbecho de todo el perímetro de la zona de juegos restaurada.

«No hay duda de que existe una clara contaminación por metales», resume el doctor en química del suelo Carlos Rad. Su departamento tomó una muestra de tierra de los propios jardines de la UBU y comparó los resultados de su análisis con los de la obtenida en  las obras reseñadas, que han supuesto la pérdida de árboles con 40 años de vida en la barriada y está empezando a causar daños en Fuentes Blancas, donde según los datos investigados por Aguas de Burgos se podrían haber esparcido hasta 2.000 toneladas de tierra contaminada.

La primera medición elocuente es la de la conductividad eléctrica. Los datos (ver gráfico) de San Cristóbal y Fuentes Blancas multiplican por 10 y por 15 los del jardín de la UBU, y superan ampliamente los 2 decisiemens por metro, que sería el límite máximo en un terreno agrícola. «Esto denota una salinidad muy alta. Tendría una explicación si el riego fuera muy salino, pero en Burgos se riegan los jardines con agua potable, por lo que es evidente que esta salinidad, que es muy nociva para las plantas, viene del compost», explica el profesor.

También es consecuencia directa de «haber aplicado lodos» la medición excesiva de nitrógeno, que multiplica por cinco los niveles de la muestra sana. «No es un elemento que esté en los suelos naturales en niveles superiores a 0,2 ó 0,3, y aquí están en 1,4 y 1,5».

Uno de los datos más alarmantes es el del nivel de sodio (Na). «Es de los que más daño hace porque incide directamente en una alta salinidad. No es un nutriente y las plantas no lo toman. Impide a las plantas acceder al agua, por eso los fertilizantes no tienen sodio», continúa Rad.

(Artículo completo en la edición de hoy)