El futuro más incierto

M.R.Y. (SPC)
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Cerca de 147 millones de ciudadanos están llamados a elegir a su presidente en unos comicios imprevisibles, polarizados y sobre los que planea la sombra del ausente Lula y la corrupción

Dos años después de la destitución de la presidenta electa, Dilma Rousseff, en un juicio político que puso fin a 13 años de Gobierno de izquierdas en Brasil, el gigante sudamericano elige el próximo domingo a su nuevo jefe del Ejecutivo, el que sucederá al centrista Michel Temer en el cargo, en las elecciones más imprevisibles y atípicas desde que el país recuperó la democracia, en 1985.

Más de 147 millones de ciudadanos están llamados a participar en estos supercomicios -también se vota la renovación de la Cámara Baja y de dos tercios del Senado, además de los cargos de gobernadores y representantes legislativos de los 27 estados de la nación-, en los que la sombra de la corrupción de la operación Lava Jato planea sobre las urnas. 

La trama, destapada en 2014, es la mayor investigación contra las prácticas fraudulentas en la Historia de Brasil y se ha extendido, incluso, por otros países de Latinoamérica, y ha salpicado prácticamente a todos los partidos del panorama político carioca. De hecho, llevó a prisión el pasado mes de abril al que era el gran favorito a hacerse con la Presidencia, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, quien finalmente no concurrirá a las elecciones tras ser inhabilitado para optar a un cargo público por la Justicia.